El efecto arrastre de Seat
La fabricación de un vehículo eléctrico en Martorell contribuirá a la transformación de la industria del motor
Más de 140.000 personas trabajan en Cataluña en la industria de la automoción. Y los empleos de unos 38.000 están en riesgo si sus empresas no se transforman para hacerse un hueco en el negocio del vehículo eléctrico. Los expertos consideran que la fabricación de un coche propulsado por baterías en la planta de Martorell de Seat podría arrastrar al resto del sector a la reconversión necesaria para dejar el motor de combustión a un lado y evitar el cierre.
En 2007 la Generalitat publicó un estudio sobre la relevancia de la que es la mayor fábrica de Cataluña: entonces representaba el 1,2% del PIB catalán y de ella dependían 39.000 personas, el 5% del empleo industrial en Cataluña. Unos cálculos más recientes de efectuados por la propia Seat la situarían en torno al 4,2%. A sus casi 10.000 millones de euros de facturación se les suma casi 15.000 empleos directos ymás de 103.000 inducidos en el conjunto del territorio español.
“O se transforman o el sector no aguantará los cambios que vienen. Y un proyecto tractor como el de Seat obligará a hacer ese cambio”, opina el presidente del Clúster de la Industria de la Automoción de Cataluña, Josep Maria Vall. Su criterio es compartido por la directora general de Industria de la Generalitat, Matilde Villarroya, si bien ella fía ese éxito a otro condicionante: “Será importante siempre y cuando este proyecto incluya a componentes que procedan de la cadena de valor local”, lo cual, asegura, va en la buena dirección después de que tanto Seat como el Ministerio de Industria hayan mostrado su “voluntad” de que así sea.
Fuentes del Gobierno central aseguran que el poder del nuevo proyecto de Seat favorecerá al resto de la industria por su arraigo y porque tienen más productos que el resto de competidores y porque arrastrará a otros sectores vinculados.
Villarroya recuerda que países como Francia o Alemania están tomando ese camino de primar el consumo de componentes fabricados en el propio país, una tendencia denominada relocalización y que en España parece no haber llegado todavía, en parte por la falta de casas matrices. Pero el proyecto de construir una fábrica de baterías para suministrar a Martorell podría entrar en esa tendencia: se pretende conseguir el litio de las fábricas de Extremadura y generar toda una cadena de valor que acabe en la línea de producción de la factoría de Seat.
Así, Seat muestra el camino del futuro poco menos de un año después de que Nissan anunciara su cierre industrial en Barcelona. El Clúster de la Automoción de Cataluña advierte que o la industria del motor se transforma en esta década o entre un 70% y un 75% de las compañías que la componen pueden desaparecer en 2030. Cuando los nubarrones de Nissan acechaban, la Generalitat hizo una diagnosis del sector y calculó que casi la mitad del medio millar de fabricantes de componentes para el motor están en peligro por la megatendencia de la automoción que representa el coche eléctrico. Continental y Bosch son ejemplos del riesgo de producir elementos obsoletos para la nueva generación de vehículos: cerrarán sus plantas en Cataluña.
“Ha de haber una transformación y muchas de las empresas que lo tendrán que hacer lo tendrán que hacer a una velocidad enorme. Algunas no resistirán el cambio”, afirma Valls, quien apunta que el cambio no solo lo tendrán que hacer las empresas, que la transformación también afectará a la formación de los empleados, más requeridos de formación digital.
Villarroya explica que la Generalitat ha abierto una línea de ayudas para ayudar a buscar alternativas de futuro para aquellas empresas que están más amenazadas por la reconversión del sector de la automoción y para realizar inversiones para hacer ya los cambios.
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