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ELECCIONES MUNICIPALES
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Candidatos al borde de un ataque de nervios

Las diferencias entre los tres alcaldables por Barcelona con más posibilidades se reducen en la recta final de campaña

Cuatro alcaldables por Barcelona en el debate organizado por EL PAÍS y SER Catalunya.
Cuatro alcaldables por Barcelona en el debate organizado por EL PAÍS y SER Catalunya.Albert Garcia Gallego
Milagros Pérez Oliva

A una semana de las votaciones, la pugna por la alcaldía de Barcelona sigue sin decantarse. El empate a cuatro que daban las encuestas antes de la campaña ha derivado en un empate a tres tan ajustado que las diferencias entre los candidatos mejor posicionados son menores que el margen de error de las propias encuestas. Así que todo puede suceder. Ernest Maragall, el candidato de ERC, ha quedado descolgado y aunque en los últimos sondeos ha detenido la fuga de votos, es víctima de una corriente de signo contrario a la que le aupó como alcaldable más votado en 2019, cuando aglutinó el voto útil del electorado independentista. Uno de los aspectos más notorios de estas elecciones es que el independentismo ha desaparecido de la ecuación y ahora es Xavier Trias el favorito, pero ya no por defender esta bandera, sino por ocultarla.

En la comparativa de cinco encuestas publicadas desde que empezó la campaña (CIS, Sigmados para Antena 3, Ipsos para La Vanguardia, Ipsos para 20M y GAD3 para ABC) Maragall oscila el 10,4% y el 16,3% de los votos, y entre 5 y 8 concejales. Trias en cambio, obtiene entre un 17,3% y el 21,6%, y entre 8 y 10 concejales. Pero la campaña se le está haciendo muy larga y se le nota. El efecto Trias se ha deshinchado. Ha cometido errores notables y se le ha visto alejado de la realidad y de los temas que centran el debate sobre las ciudades. En los últimos días se ha dado cuenta del peligro de defender un discurso periclitado y se ha dedicado a matizar y matizar.

Jaume Collboni está haciendo una campaña potente, con alguna estridencia para llamar la atención. No ha conseguido, sin embargo, disipar la contradicción que representa desmarcarse y criticar la política de Colau cuando ha sido parte de ella. A diferencia de Trias, que esconde las siglas, Collboni cuenta con una muy buena marca, y la hace valer. La cuestión inquietante para Collboni, y tal vez el motivo de cierto nerviosismo, es por qué, teniendo un viento de cola tan potente, no logra desmarcarse más de sus rivales. Ha lanzado una profusión de propuestas, conoce bien la ciudad y, sin embargo, las encuestas le mantienen entre el 19,7% y el 22,5% de los votos, y de 9 a 12 concejales.

Ada Colau empezó la campaña con sensación de fortaleza asediada. Pocos políticos han sido objeto de una campaña de desgaste tan descarada y brutal. En el debate de la SER y EL PAÍS se le notó la incomodidad. Allí donde ella buscaba una confrontación derecha-izquierda sobre el modelo de ciudad, se encontró una lluvia caótica de obuses. La campaña empezó en modo “Todos contra Colau” pero conforme avanzaba, ella se ha ido creciendo y el debate gira ya más sobre el modelo de ciudad. Pero tampoco ha logrado tomar ventaja. En las encuestas oscila entre un 19,5% y un 24,8% de los votos, y entre 9 y 13 concejales. Estas encuestas, sin embargo, apenas recogen el efecto de la campaña. A diferencia de Trias, a Colau se le está haciendo corta. Se mueve bien sobre el terreno y cuenta con la baza de Yolanda Díaz como Collboni cuenta con la de Pedro Sánchez. Están a siete metros para la meta y todos tienen motivos para sentirse al borde de un ataque de nervios.

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