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EDUCACIÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

De niño a hombre

La testosterona propicia asunción de riesgo y agresividad: la delincuencia, especialmente la violenta, es cosa de hombres. Y, en consecuencia, lo es también la cárcel

Pablo Salvador Coderch
Apertura colegios conciliacion
Alumnos en una escuela de L'Hospitalet de Llobregat.Gianluca Battista

Si de verdad velamos por el futuro, urgen políticas dirigidas a proteger especialmente a los niños, a los adolescentes, a los hombres, a los padres. De entre las culturales, las educativas son las más apremiantes: en Cataluña y en 2021, el abandono escolar prematuro se cebaba sobre el 19,4% de los niños, en comparación con el 9,9% de las niñas. Asombra entonces que, en 2019 y en los centros catalanes de educación infantil pública de primer ciclo trabajaran 487 personas, de las cuales solo un director y un tutor eran hombres (“Perfil del personal docent del Departament d´Educació”). Nuestra escuela es paroxísticamente maternal y canoniza, irónica, el prejuicio de que la primera infancia es para madres y maestras, pero padres y maestros están ausentes. Después de la educación infantil, el desequilibrio escolar se va reduciendo. Y en la educación universitaria, el predominio masculino ya solo se da en las carreras de STEM (por las iniciales, en inglés, de ciencia, tecnologías, ingenierías y matemáticas), frente a los estudios de HEAL (iniciales en inglés de salud, educación, administración y literatura), pues en estas últimas las mujeres son mayoría. Toca propiciar el acceso femenino a STEM y el regreso de los hombres a HEAL. Seguir como estamos no es una buena política, para nada.

Los juristas sabemos desde hace bastantes años que, en las oposiciones a judicatura, a notariado, o a registros triunfan -merecidamente- más mujeres que hombres. Cierto: el desequilibrio favorable al poder masculino en la cúspide de estas profesiones es todavía irrespirable, tanto como innegable resultará la asimetría contraria en el futuro, dentro de una generación. Pensando en el largo plazo, quizás hay que reequilibrar los accesos. ¿Cómo hacerlo sin imponer cuotas ni destrozar el principio de mérito y capacidad? Richard V. Reeves, autor de “Of Boys and Men” (Brookings Institution Press, 2022), uno de los libros del año que acaba de finalizar según el semanario The Economist, propone flexibilizar la carrera escolar de los niños, dándoles más tiempo, un año más, así como reforzar la formación profesional invirtiendo más recursos en ella. Y es que, escribe, el cerebro de los niños madura más lentamente que el de las niñas: comparen a dos adolescentes de distinto sexo a los 15 años de edad.

Luego la testosterona propicia asunción de riesgo y agresividad: la delincuencia, especialmente la violenta, es cosa de hombres. Y, en consecuencia, lo es también la cárcel. En Cataluña y en noviembre de 2022, había 7.716 reclusos, pero solo 482 eran mujeres. En el debate político y mediático dominante, esta triste realidad tiene una derivada perversa, pues un sector amplio de la opinión clama por penas de prisión cada vez más largas. Buena parte del credo feminista reclama más y más represión penal (para los hombres, pero hay excepciones, como Philippa Greer, “Dismantling Prisons…”, LSE, 2022)

La idea, polémica, pero fecunda, es que para hacer del niño un (buen) hombre, habría que rescatar al hombre mismo como padre y maestro. En algún momento habrán de aparecer.

Pablo Salvador Coderch es catedrático emérito de Derecho Civil de la Universitat Pompeu Fabra.

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