El pueblo catalán de las 2.000 piscinas se queda sin agua
Los pozos de Vacarisses (Barcelona) se han secado y el Consistorio admite que no hay “ningún plan” para paliar la sequía a corto plazo
Vacarisses es un municipio barcelonés —a medio camino entre Terrassa y Manresa— con 7.500 vecinos y cerca de 2.000 piscinas. Desde el pasado jueves el Ayuntamiento ha impuesto unos cortes de agua que dejan sin suministro a los vecinos de 10 de la mañana a ocho de la tarde. A las 00.00 horas el Consistorio vuelve a cerrar el grifo y no lo vuelve a abrir hasta las seis de la mañana. En total, 16 horas diarias sin agua. Estas restricciones, que se efectúan en plena primavera y cuando faltan muchos días para que lleguen los meses realmente más secos, han cogido a vecinos y comerciantes por sorpresa. El tercer teniente de alcalde, Albert Salamé, es claro: “Los acuíferos que abastecen de agua los pozos se han quedado sin reservas y no tenemos una solución a corto plazo”, explica.
El Ayuntamiento, la semana pasada, optó por cerrar el suministro en todas las fuentes públicas del municipio. Pidió que se hiciera un consumo responsable pero la llamada no sirvió para evitar el peor de los escenarios: los cortes de suministro. “Hemos sufrido una tormenta perfecta. En 2008 pedimos a la Agencia Catalana del Agua (ACA) una conexión con la red de Terrassa -a unos 10 kilómetros- para evitar problemas de desabastecimiento pero esta conexión nunca llegó. Estamos intentando acelerarla pero en el mejor de los casos tardará años”, lamenta Salamé. Sin esa conexión han “trampeado” los veranos más secos perforando nuevos pozos. En 2018 encontraron agua en la urbanización Torreblanca II y construyeron una poza. “No funciona porque la empresa eléctrica no ha instalado la conexión eléctrica que permite el bombeo de agua. Hemos alquilado un generador para extraer agua pero es muy insuficiente”, se queja. “No hay solución. Además hay 2.000 piscinas y huertos que prohibimos que se llenen o rieguen, pero es imposible controlarlo. Desde 2015 hemos aumentado la población en 1.500 personas y tenemos los mismos acuíferos. No hay solución”, insiste el tercer teniente de alcalde. El Consistorio ha colocado cubas en las dos guarderías, los dos colegios y el instituto del municipio además de en el ambulatorio médico para intentar que dispongan de agua. “También en los bares y negocios para que puedan seguir trabajando de alguna manera”, defiende Salamé.
Maite Torres regenta una peluquería en la urbanización Can Serra de Vacarisses. “El jueves me pilló de imprevisto y tuve que anular las citas con todas las clientas”, dice. Su marido es fontanero y rápidamente improvisó un bidón con un mecanismo que le permite seguir trabajando y, “de alguna manera”, intentar que el negocio no tenga que cerrar. “Aún así, no vienen las vecinas. Piensan que tampoco tengo agua. He puesto quejas en el Ayuntamiento y el lunes pondrán un depósito de 1.000 litros en la puerta de mi negocio, como están haciendo con los restaurantes. No creo que sea muy útil. Es lo que faltaba después de la pandemia, cada vez es más difícil trabajar”, lamenta la peluquera.
“Vacarisses tiene 16 urbanizaciones y a todos nos ha sorprendido que, sin avisar, nos corten el agua de un día para otro”, revela una vecin que prefiere el anonimato, de la asociación de vecinos Colonia Gall. “El equipo municipal lo sabía hace tiempo y no se ha solucionado como tenía que hacerse. Hace unos días comunicaron lo de cada año: que las piscinas no se pueden llenar con agua de boca. Pero el mismo alcalde sabe que no hay manera de controlarlo. La única solución es conectarnos de una vez a la red de minas de Terrassa”.
Salamé niega que no se haya avisado con antelación a la población. No es la primera vez que Vacarisses sufre estos cortes. También los hubo en 2007 y 2016. “Aunque entonces no eran tan estrictos como los de ahora. La única solución es que llueva y mucho”, reconoce el tercer teniente de alcalde.
El jueves fue el primer día de cortes en todo el municipio salvo en las urbanizaciones de La Creu, Els Caus, El Ventanyol y El Palà. Precisamente los vecinos de estas urbanizaciones, pese a no tener restricciones, son muy críticos con la gestión municipal. David Molina es el presidente de la asociación de vecinos de El Ventanyol y pide que no se criminalice a los vecinos con piscina: “En este municipio pagamos impuestos por tener piscinas y también pagamos el suministro. El agua, cuando llega, fluye totalmente marrón y esto va a destrozar muchos electrodomésticos. Eso no sé quién lo pagará. Mientras tanto, las administraciones siguen sin conectarnos a la red de aguas”.
El año hidrológico que comenzó el pasado 1 de octubre de 2021 acumula hasta el 17 de mayo de 2022 una total falta de precipitaciones en Cataluña. De hecho, zonas como la de Vacarisses no ha llegado a alcanzar ni las tres cuartas partes de precipitaciones de un año normal y el déficit de lluvias supera el 25%.
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