La selección de fútbol marroquí y las entidades líquidas
El mejor ejemplo de inclusión es, sin renunciar a las raíces, sentir también tuyas las nuevas identidades fluyendo para mejorar la sociedad en que vives
Conocí a Yassine Bonou en su etapa como jugador del Girona hace un par de años. Recuerdo interesantes tardes de charlas sobre la fuerza del fútbol, pero también acerca del compromiso que deben tener figuras como la suya para animar a otros jóvenes a confiar en sí mismos a pesar de las dificultades. Éramos conscientes de la falta de autoestima. En ese sentido decidimos organizar un evento abierto a toda la ciudad para charlar sobre la diversidad. Se agotaron las plazas en pocas horas y nos dimos cuenta de la necesidad de tantos jóvenes de encontrar referentes cercanos.
Ahora, tiempo más tarde ha llegado este Mundial y es muy difícil explicar el impacto social que ha provocado el triunfo de la selección de Marruecos, muy especialmente entre su diáspora alrededor del mundo. Este hecho ha sido algo totalmente inesperado, pero que marca sin duda un antes y un después. Acostumbrados a vivir continuamente en el punto de mira, la comunidad marroquí ha superado los prejuicios llenando de alegría y emoción las calles. De hecho, la gran sorpresa futbolística ha despertado nuevos sentimientos entre los jóvenes españoles de origen marroquí que conviven aturdidos y hasta desorientados entre identidades líquidas. Se ha acelerado la reconciliación con las raíces cerrando algunas heridas propias de una generación que ha crecido con la idea de que ser o parecer marroquí era algo que restaba.
Un grupo de jóvenes futbolistas, muchos de ellos desconocidos hasta el momento, se han convertido en referentes demostrando partido tras partido que, mediante el esfuerzo, el trabajo duro y la humildad se pueden lograr las metas, aun cuando ninguna estadística está de tu parte provocando que la carga del “ser o parecer” ya no sea un problema. De hecho, como si de un mantra se tratara, han ido cogiendo fuerza las palabras del entrenador Walid Regragui: “Diru niyya”, que del darija árabe viene a significar algo así como “confiad en vosotros mismos”, poniendo el foco en la intención de uno mismo para acercarse a los sueños, logrando retumbar ese mensaje con fuerza en los barrios más humildes. Y por el camino también ser capaces de agradecer celebrando la vida, con un abrazo y algún baile, a quien lo ha dado todo y sostiene el futuro de todas las generaciones: las madres.
Si bien es cierto que el fútbol muchas veces es algo volátil y no se le puede atribuir algo tan complejo como la construcción de las identidades, ya que requiere templanza, a nivel sociológico no hay que obviar que este Mundial implica un importante cambio de paradigmas. Los españoles de origen marroquí, pero también los de cualquier parte del continente africano, han entendido que hay esperanza más allá de las etiquetas impuestas. “Son como nosotros” me repetían algunos jóvenes estos días. Y esa es la fortaleza. Algunos de los jugadores representan a muchos hijos de la inmigración que han vivido su mismo proceso y sienten a la vez un gran apego y afecto a la tierra de acogida o nacimiento.
Formar parte de una sociedad, desde el compromiso ciudadano, sin tener que renunciar a las raíces y sintiendo también tuyas las nuevas identidades fluyendo para hacer del lugar que vives un sitio mejor. Eso es el mejor ejemplo de inclusión.
Mohamed El Amrani es comunicador y emprendedor social.
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