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emergencia climática
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los incendios ya no se pueden apagar en invierno

Hay que tomar conciencia del trabajo a implementar desde ya a largo, medio y corto plazo

Jordi Mir
Incendios
Bomberos de la Generalitat actuando, el pasado miércoles, en el incendio de Artesa de Segre.EFE

Crecí escuchando la expresión “los incendios se apagan en invierno”, una reflexión que apelaba al no haber hecho el trabajo cuando tocaba ante fuegos forestales estivales difíciles de controlar y que generaban importantes pérdidas, también humanas en ocasiones. Una expresión que, aprovechándose del oxímoron, de la unión de conceptos contradictorios, el verano y el invierno, nos hacía pensar en aquello no atendido. Lo importante no es tanto lo que ocurre durante los incendios del verano, cuando nos fijamos en los bosques ardiendo, y sí lo que no se ha hecho en los meses de invierno.

Pero hoy los incendios ya no se pueden apagar con lo hecho el invierno anterior, hemos entrado en una nueva época. Hay que tomar conciencia del trabajo a implementar desde ya a largo, medio y corto plazo para que nuestro hogar no desaparezca cuando ya está en llamas.

Se consideraba que durante el invierno había un conjunto de políticas, actuaciones, que se podían desarrollar para evitar los incendios estivales o minimizar sus consecuencias, para que cuando llegarán se pudiera actuar de manera más afectiva. Esta expresión se decía y se continúa repitiendo, pero ha perdido el sentido que podía tener. La situación de emergencia climática en la que nos encontramos tiene como una de sus consecuencias condiciones meteorológicas que favorecen la proliferación de incendios y el aumento de su gravedad. Y la situación de nuestros bosques tiene como una de sus consecuencias un escenario muy propicio para la propagación de grandes incendios.

Hay que actuar decididamente en diferentes ámbitos. Necesitamos políticas de mitigación sobre el territorio para responder urgentemente a los incendios y sus consecuencias hoy. Los bosques no pueden ser materia combustible a la espera de arder. Deben ser espacios de vida, como en épocas anteriores pudieron ser, que contribuyen a su sostenibilidad. Los bosques resistirán mejor a los fuegos si son espacios en los que conviven agricultura, pasturas, cultivos diversos, árboles de diferentes edades y condiciones…

Hay que actuar decididamente sobre las emisiones contaminantes que agravan las crisis climáticas. Sabemos que la manera de controlar el aumento de temperaturas, causantes de incendios y del aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, es la reducción de emisiones. Lo reclama insistentemente la ONU, el Panel Internacional de Investigadores del Cambio Climático (IPCC), el movimiento ecologista... Pero no lo estamos haciendo. Y hay quien insiste en que es normal que en verano haga calor y tengamos incendios. Claro que es habitual en zonas mediterráneas, pero los récords que no dejamos de batir son una evidencia incontestable de que nos se puede considerar normal lo que estamos viviendo.

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La expresión “los incendios se apagan en invierno” apelaba a nuestras dificultades para avanzarnos a los acontecimientos que sabemos que ocurrirán, que sabemos que pueden ser resueltos antes de que acaben en desastre. Hoy esa apelación continúa siendo urgente, pero hay que saber que ya no bastará lo que hagamos el próximo invierno. Hay que actuar desde ya pensando en las próximas décadas.

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