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Barcelona - Tel Aviv
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Marca Barcelona: ¿sol o derechos humanos?

4.800 personas firmaron la iniciativa popular ‘Barcelona amb l’apartheid no’, cuyo objetivo es romper el hermanamiento con Tel Aviv

‘Barcelona amb l’apartheid no’
Bombardeo israelí contra objetivos de Hamás en la Franja de GazaMahmud Hams (AFP)

El inglés tiene una expresión pugilística que le va muy bien a la Ciudad Condal: punch above one’s weight. Golpear por encima del propio peso. Como algunos boxeadores, la ciudad aspira a dar batallas más allá de su pequeña categoría municipal. En plena Guerra de los Balcanes, por ejemplo, una Barcelona ya olímpica se arremangó y declaró que Sarajevo era su undécimo distrito. El gesto, tan insólito como simbólico, permitió a los convoyes humanitarios burlar el brutal sitio de las tropas serbias.

Cultivar un tal estatus exige una constante puesta al día. Y en nuestro tiempo significa la ruptura del hermanamiento entre Barcelona y Tel Aviv. Si a su firma en 1998 el proceso de paz aun suscitaba esperanzas de paz, un cuarto de siglo después el contexto es radicalmente diferente. La resolución al respecto del Síndic de Barcelona el pasado 13 de diciembre es clara: mantener vínculos con las autoridades israelíes que legitiman la ocupación y el colonialismo nos hace cómplices.

Aunque Tel Aviv rompió relaciones con Gaza en 1998, el gobierno israelí aun presume en su web de lazos con la hasta hoy hermana ciudad de Barcelona. Entretanto, el Barcelona Peace Park —uno de los proyectos señeros de la cooperación barcelonesa en Gaza levantado con dinero público— ha sufrido dos veces bombardeos israelíes. Bloqueada por tierra, mar y aire desde hace 15 años, la Franja es símbolo sangrante de un apartheid que se extiende a Cisjordania, Jerusalén y el propio territorio israelí. Lo dicen los palestinos que lo viven en sus carnes y, más recientemente, también Amnistía Internacional o la israelí B’Tselem.

Por todo ello, 4.800 vecinos de Barcelona firmaron la iniciativa popular Barcelona amb l’apartheid no, cuyo objetivo es romper el hermanamiento. Llegará al Pleno en enero y necesitará más apoyos que Barcelona en Comú, único partido con presencia municipal que la ha secundado. La petición —que sale de entidades como La Fede, la Comunitat Palestina de Catalunya, l’Associació Catalana de Jueus i Palestins Junts, el Consell Nacional de la Joventut de Catalunya o Prou Complicitat amb Israel— ha recibido el apoyo de 109 organizaciones de la ciudad.

No está solo en todo esto el consistorio. En junio, el Parlament de Catalunya aprobó, con los votos de ERC, PSC, CUP y los Comuns, una moción que calificaba de apartheid el régimen aplicado por el Gobierno de Tel Aviv. El Parlament fue el primer legislativo de toda Europa en dar el paso.

En los 90, el espíritu del “Distrito 11″ de Sarajevo fue el germen necesario para que hoy Barcelona destine un 0,7% de su PIB a cooperación, en línea con los objetivos marcados por la ONU. Ni Gobierno estatal ni mucho menos el catalán lo han logrado. Este hito consagra una “Marca Barcelona” mucho más potente que el azar de recibir 2.500 horas de sol anuales. Si los políticos municipales quieren seguir compitiendo con los pesos pesados y que Barcelona sea un poco más que solo una ciudad el camino está claro. Los palestinos no pueden esperar.

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