El CIS da alas a Colau y Collboni en un tenso arranque de campaña
Barcelona se apresta a vivir la contienda electoral más reñida de los últimos años
La carrera electoral más apasionante ha arrancado este jueves en Barcelona con cuatro candidatos en la primera parrilla de salida. Con una incertidumbre pocas veces vista en la capital catalana, cuatro alcaldables se disputan la vara en una pugna reñídisima. El CIS ha dado una alegría a la alcaldesa y líder de BComú, Ada Colau, que por primera vez ha aparecido en una encuesta como vencedora de las elecciones del 28 de mayo. El inicio de la campaña se ha visto sacudido por la polémica de las casas okupadas de la Bonanova, agitada por las derechas, actores secundarios en la contienda barcelonesa.
La macroencuesta del CIS adjudica a Colau entre 11 y 13 ediles —ahora suma 10 de 41 posibles— frente a los entre 10 o 12 del socialista Jaume Collboni, que tiene ahora 8. Los dos ex socios, distanciados en su pugna tras la inesperada y sorprendente marcha del socialista del gobierno municipal, marcan el paso, según el sondeo, frente a Xavier Trias (Junts), que pasaría de cinco a entre ocho y nueve. Ernest Maragall (ERC), vencedor hace cuatro años en votos, pasaría de 10 ediles a entre seis y siete. Ante un millar de personas, en la sala de fiestas La Paloma, Colau ha afirmado que tiene ganas de seguir “abriendo camino” y “ganas”, por tercera vez, de ostentar el cargo.
Con un gran porcentaje de indecisos, que pueden inclinar la balanza, y la previsión de una participación inferior a la de 2019 —no hay esta vez elecciones europeas—, la campaña reúne todos los elementos del suspense pese a que quienes la protagonizan son viejos conocidos que revelan que se mueven pocas cosas en política. La alcaldesa que apuesta por un tercer mandato en defensa de su modelo de ciudad alternativo; Collboni busca la vara por tercera vez; Trias fue alcalde ya hace 12 años y Maragall ya estaba en la sala de máquinas de la Barcelona olímpica. La disputa se prevé tan ajustada que no está claro, por la política de pactos, que quien quede primero acabe siendo alcalde. O cuántos de ellos seguirán en el cargo si pierden. Colau ha sido la más clara: quiere liderar un gobierno tripartito.
La batalla de Barcelona se perfila, además, como un preludio de las elecciones generales. Pedro Sánchez quería estar ayer en Barcelona pero la agenda internacional le ha llevado a Washington. No fallará en el mitin final de campaña en el pabellón de la Vall d’Hebron. Una decena de ministros socialistas arroparán a Collboni. Sánchez quiere exihibir una victoria en Barcelona como su primer trofeo de la misma forma que será inevitable asociar una hipotética victoria de Colau a la vicepresidenta Yolanda Díaz y su proyecto Sumar. No está previsto que las ministras de Podemos acudan a actos de Colau.
Si la líder de los comunes quiere asentar su modelo de Barcelona, que apuesta por las superilles, apartar el coche y por una ciudad más verde y sostenible, y admirado, dicen, internacionalmente, los socialistas se juegan volver a ganar la alcaldía que lograron por última vez en 2007. “Esta es una campaña histórica que nos llevará a la alcaldía tras 12 años sin rumbo”, ha exclamado Collboni llamando a pasar página del procés y la decepción ante 500 personas en el polideportivo del Carmel. Bajo la bandera de los alcaldes socialistas, reivindica el legado olímpico y apuesta por “ordenar” Barcelona, combatir la suciedad y poner coto a las superilles. Collboni cree que ha roto el plan de Colau y de Trias de que esto era una cosa de dos.
Junts, mientras, se juega buena parte de su futuro con Trias, que ha escondido las siglas al más puro estilo Albiol —el popular suele hacerlo en Badalona con las del PP— aunque Laura Borràs y Carles Puigdemont han participado en el mitin de arranque de campaña en el mercado dels Encants. Trias se define como el alcalde del cambio y ha pedido una mayoría “incontestable” para que prospere ese cambio pensando en “Barcelona y sus ciudadanos y no en una ideología y en sectarismos”. Una de sus propuestas es una gran alianza en favor de la vivienda. ERC, mientras, teme no revalidar la luminosa victoria de 2019 de Maragall, que tacha de “pacto de la vergüenza” la alianza de entonces de Colau y Collboni con Manuel Valls. “Hay que liberar Barcelona de demasiados años de retroceso para que vuelva a ser ella misma y dejar atrás peleas absurdas”, dijo ante 300 personas en el Centro Cultural del Born.
La bancada de la derecha está más atomizada que nunca con el PP de Dani Sirera, Valents, Ciutadans y Vox. Con el procés en el ocaso, parte de la derecha ha agitado la batalla contra las okupaciones en busca de votos. Los populares esperan cerrar la travesía del desierto y ser determinantes. Ante 300 personas en el viejo cine Astoria, Sirera, que avisa de que no emulará a Valls, ha reclamado el voto constitucionalista.
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