La huida desesperada del campo de refugiados que condujo a 39 palestinos a Barcelona
La mayoría de los viajeros ya han abandonado la terminal y están en manos de Cruz Roja a la espera de que se tramite su solicitud de asilo

El aterrizaje en Barcelona fue el último paso de un periplo que llevó a 39 palestinos, miembros de cinco familias, desde un campo de refugiados de Líbano hasta las puertas de Europa. El lunes, un vuelo chárter llegó al aeropuerto de El Prat procedente de Egipto. Los viajeros, que habían embarcado antes en dos aviones más —de Beirut a Addis Abeba (Etiopía) y de allí a El Cairo (Egipto)—, debían seguir ruta hacia Sudamérica, pero manifestaron su intención de solicitar asilo. Después de unos días de burocracia, la mayoría había abandonado ayer la Terminal 1 y había recibido la autorización de la Policía Nacional para entrar en territorio español. Aquí seguirán los trámites para obtener la protección internacional. Los que aún permanecen en El Prat seguirán los mismos pasos, previsiblemente, en las próximas horas.
Los 39 viajeros comparten origen y circunstancias vitales: salieron del campamento de refugiados de Burj Barajneh, en el sur de Beirut, para escapar de una existencia cada vez más precaria. Pertenecen a cinco familias y entre ellos viajan menores y una mujer de 90 años.
Las peticiones de asilo en frontera no son extraordinarias. “Es uno de los mecanismos previstos para obtener la protección y una de las pocas alternativas que tienen algunos colectivos, como el de los palestinos”, explica Anna Figueras, abogada de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado (CCAR), que explica cómo “la situación de los palestinos en Líbano se ha agravado con el tiempo”.
Lo que resulta peculiar es que tantas personas soliciten asilo en un mismo vuelo. Según fuentes cercanas al caso, las familias pagaron a un intermediario en Líbano para comprar los billetes de avión. Los viajeros detallaron a la Policía las circunstancias en que lograron abandonar el país y la ruta aérea que siguieron.
Cuando un ciudadano manifiesta su deseo de solicitar asilo, debe explicar a los agentes de frontera cuáles son sus motivos y aportar, si tiene, pruebas (vídeos, documentos...). Los 39 viajeros de El Prat contaron que proceden de Burj Barajneh, creado en 1949 y que acoge a miles de refugiados palestinos.
Las condiciones de vida en ese campo, según relataron, no dejan de empeorar. “Detallaron las condiciones de vida insalubres en Burj, explicaron sus dificultades para acceder al mercado de trabajo y denunciaron el control que las mafias hacen de la vida allí”, señala Helena Martínez, la abogada del turno de oficio que atendió a una de las familias y estuvo presente en las entrevistas.
Los palestinos también contaron, por ejemplo, que el tendido eléctrico del campo es tan caótico que, cuando llueve, el riesgo de electrocución es enorme. Raquel Martí, directora ejecutiva de UNRWA España —la agencia de la ONU para los refugiados palestinos en Oriente Próximo—, confirma que cada año mueren niños electrocutados por ese motivo. La situación en los campos de ese país es “desesperante”, dice Martí. “Ha aumentado el número de personas en los campos, pero también los niveles de violencia, el tráfico de drogas y de armas”.
En Líbano, las familias palestinas carecen de derechos civiles —tienen vetado el acceso a una cuarentena de profesiones y a la sanidad pública, explica Martí. Los refugiados “viven en condiciones sociosanitarias terribles” en el contexto de una crisis social, política y económica de extrema gravedad, con carencia de productos básicos e inflación galopante. “Todo el que puede salir del país, de forma legal o ilegal, lo hace. Me consta que muchos palestinos salen de esta forma”, dice sobre los 39 llegados a El Prat.
Desde el lunes, las familias han permanecido en la sala para solicitantes de asilo del aeropuerto. La situación colapsó inicialmente a la Policía, que con la ayuda de Cruz Roja trató de acomodar a los viajeros.
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