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LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

El oculto ‘infierno’ de las revistas eróticas

El hispanista Jean-Louis Guereña estudia las publicaciones eróticas en los años veinte y treinta del siglo XX en Barcelona

Revistes erotiques
Don ejemplares de revistas eróticas editadas en en Barcelona en los años 20 y 30 del siglo pasado.
Tomàs Delclós

El hispanista Jean-Louis Guereña (74 años), hijo de un refugiado republicano, es catedrático emérito de la Universidad de Tours. Como historiador se ha interesado por asuntos como la educación, los nacionalismos, la prensa obrera, la censura… Y durante 20 años ha trabajado la llamada historia de la intimidad. Ya en 2003 publicó un libro sobre la prostitución en la España contemporánea (Marcial Pons). En 2011, Libris editó su ensayo de bibliografía de publicaciones eróticas clandestinas españolas de los siglos XIX y XX, un asombroso inventario cuya ampliación ha salido este 2022 (Eros de papel, editorial Renacimiento). Esta misma editorial andaluza publicó en 2019 El sardanista pornógrafo, dedicado a la actividad profesional de Joan Sanxo Farrerons, uno de los protagonistas de la edición erótica en Barcelona en los años veinte y treinta del siglo XX.

Es probable que la pertenencia de Guereña al mundo universitario francés haya facilitado, y mucho, que, hace 20 años, aplicara su notable erudición y pasión bibliófila al estudio de un aspecto de la vida cotidiana como es el erotismo. “Tuve la influencia de la escuela historiográfica francesa. En los setenta, Alain Corbin publicó su historia de la prostitución en Francia. Fue entonces cuando empecé a estudiar la historia del erotismo, de las enfermedades venéreas y de las representaciones masculinas de la sexualidad. El mundo académico francés tenía claro que la historia de lo cotidiano debía irrigar la historia global. Lo que no sé es qué pensaría mi maestro de Pau, Manuel Tuñón de Lara”, dice.

Más allá de la actividad de la Imprenta Layetana desde donde Joan Sanxo (1887-1957) editaba en los años veinte y treinta sus colecciones de folletines eróticos, poco se sabe de su biografía. Por ejemplo, que fue promotor de la sardana y del teatro en catalán. “Tras la salida del libro se puede conocer a su familia, pero persisten muchas sombras sobre su biografía”, explica. Sanxo estaba metido en un mercado de éxito. Los folletines se vendían en los quioscos y cuando había requisas policiales se depositaban en Via Laietana. Guereña no descarta que los ejemplares incautados regresaran al mercado, “por circuitos que no tengo documentados”.

El libro narra la preocupación, por ejemplo, de las autoridades republicanas por el crecimiento de esta oferta. El propio Lluís Companys, cuando era gobernador civil de Barcelona, ordenó a la policía retirar estas publicaciones “pornográficas”, “un atentado contra el arte y el buen gusto”. Hay constancia de que, en septiembre de 1932, se impuso a Sanxo una multa de 500 pesetas. Y eso que tras proclamarse la República Sanxo había publicado, seguramente con ánimo amistoso, títulos como Los crímenes del clericalismo o Bandidos de la cruz. Con todo, tras la Guerra Civil, a pesar de figurar en fichas policiales, no se conoce que Sanxo tuviera problemas con las jefaturas fascistas.

Sanxo utilizó seudónimos como el de Víctor Ripalda, pero uno de los más frecuentados llevaba nombre de mujer: Laura Brunet. “La real identidad de Brunet era conocida. Compartió con el editor más de un trabajo. Sanxo, por ejemplo, estuvo vinculado a la industria del cine. Fue guionista de Benito Perojo y era el responsable de la adaptación al español de las producciones alemanas de la UFA. Pues bien, Brunet se hizo cargo en 1926 de la versión española de un filme de Howard Hawks. Sanxo también fue promotor de boxeo y Brunet escribía en revistas del ramo”, dice Guereña. Brunet también dirigió el Calendario Republicano 1932. Bloc Jaca.

De mayor envergadura, 748 páginas y más de 500 pormenorizadas fichas bibliográficas, es Eros de Papel. Un inventario de las publicaciones eróticas clandestinas españolas del XIX y XX. La clandestinidad se establece porque son publicaciones anónimas o firmadas con seudónimo y sin pie de imprenta o falso. Los obstáculos para una investigación de este tipo son considerables. De entrada, explica Guereña, se trata de folletos de mala calidad que no resisten el paso del tiempo. “En Francia, por el contrario, la burguesía del XIX se interesa por este tipo de publicaciones y los libros erótico-pornográficos franceses se presentaban con encuadernación de bibliófilo, ediciones de tirada corta, numeradas y con papel de calidad”. Otra dificultad es que las grandes bibliotecas públicas españolas no mantuvieron un infierno donde catalogar y conservar, aunque la consulta fuera restringida, este tipo de obras. “La Biblioteca Nacional de Francia tiene su Enfer y existen el Private Case de la Biblioteca Británica o el Fondo Riservata Erotica de la Biblioteca Nacional Braidense de Milán”. En el libro, Guereña hace unos cuantos agradecimientos a personas que le han ayudado en sus pesquisas. Por ejemplo, al sobrino de Salvador Egea quien desde su librería y, luego, sex-shop, vendía o alquilaba fotocopias del considerable fondo de originales que atesoraba y que Guereña pudo consultar.

Las fichas, en el caso de disponer de un ejemplar, incluyen infinidad de datos y resúmenes, digamos, argumentales. Como una versión pornográfica de la popular zarzuela Gran Vía, que contiene escenas de homosexualidad masculina claramente anunciadas en el subtítulo de la obra: “Revista madrileña (…) mariconera”. Escenas menos frecuentes que las protagonizadas por lesbianas. Se trata de una literatura destinada al público masculino. Donde era habitual encontrarlas era en los burdeles. “No tenemos datos, pero no creo que abundaran las lectoras”. El listado de títulos ya es lo suficientemente ilustrativo: Cipotes extraordinarios, Chúpamela mamaíta... y no faltan ejemplos de escatología catalana, Los perfumes de Barcelona, y en catalán, El pet exaltat.

Aunque no descarta la publicación de alguna ampliación de datos, Guereña ha abandonado esta temática que le ha ocupado tantos años. Ahora trabaja en una biografía de uno de los fundadores del PCE, Manuel Núñez de Arenas, que creó en 1910 la Escuela Nueva, dedicada a difundir la historia del socialismo y proporcionar una formación básica a los obreros.

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