Cinco restaurantes de Barcelona con terraza para disfrutar
Es un clásico del buen tiempo, jugar a descubrir nuevas terrazas. Os ayudamos un poco con cinco propuestas muy diferentes
Con la bonanza climatológica que tenemos, las terrazas en Barcelona funcionan todo el año, pero si hay un tiempo en que las disfrutamos con ganas es ahora. Cuando ha estallado la primavera y nos hemos librado de las capas de ropa, jugar a descubrir nuevas terrazas es el mejor divertimento. Disfrutar del sol del mediodía con una buena comida o alargar la tarde con una cena al aire libre son pequeños placeres que ponen música a los días. Como todos vamos como locos escribiendo terrazas en los buscadores digitales, os proponemos cinco en la ciudad, muy diferentes entre ellas, que cumplen los dos requisitos que les pedimos, que el calor o el fresco pasen tan bien como lo que se come.
En la plaza Molina, en el mismo local donde durante 36 años La Bodega hizo felices a tantos fieles, reabrió hace poco más de un año La Xarxa, justo al lado de Casa Varela, matriarca del grupo. Precisamente en un punto donde el ruido y el humo se multiplican por el cruce de la Vía Augusta y la calle Balmes, la terraza de este restaurante emerge como un buen sitio para refugiarse de los excesos de la ciudad. Y es abrir la carta y ver platos pasando a tu alrededor, que te das cuenta de que el exceso ahora lo vas a cometer tú porque la calidad de los productos, de temporada y proximidad, con una intervención mínima pero la cocción adecuada, dirigida por el chef Carlos Allué, se lo valen. La idea es compartir platos y degustar un poco de todo. Así que no dejéis pasar de largo las croquetas de marisco, los berberechos -de un buen tamaño, pidiendo un mordisco para que explote su sabor- las navajas, las anchoas en vinagre, la tortilla fea de bacalao o su plato estrella: el taco de langostino con pico de gallo y mayonesa de chile. De plato fuerte, uno de los indispensables es el arroz sense feina -a veces se agradece ir de señorita-, receta de la casa desde 1969. Pero si sois más de carne, tiene unas estupendas albóndigas con trompetas de la muerte o un filete muy sabroso acompañado de patatas fritas y pimientos del piquillo, además de los clásicos macarrones de esta casa, rellenos de carrilleras en su jugo. Después de esto, regado con algunos de los vinos seleccionados por Vila Viniteca, ni oiréis el rugir de la ciudad. Plaza Molina, 2, Barcelona.
Si Superclassic se llama así es porque también ocupa el espacio donde había un referenciado restaurante, Iposa, que junto con Dos Trece, Carmelitas o Ra, fueron testigo de la efervescencia ociosa del Raval a principios de los 2000. En este caso, es el propietario de Last Monkey, un local de tapas asiáticas en el barrio de Sant Antoni, Stefano Mazza, quien ha resucitado el encanto de los Jardines del Doctor Fleming, con una vermutería con terraza, donde encontrarse con los amigos para tomar vermuts catalanes e italianos, cervezas bien tiradas o vinos seleccionados, acompañados de tapas clásicas. Es un lugar que quiere convertirse en un superclásico sin artificios, con producto de calidad que llega a la cocina directo de La Boqueria, que está al lado, y un ambiente relajado. Destacan en la carta la ensaladilla rusa con tartar de atún, las alcachofas confitadas con salsa brava, el roastbeef con cebolla caramelizada o el carpaccio de gambón. Es ideal para reunirse hacia el mediodía o al anochecer, con el plus que tiene un parque para las criaturas enfrente. Pocos lugares así hay para dar un sorbo de aire en medio de las angostas calles del Raval. Calle de Les Floristes de la Rambla, 14, Barcelona.
