Cap de Creus, un paraíso resiliente a las llamas frente al mar
Los expertos creen que la vegetación afectada por el incendio del parque natural se regenerará entre dos y cuatro años y piden cambios para evitar futuros desastres
Lo que más indigna a los que se juegan la vida contra las llamas es cómo un simple gesto como lanzar una colilla de apenas un centímetro puede llegar a poner en jaque a 3.000 hectáreas de paraíso natural. El incendio del pasado fin de semana en Cap de Creus (Girona), un vasto territorio en el que las estribaciones orientales de los Pirineos encuentran su final en el Mediterráneo, devoró más de 400 hectáreas del parque natural y estuvo a un suspiro de viento de acabar con el monasterio de Sant Pere de Rodes. Pero la catástrofe, que los investigadores creen que se originó por un pitillo mal apagado, pudo ser mucho peor. “Hubo un momento crítico en el que, si el fuego llega a sobrepasar un collado, habría saltado a una zona de 3.000 hectáreas en la que extenderse fácilmente… Pero los bomberos lo lograron parar”, explica por teléfono el biólogo Ponç Feliu, director del parque natural, tras una semana en la que, admite, apenas ha pegado ojo.
La consejera de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, Teresa Jordà, explicó el pasado martes en una visita oficial que la previsión es que la vegetación afectada pueda regenerarse en un periodo de “entre dos y cuatro años”. El director del parque natural añade: “Se han quemado pocos árboles. El lugar es seco con matorrales, estepa, brezos… un terreno acostumbrado y adaptado al fuego y que podrá rápidamente colonizar en lugares fértiles”. A partir de ahí, el biólogo explica que lo que toca ahora, mayormente, es esperar a que el terreno “haga solo”. “Se tiene que dejar el suelo más tranquilo, no removerlo, no erosionarlo…”, incidía el director el pasado jueves apenas unas horas antes que se declarara otro incendio en la sierra de Montgrí, al sur del Cap de Creus.
La profesora de Ecología de la UAB, investigadora del CREAF y experta en la zona, Sandra Saura Mas, explica que tras la catástrofe lo que toca ahora es “rebrotar y germinar”. “La naturaleza es compleja y en la ecología casi nunca hay una respuesta única. En este caso, por el tipo de suelo y de flora, un tiempo de entre dos y cuatro años me parece razonable para la regeneración”. La ecóloga añade que la mayoría de los arbustos de clima mediterráneo tienen algún mecanismo de regeneración. Otra historia son los animales e insectos. “Las hormigas, por ejemplo, se esconden debajo la tierra y son capaces de aguantar altas temperaturas. Los pájaros huyen. El mayor problema es cuando el incendio afecta a animales de ribera como anfibios, ya que no pueden escapar”, añade Saura.
La vegetación se recuperará y los animales, probablemente, volverán. Pero si hay una cosa que queda clara en este julio negro de fuego en Cataluña y que los expertos llevan años alertando es el peligro que supone el progresivo crecimiento de la masa forestal en Cataluña por el paulatino abandono, desde los años setenta, de los campos de cultivo. Hoy, casi el 65% del territorio de Cataluña es superficie forestal. “Son zonas donde antes había muchos campos de cultivo y que ahora son bosques. Quizás es un buen momento para replantear, con los actores implicados, el modelo. Cultivar zonas, abrir espacios agrarios... eso ayudaría a cortar el fuego”, añade Saura. El director del parque incide en la misma idea: “Estimular un mosaico agroforestal. Fomentar la diversidad de usos en la zona. Esta es la actuación que se debe llevar a cabo en el territorio y que evitaría incendios en el futuro..”.
Cuando el fuego acaba con los peces
El incendio de Cap de Creus no llegó a afectar a una zona de riberas, muy rica desde el punto de vista ambiental, de la zona. Sí ocurrió en el incendio de 2003 de Sant Llorenç de Savall en el que murieron cinco personas. Los daños todavía perduran y según el catedrático de la UB en Ecología Narcís Prat, los peces " aún no han vuelto”. Prat se muestra crítico con el mensaje de la consejera Jordà del pasado martes, cuando celebró que especies amenazadas como el águila cuabarrada no se vieron afectadas en Cap de Creus. “No hay que despreciar a la vegetación o insectos. Parece que a la Generalitat solo le importan los daños a las especies más llamativas”.
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