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El control por la Diputación de Barcelona marca la batalla de los partidos el 28 de mayo

El PSC y Junts hablan abiertamente de repetir en el Ejecutivo provincial pese a que los neconvergentes llegarán con el voto dividido

Camilo S. Baquero
El Ejecutivo de la Diputación de Barcelona, el pasado 11 de septiembre, en un acto conmemorativo de la Diada.
El Ejecutivo de la Diputación de Barcelona, el pasado 11 de septiembre, en un acto conmemorativo de la Diada.Carles Ribas

La publicación oficial, el pasado día 26, de las listas electorales para los comicios del 28 de mayo no solo dejan negro sobre blanco el futuro político de los Ayuntamientos. La entramada organización de coaliciones y siglas en varios municipios encierra también un interés mayor: poder construir las mayorías posibles para hacerse con el poder de las entidades supramunicipales, como consejos comarcales y, sobre todo, las Diputaciones. La de Barcelona volverá a tener mucho protagonismo en esta contienda. En un panorama muy apretado en la capital catalana cualquier acuerdo también pasará muy seguramente por un pacto allí, confiesan los grandes partidos catalanes.

La gestión del Ejecutivo provincial que lidera la socialista Núria Marín, con el apoyo de Junts, no podrá ser valorada de manera directa en las urnas. La revalida de esa coalición -que ya sí se alaba sin tapujos dentro de las filas de los liderados por Carles Puigdemont- depende del panorama que surja el 28-M y, especialmente, de los pactos postelectorales. Los partidos eligen a sus representantes para esa corporación en función de los resultados obtenidos en los 7 partidos judiciales en que se agrupan los 311 municipios de la provincia. Del total de 51 escaños, el partido judicial de Barcelona (también incluye Badalona, Sant Adrià y Santa Coloma) aporta 18, a repartir entre las fuerzas que saquen más de un 3% de sufragios. El de Vic aporta dos diputados, que se escogen proporcionalmente al resultado de 42 municipios pequeños.

Las coaliciones electorales registradas permiten, entre otras cosas, maximizar los resultados de cara a la representación en la Diputación aunque no salga el nombre específico del partido. Por ejemplo, en los comunes, las candidaturas aparecen ligadas con la denominación Confluència. Mientras que en la papeleta de Ada Colau figura Barcelona en Comú - Confluència, en Badia del Vallès la candidatura es Tots fem Badia - Confluència. La denominación Candidatura de Progrés, por su parte, corresponde a una coalición donde está el PSC y en muchas poblaciones no hay en las papeletas ni rastro de la rosa emblema de los socialistas. Las del PDeCAT está bajo pacto local y las de Junts como Compromís Municipal. Para los republicanos, el paraguas es Acord Municipal. Para que un partido no pierda las subvenciones electorales, ha de presentarse como mínimo en un 50% de municipios de la demarcación con más de 10.000 habitantes.

Aunque sí hubo un acuerdo entre la candidatura de Xavier Trias y el PDeCAT para el consistorio barcelonés, este no se ve reflejado en las siglas de la candidatura y en el otros territorios de Barcelona ambas fuerzas son rivales electorales. Con pronósticos poco halagüeños en las urnas, alguna manera de articulación tendría que hacerse para, dado el caso, poder sumar conjuntamente repetir la actual coalición. En las filas republicanas no dudan que la sociovergencia buscará continuar si numéricamente es posible. Más aún después de que Junts sufriera los efectos de la decisión de salir del Ejecutivo catalán, perdiendo una considerable cuota de poder y altavoces mediáticos.

Voces de Esquerra creen que Junts y el PDeCAT lo tendrán difícil para revalidar los siete escaños y creen que su resultado en los municipios más poblados será más modesto que el de hace cuatro años. Incluso una victoria de Trias, agregan, tampoco sería definitoria, pues el escenario es muy justo. Dentro de las filas de la formación de Oriol Junqueras siguen lamiéndose la herida que dejó que Junts escogiera pactar con el PSC y no con ellos en la Diputación de Barcelona, aunque ambas formaciones estuvieran empatadas a 14 escaños. Los republicanos fían una mejor suerte esta vez a que su representación es más uniforme en todo el territorio. Incluso aunque no se gane en fortines socialistas como Santa Coloma de Gramenet, creen que se arañan votos clave gracias a la figura de Gabriel Rufián como contrincante de Núria Parlón.

En el PSC se muestran confiados en que los resultados municipales les permita mantenerse al frente de la Diputación y se aboga claramente por mantener el pacto actual. La propia Marín ha salido a defender en los últimos días el pacto que mantiene con Junts. “Lo que funciona no hay que cambiarlo. El resultado ha estado excepcional. Nos hemos entendido perfectamente”, aseguró hace un mes en una entrevista en Radio Nacional. La alcaldía de Barcelona, sin embargo, es la joya de la corona que muchos partidos se ven con posibilidades de conseguir tras el 28-M y en el juego de la negociación no solo el Gobierno provincial sino también la presidencia de ese ente jugarán un papel importante.

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Tras el altavoz político de la Diputación hay además un presupuesto aprobado de de 1.241 millones de euros. La gran mayoría de este dinero va a subvencionar programas e infraestructuras de los municipios más pequeños y que, sin apoyo supramunicipal, sería imposible sacar adelante. Una de las dudas de los comicios es si Junts y PDeCat habrá podido rentabilizar su presencia en el Ejecutivo electoralmente. También hay una lista de 90 cargos de confianza (26 de ellos para asistir al Gobierno provincial) en liza, con sueldos que van desde 2.700 hasta los 6.500 mensuales. Allí recalan, entre otros, el exjefe de gabinete de Laura Borràs en el Parlament, Salvador Esteve; la portavoz del PSC, Elia Tortolero; la exteniente de alcalde de Barcelona con Trias, Maite Fandos o la exdiputada de ICV, Laura Massana.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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