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Crónica
Texto informativo con interpretación

Un cómic sobre tener párkinson

Ramon Ricart, diagnosticado con la enfermedad, publica ‘Tiembla’

Ramón Ricart, autor de "Tiembla", el cómic en el que cuenta cómo convive con el Parkinson.
Ramón Ricart, autor de "Tiembla", el cómic en el que cuenta cómo convive con el Parkinson.Gianluca Battista
Tomàs Delclós

“Mireu-me bé, mireu-me bé: soc l’altre” escribió Miquel Martí i Pol cuando ya llevaba vidrios en la sangre. Y es un verso que Ramon Ricart (Vic, 1967) cita expresamente en su cómic Tiembla, un libro sobre el párkinson que le diagnosticaron en 2014, cuando tenía 47 años. “Fue”, escribe, “como si hubiera entrado un extraño en mi interior. ¡No era yo! Quería esconder al otro, que era yo mismo”.

Ricart admite que al principio es difícil aceptar la enfermedad, por ahora, incurable y que no sabes a dónde te llevará una progresión que es distinta en cada enfermo. Desde quien permanece estancado sin que llegue empeoramiento alguno a quien se desliza rápidamente hacia una dura torpeza corporal. “Tienes la sensación de molestar a la gente sana, te avergüenzas de tus gestos y te sientes culpable de crear incomodidades. Por ejemplo, cuando paralizas la cola en la caja del supermercado porque no puedes sacar la tarjeta”. En estas palabras resuenan las de Susan Sontag que, a propósito del cáncer y del sida, describió como algunas enfermedades corrosivas no son únicamente un sufrimiento si no que, además, cargan al enfermo con falsos sentimientos de culpa. Escribir Tiembla (Bang Ediciones) “ha sido una terapia, un camino hacia la aceptación de la enfermedad”. Ese querer esconderse se ve claramente en algunos autorretratos del libro, en los que el protagonista se muestra… de espaldas

La experiencia del libro tiene un precedente, My degeneration, del canadiense Peter Dunlap-Shol. “Ahora vive en Alaska y hemos quedado en conocernos el año próximo cuando se celebre en Barcelona el Congreso Mundial del Parkinson. Creo que su libro es más agresivo y tiende más a la caricatura”. Cuando estaba terminando Tiembla, fue Dunlap quien le explicó que la diferencia entre un libro editado y uno inédito es la insistencia. Ricart lo envió a tres editoriales. “Una me dijo que era aburrido y el dibujo, normalillo. En otra, no hubo un criterio unánime en el consejo editorial…”. En Bang, la respuesta fue rápida y satisfactoria. Lo han editado en castellano y francés. “De todos modos, mientras lo dibujaba, los mejores consejos sobre ritmo narrativo, tono, etcétera vinieron de mi pareja y de los amigos a quienes se lo enseñaba”. Y eso que Ricart no es un recién llegado al oficio. Docente en distintas escuelas de diseño, fue director de la Escola d’Art de Vic, creó el personaje de Catifa en la revista Tretzevents, ha ilustrado portadas, catálogos, diseñado identidad corporativa…

La bibliografía de novelas gráficas o cómics sobre enfermedades es sorprendentemente abultada. En Medicina gráfica, por ejemplo, se puede encontrar una información muy bien ordenada sobre esta específica oferta. La propia web surge de un concepto lanzado por el médico británico y autor de cómics Ian Williams y el equipo español se sostiene con el trabajo de un grupo de sanitarios aficionados al garabato. Para los cómics que tienen como tema principal una enfermedad narrada por alguno de sus protagonistas emplean el término Patografía Gráfica. El temario es amplísimo. Ricart cita Manicomio (La Cúpula) de Montse Batalla y Xevidom. “Va sobre un episodio psicótico y las consecuencias de un agresivo diagnóstico equivocado”. Libros sobre la depresión, los trastornos alimentarios, la pancreatitis, la leucemia…pero siempre yendo más allá de la mera descripción de la patología. Como hace Ricart.

Tiembla tiene más de un registro. No puede decirse que sea compasivo -termina con un “Aprovecha ahora que puedes”-, pero tampoco invita a la rendición. Hay ironía, como cuando emplea la paradójica descripción que hizo el doctor James Parkinson de la enfermedad - “parálisis agitante”- para convertirla en un título de tebeo: “El increíble caso del temblor paralizante”. Hay avisos “sobre el peligro de la depresión”. Hay homenajes a las personas que lo han ayudado y siguen haciéndolo. “Preparo una hoja donde reuniré los retratos de todos aquellos que me han auxiliado. Será una manera de dar las gracias”

Hay alusiones a otras situaciones mucho peores. En una cena de amigos, uno de ellos acude reiteradamente al baño, ha de devolver la comida porque padece una enfermedad rara, la acalasia. “La boca del estómago se cierra y no pueden tragar comida. Incluí esta escena porque tenía la sensación de estar observándome demasiado a mí mismo en el cómic y debía contar otras historias. En el relato de aquel encuentro no quería ser el enfermo estrella de la cena. Lo sería otro”.

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Hay alguna reacción sorprendente como cuando Ricart está a la espera del diagnóstico definitivo, tumor o párkinson, y su personaje, paseando solo en la página 11, piensa: “Ojalá sea un tumor”. “Es lo que me pasó por la cabeza. El tumor, quizás, se curaría. El párkinson es para siempre. Desde luego no pretende ser ningún argumento. Nada es blanco o negro. Luego, por desgracia, llegaría la muerte de Miguel Gallardo de un tumor cerebral, sobre el que también hizo un libro”.

Y hay un relato muy duro sobre un neurólogo de gran hospital. “Fue un caso de maltrato. Siguió un protocolo estricto e hizo una aproximación estereotipada cuando cada enfermo de párkinson es distinto. Llegó a negarme que la desviación lateral que sufría de la cabeza y me dificultaba, por ejemplo, poder caminar recto, fuese párkinson. Tuve una enorme sensación de desamparo hasta que pude cambiar de hospital público y de equipo médico”.

El narrador de Tiembla es Ricart, una voz. Ahora, un grupo de personas con párkinson joven -”hay una chica a la que se lo diagnosticaron a los 21 años!”- celebran una serie de reuniones para poner en común sus experiencias. “Quizás, de estos encuentros, salga otro libro, una exposición…Conviene saber qué piensan otros enfermos”. Se trata de multiplicar las voces sobre una enfermedad que no es desconocida. Más bien… mal conocida. Tiembla ayuda a remediar esta ignorancia.

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