No habrá Barcelona para todos
Cuando nos mienten en la cara sobre la contaminación, la expulsión de la ciudad por los precios de los alquileres, por la externalización y precarización de los servicios se está eligiendo quién la habitará
Este domingo hay elecciones municipales. Siempre son un buen momento para tomar la temperatura del clima social y entender para quién va a ser la ciudad. A pesar de los mensajes constantes y repetitivos de los candidatos de hacer una ciudad para todos, sabemos que no todo el mundo entiende igual quién es ese todos.
Todo aquello que da vida y espacio para la vida pasa en cada parte de la ciudad. La memoria debería llegar hasta los años en que los distintos grupos políticos tuvieron poder para decidir qué sería de Barcelona y nos llevaron a lo que tenemos hoy. En aquel “Barcelona, posa’t guapa” caben muchas reflexiones y una de ellas es preguntarnos para quién.
Quienes hemos vivido o trabajado en Barcelona, habremos podido responder fácilmente: a Barcelona la pusieron guapa para venderla a los turistas. Tenemos distritos gravemente afectados por el exilio de sus vecinos a consecuencia del turismo. O los cruceros que contaminan abundantemente inundan el puerto y ensucian la ciudad con riadas intermitentes y estériles de personas, casi dos millones y medio el año pasado.
Por otro lado, nos mienten y dicen que los coches no son responsables del cambio climático y que el tram contamina más. No creo en la ingenuidad de los políticos pero sí creo que muchas veces nos toman por ingenuos al decir lo que queremos creer por encima de lo que es.
No sé si ese desprecio hacia el futuro que no vivirán se explica por la edad de algunos de los alcaldables, pero tengo la sensación de que solo miran la previsión del tiempo a 10 días para saber si hará frío o calor y avanzan con esa previsión hasta agotar el año. Por el contrario, los más jóvenes no podemos vivir de las previsiones a corto plazo, necesitamos saber si la temperatura subirá de forma incesante, si no tendremos agua o aire no contaminados y qué pasará con los recursos de la ciudades, si podremos vivir en ellas o no. Hablemos sin tapujos: cuando nos mienten en la cara sobre la contaminación, la expulsión de la ciudad por los precios de los alquileres, la externalización y precarización de los servicios se está eligiendo quién la habitará.
Cada persona debe plantearse si realmente su voto se va a corresponder a sus intereses o si está votando por otras cuestiones, la identificación con unos valores que le van en contra. Ya no vivo en Barcelona pero iré a votar porque creo que la desafección política hace que las personas más convencidas pensemos que nada vale la pena dada la magnitud del conflicto por la ciudad. Por eso mismo, siendo conscientes de que no habrá Barcelona para todos, debemos plantar a los que la quieren ofrecer como un tentempié de consumo, como un decorado que solamente quedará en un story de Instagram de alguien a quien no le importa ni la gente, ni la ciudad.
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