El aeropuerto de El Prat fía la reactivación en los vuelos cortos ‘low cost’
La estrategia de Aena de potenciar el largo radio y potenciar Barcelona como ‘hub internacional’ no despega
Al aeropuerto de Barcelona le cuesta recuperar altura después del descalabro provocado por la pandemia. Aena calcula que no será al menos hasta el año 2026 cuando se vuelva a los registros precovid. Pese a ello, el operador aeroportuario sigue apremiando para encontrar una solución que permita aumentar el techo máximo de actividad, limitado a los 55 millones de pasajeros al año con la configuración actual de las pistas. La compañía, propiedad del Estado en un 51%, pone la mirada en un pretendido crecimiento de los vuelos de largo radio. La realidad revela que el coronavirus ha dilatado la fecha roja para llegar al tope de capacidad de la instalación y certifica que la recuperación del tráfico viene, lentamente, de la mano de las rutas más cortas.
Vueling concentra el grueso de la actividad en las terminales del Josep Tarradellas. Casi uno de cada tres viajeros vuela con los aparatos de la compañía nacida el 2004 en Barcelona. La aerolínea ha revelado que este verano despliega una oferta 104 rutas desde las pistas de El Prat. Una cuarta parte son vuelos domésticos y el resto, 78, corresponden a lo que la empresa denomina “destinos internacionales”. Son vuelos rápidos, que permiten encadenar operaciones en un ir y venir continuo. Hasta media docena de viajes en una misma jornada.
Las dos últimas novedades que ha presentado Vueling responden a ese perfil. Se trata de los enlaces desde Barcelona con Belfast y Newcastle. “Vuelos baratos a las principales ciudades europeas” es uno de los eslóganes que más repite la compañía. Para ofrecer billetes a precios ajustados, la rentabilidad tiene que afinarse al máximo y el interés de Vueling pasa por pluriemplear sus Airbus A320.
Con objetivo parecido opera Ryanair, la segunda aerolínea con más volumen en el El Prat, con casi ocho millones de usuarios en 2019. La low cost irlandesa ha anunciado nuevas rutas para este verano: la isla griega de Creta, las ciudades holandesas de Eindhoven y Maastricht y dos vuelos semanales a Odesa. Alcanzar la ciudad ucraniana conlleva el viaje más largo: apenas tres horas y media.
Pese a la voluntad manifiesta de los gestores del aeropuerto de reivindicar al Josep Tarradellas como “hub internacional”, una base de operaciones para unir Europa con América, Asia y África, el largo radio permanece en letargo. En los días previos a la pandemia, Barcelona consolidó 47 vuelos intercontinentales, según Sonia Corrochano, la directora del aeropuerto. Ahora, sin embargo, el largo alcance solo oferta rutas directas con Singapur, Miami, Qatar, Abu Dhabi, Senegal y Gambia, además del vuelo a Argentina de Level. Se han cancelado sin fecha prevista de reactivación vuelos directos a Hong Kong, China y Corea, así como las rutas sin escalas a Canadá, Chicago y Washington. Marruecos anunció a finales de marzo la suspensión de sus vuelos con España, “hasta nuevo aviso”, como también ha quedado congelado el vuelo directo a Teherán de Iran Air.
El tráfico entre continentes se ha quedado en mínimos. El esperado aplacamiento del virus y los progresos en la vacunación alimentan mejores previsiones, pero el aumento de actividad en la larga distancia se estima aún muy modesto. México concentra las expectativas. Van a coincidir la recuperación del vuelo de Emirates a Ciudad de México y el que opere Aeroméxico con idéntico destino. Level ha anunciado que volará a Cancún, a partir del 2 de julio. La aerolínea low cost de IAG dice que la ruta refuerza su “compromiso con la conectividad de largo radio de Barcelona”. Lucía Adrover, directora comercial de Level, se muestra optimista: “Nos hace mucha ilusión lanzar esta nueva ruta, una muestra de la agilidad de Level para adaptarse a la situación actual y ofrecer nuevos destinos”.
Aena defiende la estrategia de la anticipación como eje de su plan de actuación para alcanzar la recuperación. Acaba de estrenar la remodelación de un ala de la terminal T1 para lograr acaparar más vuelos de largo radio. “Pese a las restricciones hay motivos para volar y el transporte aéreo es fundamental”, razona la directora del aeropuerto, Sonia Corrochano.
Se han invertido 48 millones en el proyecto de reconversión de una parte de la T1, se han construido dos nuevas plantas para separar las salidas y llegadas, se han puesto más controles de seguridad para inspeccionar a los pasajeros que viajan en los vuelos que van más allá del espacio Schengen y se han ampliado y adecuado pasadizos, fingers e instalaciones. El objetivo es poder dar servicio a los aviones de fuselaje ancho que emplean las aerolíneas en rutas intercontinentales. La infraestructura está a punto. Todavía faltan los viajeros.
Cierre de la T2 pero necesidad "urgente" de ampliar la T1
Entre los años 2015 y 2019, el número de viajeros usuarios del aeropuerto de Barcelona creció un 24%, saltando de los 39,7 a los 52 millones de pasajeros anuales. El año pasado, golpeado por la pandemia, no se llegó a los 13 millones. Un batacazo del que no resulta fácil salir. La muestra más visible de la escasa actividad que registran las instalaciones del aeropuerto de El Prat es la T2. La terminal está cerrada a cal y canto desde el mes de diciembre y la dirección del aeropuerto no concreta hasta cuando permanecerá inoperativa. “La previsión de reapertura es compleja”, alega la directora de la infraestructura, Sonia Corrochano. “Si la T2 está cerrada es porque con la actividad actual, la T1 es suficiente”, asegura. El estado de abandono de la terminal que luce un mural de Miró en la fachada ha quedado algo matizado por la presencia de los operarios que se han encargado de restaurar aceras o renovar el sistema de climatización. “Hemos hecho muchas cosas estos meses”, afirma la directora del aeropuerto de El Prat. Tener la T2 cerrada es algo pasajero, como el virus. Definir cómo y por dónde puede crecer el aeropuerto “es urgente”, advierte.
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