_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Michaux, Solar, Güell

Aunque no es una temporada esplendorosa de exposiciones, hay que reseñar muchas de interés. Una es la dedicada al poeta belga en la galería Marc Domènech. Viajero infatigable, fue también un gran pintor

'Sans titre', 1979, de H. Michaux.
'Sans titre', 1979, de H. Michaux.EL PAÍS
Victoria Combalia

Aunque no es una temporada de exposiciones esplendorosa, hay que reseñar muchas de interés. Una de ellas es la dedicada a Michaux en la galería Marc Domènech. El poeta Henri Michaux (1899-1984), viajero infatigable de viajes reales e imaginarios, fue también un gran pintor no adscrito a ningún movimiento, aunque en los libros de arte sus signos febriles y frágiles suelen ubicarse en la abstracción lírica de postguerra. Pero en realidad enlaza con la corriente de pintores visionarios, es decir, el Victor Hugo de los rostros, el Kubin espectral y el Munch de los seres angustiados.

“Pinto para desacondicionarme” escribió Michaux, y añadió: “la línea busca sin saber lo que busca”: este dejarse ir obedecía al deseo de dejar fluir los mecanismos inconscientes, y seguramente de huir de la extrema laboriosidad formal de su obra escrita. En la muestra hay muchas acuarelas, acrílicos , un solo frottage (la técnica inventada por Max Ernst, tan admirado por Michaux junto a la obra de Paul Klee) y tan solo dos dibujos mescalínicos. Porque Michaux experimentó con la mescalina por primera vez en 1954 y lo hizo a través de Jean Paulhan, quien obtuvo la droga del famoso neurólogo Julián de Ajuriaguerra. Michaux nunca fue un adicto, la experiencia fue fruto de su curiosidad intelectual y el resultado son unos dibujos intensísimos, llenos de líneas tan vibrantes y tan tupidas que asemejan las formas de un hormiguero. Otros muestran un gran surco central con ramificaciones laterales y paralelas, como si el espacio se rajara y con evocaciones animales, vegetales o humanas.

Y como cada vez es más difícil encontrar obras de Michaux, no se pierdan esta muestra en la que descubrirán a un artista que indaga un mundo interior desde posiciones tan dispares que pueden ir desde la violencia extrema al misticismo contemplativo.

En otros registros, tenemos a dos artistas jóvenes , ambas mujeres. Una es Teresa Solar, que expone en la Galería Joan Prats un trabajo titulado El tiempo de las lombrices aunque tanto a mí como a otros espectadores estas obras les pueden sugerir múltiples formas. Al inicio hay dibujos que evocan lenguas, fauces, genitales, todos ellos delicadamente dibujados en tonos anaranjados. Pero más allá están sus esculturas realizadas con barro en su parte exterior y con cerámica de color rojo-anaranjado en el interior. Son formas que parecen rocas y estos días resulta inevitable no asociarlas a las imágenes del volcán Cumbre Vieja de La Palma con su fosforescente lava rojiza que brilla con una sobrecogedora intensidad. Estas formas geológicas, nunca geométricas sino alveoladas, con su caparazón de un color marrón gris también parecen conchas, matrices, vaginas y lo que el espectador quiera ver. La obra más impresionante es <CF1001>Tuneladora</CF>, un bloque informe igualmente gris del que surgen un par de aletas de resina de color azul. La comisaria de la muestra habla de cuchillas o remos y de la simbología del delfín, pero en realidad asemejan a dos piernas voladoras, una de las imágenes más misteriosas y sorprendentes vistas últimamente en el panorama de la joven escultura española.

La otra artista es Núria Güell (en la Fàbrica Fabra y Coats), que desde hace años pone en cuestión, con obras llenas de inteligencia, radicalidad y atrevimiento los límites de la legalidad y del poder abusivo de las instituciones capitalistas.

Al ser muy crítica con la idea de una muestra retrospectiva, ha pedido a artistas amigos que reinterpreten algunas de sus obras, pero otras son de ella misma. Una de ellas es la copia de las declaraciones de intenciones de los museos (tachando el nombre de la institución). Me ha entusiasmado como Nuria Güell denuncia el buenismo de estas parrafadas tan políticamente correctas: “tenemos/ una gestión responsable con clara vocación de “revolución permanente”, se lee en un panel, y en otro: “impulsamos prácticas artísticas (…) que sirvan de laboratorio para una nueva ciudadanía”. No me imagino a Manolo Borja Villel empuñando un arma contra un representante del Ibex 35, pero si leemos estos textos uno podría deducir que los museos “comprometidos” son ahora escuelas de guerrillas anticapitalistas o cursillos para entrar en la CUP o en Izquierda Unida.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Otra obra magnífica es la de Nuria hablando con una monja youtubera , a la que le explica que ella inventó un sistema para robar dinero a los bancos. La monja le contesta que “se trata de un acto de justicia”, que aquello no es pecado. Genial. Me gustaría que Nuria Güell se haga aún más famosa, pues su capacidad para ampliar nuestra conciencia de forma imaginativa e irónica es un soplo de aire fresco dentro del arte político.

Victoria Combalia es escritora y crítica de arte


Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_