Los ‘anarcos’ del mechero Bic
Los Mossos sospechan que hay una docena de implicados en la quema de la furgoneta de la Guardia Urbana
Las ocho personas detenidas el pasado sábado acusados de quemar una furgoneta de la Guardia Urbana, vandalizar cinco bancos, un Zara y un hotel NH tienen tres elementos en común: son anarquistas, okupas y todos llevaban el mismo mechero Bic de color ocre oscuro, según explican fuentes policiales. Los Mossos creen que el grupo (cinco italianos y una italiana, una francesa y una española) estaba formado en realidad por más personas, entre 12 y 16. “Unos llevaban a cabo la acción, otros la dirigían y otros la controlaban. No tuvimos la suerte de pillarlos a todos juntos”, señalan. En el registro de las naves de Canet de Mar y de Mataró, la policía encontró a seis personas más, que no han sido imputadas. “Eso nos indica que no estamos desencaminados”, añaden esas mismas fuentes. El juez decretó el miércoles su ingreso en prisión acusados de tentativa de homicidio (había un policía en la furgoneta que salió ileso), atentado a los agentes de la autoridad, desórdenes públicos, daños, manifestación o reunión ilícita y pertenencia a grupo criminal.
La principal prueba que hay contra ellos es el testimonio de los propios agentes que los detuvieron. “El policía ve la acción, hasta que pasa y luego lo detiene, sin perderlo de vista”, explican. También cuentan con grabaciones, esperan obtener datos relevantes del análisis del ADN de prendas de ropas y de huellas, y disponen de los discos duros, USB y móviles intervenidos en los registros. En el entorno del movimiento okupa se acusa a la policía catalana de preparar un montaje contra el colectivo. En un comunicado firmado, entre otros, por la CGT, aseguran que se “repite el discurso de las operaciones Pandora y Piñata: anarquistas, violentas, con libros y cinta adhesiva”. Se refieren a dos investigaciones de los Mossos contra grupos anarquistas que acabaron archivadas.
“Ya no son adolescentes”, señalan fuentes de los Mossos, sobre el perfil de los detenidos, entre 23 y 35 años, pero con la mayoría rozando la treintena. “Son personas formadas ideológicamente en el mundo del anarquismo, con un discurso sólido. Saben por qué queman, por qué atacan y por qué pintan la A de anarquía. No lo hacen por mimetismo”, añaden estas mismas fuentes. Y ponen como ejemplo que antes de quemar la furgoneta de la Guardia Urbana le pintaron una A. “Es una forma de proceder del anarquismo más radical, más insurreccional”, cuentan. “Hay muchas pintadas, pero en una acción así, no se suelen parar a pintar antes de quemar”. Los detenidos no tienen antecedentes en España, pero sí han sido identificados en numerosas ocasiones. Solo a uno de ellos le consta un requerimiento de un juzgado de Valencia. Los Mossos están a la espera de la información de Italia y Francia. A la mayoría les asisten abogados vinculados a los movimientos sociales, menos a la española, defendida por Cristóbal Martell, conocido por tener clientes como Leo Messi o el hijo mayor de Jordi Pujol, entre otros.
Los detenidos forman parte de dos casas okupas muy distintas, que el jueves parecían vacías. Cinco de ellos viven en el centro social Nabat, en Mataró, ocupado desde mediados de 2018. “Tienen incluso un gimnasio, con cosas colgadas del techo, pero fueron tapando las ventanas y ya no se ve nada”, describe Asunta, una de las vecinas de la macronave, que recuerda que hace años pertenecía a la empresa de flores Flor Hispania. Las puertas de hierro están cerradas a cal y canto y nadie responde al timbre. A través de alguna rendija se puede leer ACAB (todos los policías son bastardos, en sus siglas en inglés) pintado en la entrada y una A de anarquía. En una de las ventanas cuelga una bandera pirata y lo que parece ser una porra policial.
En Canet de Mar está La Kanka, una casa que es también una antigua nave industrial, en este caso de la conocida marca de ropa Pulligan. Sus moradores llegaron en septiembre, según coinciden todos los consultados, pero no fue hasta hace un mes que se dieron a conocer en el barrio. “Hicieron como una fiesta en la que informaban de la ocupación, arreglaron el jardín”, cuenta un trabajador de la zona. Durante la campaña preelectoral del 14-F también colgaron pancartas a favor de la abstención. Incluso la Policía Local se presentó en el lugar y los acusó de haber arrancado carteles del pueblo. Un grafitero del municipio que ha entrado varias veces a pintar el complejo, que incluye un edificio modernista mal conservado, asegura que “no tenían mucha relación con nadie”. Los detenidos viven en la antigua casa de los porteros de la fábrica, lo único habitable. “Un par de colegas vinieron a pintar y salió un tío con un machete. Les dijo que no podían entrar a pintar”, recuerda. “No es la típica casa okupa de la que te puedas sentir orgulloso”, añade.
Fuentes del movimiento okupa, que piden no ser identificadas e insisten en que solo hablan en nombre de sí mismos, aseguran que el ambiente de Nabat y de La Kanka es muy distinto, y ponen en duda que los detenidos de las dos casas puedan formar un solo grupo, unido. El auto de prisión preventiva para los ocho acusados les atribuye ser un grupo criminal, y asegura que actuaron de manera coordinada. “Se hacen unas películas...”, critican esas mismas fuentes, que dudan sobre todo de la acusación contra una de las mujeres detenidas: artistas, dedicadas a la música underground, al circo y al teatro de la calle. Se les atribuye haber rociado con líquido inflamable la furgoneta de la Guardia Urbana. Sus redes sociales se han llenado de insultos hacia el cuerpo de seguridad.
Los Mossos niegan que los detenidos llegasen expresamente desde Italia para participar en las protestas de Pablo Hasél. La persona que más, indican, lleva al menos cuatro años en Cataluña. Aún están acabando de trazar el recorrido de todos. “Estaban aquí por el pedigrí de Barcelona, su fama de ciudad abierta, cosmopolita, mediterránea y, de vez en cuando, como en otras ciudades europeas, de disturbios en la calle”, explican fuentes policiales. Sobre el hecho de que la mayoría sean italianos, apuntan a la tradición arraigada en el país del “anarquismo combativo”, y recuerdan diferentes episodios de envíos de paquetería con artefactos explosivos a Cataluña y el resto de España. “En este caso, no es algo tan sofisticado”, aclaran. E incluso señalan que la persona que roció con líquido inflamable la bengala que tiró a la furgoneta de la Guardia Urbana estuvo en riesgo de quemarse. “Por la forma en que lanza el disolvente, está a tres segundos de que le suba por la manga”.
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