Es de esas terrazas de las que te tienen que hablar. Porque queda muy escondida en la calle Minerva, a unos metros de la avenida Diagonal. Nadie diría que en esa zona puede haber un espacio abierto donde tener la sensación de estar en un auténtico vergel, con plantas de todo tipo, también hortalizas, escalando a tu alrededor. Este agradable restaurante es obra de Tamsin Wright y Paula Ospina, una escocesa y una colombiana residentes en Gràcia, que querían crear un espacio saludable en la ciudad. Un rincón en el que encontrar calma, mucho verde y una cocina saludable y deliciosa. Realmente, han creado el lugar al que ellas quisieran ir y donde todo respira su esencia: desde la frondosa vegetación exterior hasta las fotografías de viajes que decoran el interior. Influenciada por la gastronomía de los países que han visitado, la carta, donde priman los criterios de temporada, proximidad y sostenibilidad, incluye platos como la hamburguesa de salmón salvaje con mayonesa de wasabi, el curry tikka masala con anacardos, que se sirve con arroz y pollo o sólo verduras, las alcachofas confitadas con hierbas y aceite de oliva o una variada propuesta de ensaladas -que cambian según la temporada. Para beber aquí predominan los zumos naturales, y al trabajar con pequeños proveedores, su bebida de cola es Fritz Cola. Pero también sirven vinos y cervezas. De elaboradores del barrio se abastecen para otros productos, como los helados, que llegan de la cercana Paral·lelo, una de las mejores heladerías de la ciudad. Calle Minerva, 2, Barcelona.
Cómo nos gustan las terrazas al lado del mar. Así que no podía faltar una para comer cerca del agua, notar cómo la brisa se lleva el calor y sentirnos un poco más cerca del verano que se vislumbra. Camping Mar, que gestiona el Grupo Tragaluz, tiene una de las terrazas más escondidas del litoral, en el final del paseo Joan de Borbó, dentro de la Marina Vela. Su orientación ofrece unas vistas nuevas con agua salada de por medio. Desde sus mesas, percibes tanto los barcos deportivos anclados como la más aferrada montaña de Montjuïc, y el imponente hotel W te queda detrás. Aquí se viene a comer cocina clásica de costa, presentada con algún toque de modernidad. Para empezar destacan entrantes como el aguacate a la brasa con lechuga, el tartar de atún, la tortilla abierta de bogavante, las croquetas de pollo y jamón o los mejillones de crema de hierbas. Con una variedad de seis arroces diferentes, el más elegido es el de gambas y calamar, que se presenta en la mesa con la paella, donde se puede constatar que sólo se ha puesto una fina capa de un dedo de arroz, una regla de oro de la paella valenciana. Espaguetis con almejas, rodaballo a la leña o milanesa de pollo de corral son otras de las propuestas. Passeig Joan de Borbó, 103, Barcelona.
Cuando Green Spot abrió hace seis años detrás del Pla de Palau ya nos avisó de que su concepto de vegetariano llegaba dispuesto a seducir a los no vegetarianos. Y algo habrán hecho bien porque el restaurante está considerado uno de los mejores vegetarianos de Barcelona. Ahora han abierto la terraza que tanto reclamaba un sitio con esta filosofía verde, pero van un poco más allá de las verduras para ofrecer una cocina saludable y sabrosa, que también incluye algunos cortes de carne o pescado. Sin embargo, la base del concepto sigue siendo mimar las verduras. Como su nombre indica está cerca de la avenida Diagonal, en una casa de los años setenta con porche y jardín de pinos. Sí, sí, un lugar tan verde que otra vez te sitúa mentalmente fuera de la ciudad, lejos de las oficinas y tiendas que lo rodean. Este proyecto de Tomás Tarruella, del grupo En compañía de lobos, resulta un lugar fresco y distendido donde mimarse un rato. Croquetas verdes, hechas con kale, tirabeques y guisantes con un punto fuerte de wasabi; hummus de nueces; o setas maitake con berenjenas en el horno, anacardos y miso blanco (un plato sorprendente que se ha convertido en el más pedido de la casa). El otro clásico es la pizza negra, que la hacen con calabaza, apio, cebolla caramelizada, pistachos y queso de cabra. Pero además se puede comer pollo de corral, ternera ecológica o tortilla asalmonada del Pirineo. Avenida Diagonal, 593, Barcelona.
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