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opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El trágala de ERC a Junts

Aragonès pretende formar a medias con la derecha un Gobierno con un programa de izquierdas pactado antes con la CUP

Enric Company
Oriol Junqueras (izq.) y Carles Puigdemont, en el Parlament, en 2017.
Oriol Junqueras (izq.) y Carles Puigdemont, en el Parlament, en 2017.Massimiliano Minocri

Un mes y medio después de las elecciones autonómicas del 14-F que ganó el partido socialista, otro partido, ERC, que quedó en segunda posición negocia con la derecha catalana para alzarse con la presidencia de la Generalitat a cambio de cederle a Junts, el partido de Carles Puigdemont, aproximadamente la mitad del gobierno que ambos formen a continuación. La coalición solo es posible si cuenta además con el apoyo de los diputados de la CUP, algo que se da por casi seguro siempre que se trate de ir contra el partido socialista y los comunes, como es el caso. Es lo que ERC y la CUP ya han acordado, a la espera de que Junts se les sume. ERC, Junts y las CUP suman 74 escaños, seis por encima de la mayoría absoluta del Parlament.

La insistencia de Aragonès en lo del gobierno de izquierdas e independentista le suena a gato encerrado a Junts

De manera del todo incoherente, el candidato que ERC propone como futuro presidente, Pere Aragonès, proclama sin embargo que el gobierno que quiere formar a medias con la derecha será un gobierno de izquierdas. No lo define mediante una fórmula, que sería bastante más ajustada a la realidad, como una gran coalición nacional-independentista. O, simplemente, independentista. Lo dice una y otra vez, incluso después de que los socialistas y los comunes le hayan ofrecido negociar fórmulas para articular una mayoría y un gobierno de izquierdas que no tenga la derecha dentro. La suma de los diputados del PSC, ERC y En Comú-Podem da 74 escaños. O sea, también seis por encima de la mayoría absoluta.

Los primeros en percibir la incoherencia en las palabras de Aragonès son los dirigentes de Junts. Ellos no se ven a sí mismos como miembros de un ejecutivo izquierdista. Sostienen que la cuestión es que el gobierno que se forme sea consecuentemente independentista, algo que en sus planteamientos solo está garantizado si se incorpora su propia iniciativa, sus propuestas y sus liderazgos, en particular el de Puigdemont. La insistencia de Aragonès en lo del gobierno de izquierdas e independentista le suena a gato encerrado, a Junts. Una fórmula para tenerles pillados en minoría dentro de la alianza independentista. Dos contra uno. Junts en minoría frente a ERC y CUP. Un trágala negociado a sus espaldas, como le recriminó el viernes pasado al propio Aragonès el diputado de Junts Albert Batet en el primer debate de la sesión de investidura.

Este planteamiento es de muy difícil asunción para Junts. El trágala, además, es toda una demostración de fuerza por parte de ERC. Pretende ser la materialización de un cambio en la dirección del movimiento independentista. Lo que desde 2012 ha estado bajo la dirección de la Convergència Democràtica de Artur Mas y luego, en sus sucesivas mutaciones, bajo la de Puigdemont, pasa a estar bajo la dirección de ERC y la CUP. ¿De un eventual presidente llamado Pere Aragonès? No, todos saben que la cuestión no está entre Aragonès y Puigdemont sino entre Puigdemont y Oriol Junqueras, los presidentes de Junts y ERC, respectivamente. Ahora mismo, entre Waterloo y Lledoners.

La cuestión no está entre Aragonès y Puigdemont sino entre Puigdemont y Junqueras, los presidentes de Junts y ERC. Ahora mismo, entre Waterloo y Lledoners
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El cambio en la relación de fuerzas dentro del campo independentista se ha modificado a favor de ERC en las elecciones del 14 de febrero. Pero por un margen tan estrecho que sería ilusorio tenerlo por definitivo. ERC obtuvo el 21,3% de los votos frente al 20,04% de Junts. Los dirigentes de Junts tienden a pensar, no sin argumentos, que en unas próximas elecciones pueden recuperar el 2,72% que el 14 de febrero consiguió el PDeCAT de Artur Mas, una vez que se ha demostrado que el grueso del voto exconvergente se ha decantado por Junts, con lo que se podrían poner otra vez por delante de ERC. Este 20,4% de Junts más el 2,72% del PDeCAT suman un 22,72% que le hubieran colocado por delante del 21,3% de ERC. Por poco, pero por delante. La relación sería otra, claro. La idea de que hay un empate entre ERC y Junts dificulta la aceptación del trágala fabricado por ERC y la CUP para sus eventuales aliados.

Enzarzados Puigdemont y Junqueras en la permanente e irresuelta pugna por la primacía en el independentismo, parece como si esta fuera la madre de todas las guerras. Pero no es así. ERC está en manos de Junts desde el momento en que Junqueras decidió hace ya mucho tiempo, prácticamente desde que se hizo con el mando del partido, que su verdadero adversario en Cataluña es el partido socialista y no la derecha catalana. Sin esa premisa, ya habría ahora un presidente y un gobierno de izquierdas en Cataluña.

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