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¿Por qué Fofito no lleva la cara pintada?

La newsletter de EL PAÍS en Barcelona se reúne con el mítico payaso que pasará la Navidad en la capital catalana

Fofito
Mónica Aragón y Fofito en la pista del circoGianluca Battista
Alfonso L. Congostrina

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Buenos días:

Las tardes de hace 40 años en el piso en el que vivía, con mis padres, en l’Hospitalet de Llobregat siempre eran iguales. Cambiaban, a peor, si llovía. A la que caían cuatro gotas se iba la luz. Si el fluido eléctrico estaba garantizado yo era persistente y siempre seguía el mismo ritual. Llegaba del colegio y me esperaba un bocadillo de palmo y medio que devoraba sentado en un sofá de escay granate. Con bata de cuadros en invierno y sin camiseta en verano, mientras el escay se pegaba a la espalda, engullía con la mirada clavada en la televisión en blanco y negro. En la pantalla aparecían Los Payasos de la Tele. Gaby, Miliki y Fofito (Fofó había fallecido un año antes de que yo naciera) se apoderaban de aquel aparato con marco de madera y saludaban: “¿Cómo están ustedes?”. Yo me venía arriba y gritaba con la boca llena: “Biennnnn”.

Martes 13 de diciembre de 2022. 40 años más tarde, voy a conocer al único superviviente de aquel trío que tanta felicidad aportaron al niño del sofá de escay que fui en mi pasado feliz. Fofito y su hija, Mónica Aragón, me esperan en la carpa de Viva el Circo en el Fòrum de Barcelona. Es un día de aquellos tristes y lluviosos en los que hace 40 años se iba la luz. Hoy no hay función y un joven nos acompaña hasta la pista del circo. En medio de los focos, sentados en un sofá, veo a Mónica acompañada del mismísimo (con mayúsculas) FOFITO.

No lleva puesta la nariz de payaso y, en realidad, se llama (es tocayo) Alfonso Aragón. Aun así, no atiende por su nombre de bautismo y sólo lo hace por el apodo con el que trabaja. Es curioso porque utiliza la primera persona del plural (nosotros) para hablar de los payasos de la tele (incluso cuando él era tan pequeño que no actuaba). Lo más sorprendente es que habla de sí mismo en tercera persona como si Fofito ya no le perteneciera a él. “Son más de 60 años de payaso”, recalca.

Fofito y su hija Mónica Aragón actuarán en 'Viva el circo', en la carpa instalada en el Fòrum de Barcelona.
Fofito y su hija Mónica Aragón actuarán en 'Viva el circo', en la carpa instalada en el Fòrum de Barcelona.Gianluca Battista

Monica (49 años) y Fofito (73) viven en Barcelona en una de las caravanas que hay instaladas junto a la carpa. Son simpáticos y detectan, al segundo, cómo intento esconder la admiración. Son muchos años dedicados a hacer sonreír y le pregunto por la merecida retirada. “Antes trabajaba en otro circo y anunciaron que me iba a jubilar. Pensaban que así iba a venir más gente. No funcionó. No me retiraré nunca”, mantiene Fofito. Mónica Aragón puntualiza: “Lo que sí que harás es bajar el ritmo”, le marca. “Hay veces que hemos hecho cuatro, seis, siete funciones… Yo he llegado a dormir con la nariz puesta”, recuerda.

Fofito me habla como el adulto que ahora intento ser. Explica que al poco de declararse la pandemia estuvo dos semanas hospitalizado con covid pero “todo salió bien”. Pronto retrocede en el tiempo. Habla de cómo cuando tenía once años su padre, Fofó, le obligó a formarse y a estudiar música sí realmente quería ser artista. “Siempre he sido el payaso tonto. Álex de la Iglesia en la película Balada Triste de Trompeta hizo que por primera vez actuara como el payaso serio, el cara blanca. Es la única vez que he cambiado”, destaca.

En el espectáculo de Viva el Circo, Mónica interpreta al payaso cara blanca, (“hace lo mismo que hacía Gaby”), y Fofito sigue interpretando el mismo papel de los últimos 60 años.

Miliki, Fofó, Gaby y Fofito en un programa de televisión.
Miliki, Fofó, Gaby y Fofito en un programa de televisión.EFE

“Hoy los niños se enteran más de las cosas, pero se acaban riendo de lo mismo que antes”, confiesa. “Al espectáculo vienen, también, adultos solos para que saquemos aquellos niños que llevaban dentro”, mantiene Mónica.

El decano de los Aragón habla de los inicios mediáticos de la saga familiar en la televisión cubana en 1947 y de como Fofó, para alargar los programas, comenzó a cantar. “En la postguerra la mayoría de payasos emigraron. Nuestro éxito fue casi por casualidad y la vuelta a España todavía más. Fuimos a una recepción en Argentina en un consulado y allí estaba el ministro de trabajo. Mi tío Gaby le dijo: ‘Usted que es el ministro de trabajo, denos trabajo. Al poco nos llamaron de televisión española”, recuerda.

La televisión era en blanco y negro pero, no sé por qué, en mis pensamientos la camisa larga de los payasos siempre era roja. “Me piden la camisa roja por contrato y eso que hubo una azul y otra a rayas, pero siempre me piden la roja. Tiene una historia. Al principio hicieron unas camisetas con un punto tan malo que cuando las lavaban y las tendían se estiraron y se quedaron largas”, reconoce.

¿Sois los payasos más conocidos de varias generaciones, pero no sois la imagen de payaso con la cara pintada que todos tenemos en la memoria? “En Cuba, Gaby actuaba en televisión con la cara blanca. Para los cámaras de la época era un verdadero quebradero enfocar la cara de Gaby y a la vez la del resto de payasos mucho más oscura. Le pidieron si podía ir sin pintar y así empezamos a no utilizar los colores clásicos. La nariz, por ejemplo, nunca la llevamos roja. Usábamos una de hilo, pero se veía en la cámara. Al final, consiguieron una masilla de color piel y esa es la que uso”, aclara.

Mónica recuerda el boom de los payasos de la tele cuando las teles eran en blanco y negro. “En el colegio mis amigas no se creía que era la hija de Fofito. Un día, que no había grabaciones, mi padre vino a buscarme a la escuela y todas se quedaron estupefactas”, recuerda orgullosa.

La entrevista se acaba y las luces en la pista se apagan. Fuera del circo sigue lloviendo y aquel niño de hace 40 años no puede evitar cierta nostalgia. En solo unos días Fofito comenzará sus pases al grito de: “¿Cómo están ustedes?”.

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