“Los sanitarios ya no piden ayuda”
Los hospitales catalanes replantean el apoyo emocional y psicológico a sus profesionales por la disminución de la demanda interna
El hospital del Mar de Barcelona creó en la primera ola de la pandemia un espacio de atención emocional y psicológica a los sanitarios. Fue un éxito, y cerca de 900 profesionales se acercaron a gozar del servicio. Meses más tarde no queda ni rastro de aquel ir y venir en el vestíbulo del hospital barcelonés. “En la segunda ola repetimos la estrategia y vinieron 80 sanitarios. Lo quitamos del vestíbulo”, explica Víctor Pérez, jefe del servicio de psiquiatría del hospital. “Los profesionales que buscan ayudas son menos de lo que cabría esperar”
Según Pérez, hay dos motivos que explican el cambio, la menor predisposición de los profesionales a recibir apoyo psicológico: “Los sanitarios son muy vocacionales y cuando no pueden cumplir su deber se sienten culpables. La gente te dice que está fatal, pero que no pueden faltar a su trabajo. Y además, la psiquiatría sigue teniendo un estigma. A la gente le cuesta sentarse a hablar con un psiquiatra”. Ese estigma hace que algunos profesionales del hospital busquen fuera lo que ya se les ofrece dentro. “Hay personal que prefiere no ser atendido en el propio hospital”, admite Quim Soler, psicólogo del servicio de psiquiatría del hospital de Sant Pau, donde el tipo de apoyo psicológico también ha cambiado. De los cerca de 50 profesionales que recibían apoyo interno en abril, el centro ha pasado a tratar unos 20 de forma continuada.
A pesar de que cada vez cuesta más ver a sanitarios levantar la mano para<CW-5> pedir ayuda, la pandemia sigue desgastando a un sector que lleva casi un año en primera línea de fuego. “Los sanitarios están en un proceso de cansancio, irritabilidad y sintomatología depresiva. Lo dicen todos los estudios”, asegura Pérez. Una de las mejores maneras de ofrecer ayuda, pues, parece la discreción. “Es más útil que una persona vaya pasando por las plantas y hablando con ellos, y cuando detecte un caso, derivarlo a un psiquiatra”, defiende. A veces incluso se necesita un último empujón tranquilizador. “Se les puede decir que no pondrá nada en la historia clínica, que no se preocupen. La salud mental es prioritaria y necesitamos radares que nos permitan detectar estas personas”.
Fase de desilusión
El estudio Training Manual for Human Service Workers in Major Disasters [Manual de formación para trabajadores de servicio público en grandes desastres], de Dyane Myers y L. M. Zunin, de referencia en el estudio del impacto emocional en catástrofes naturales, considera que tras una primera respuesta “heroica” de los profesionales de primera línea, estos sufren posteriormente un estado de “desilusión”. Según Pérez, los sanitarios se encuentran actualmente en esta fase: “Ahora, más que ansiedad, la gente tiene estrés posttraumático, con sintomatología depresiva y abuso de tóxicos. La heroicidad del principio de la pandemia tiene fecha de caducidad. Tras un episodio de tanto estrés se cae en una fase de desilusión, con la sensación de que esto no va a acabar nunca. Eso implica irritabilidad, y lo seguimos viendo”. Soler considera que esta tercera ola ha sido como llover sobre mojado. “Ahora se reagudizan los problemas, pero más por agotamiento. Esta tercera ola ha llegado en un momento en el que el personal no está descansado. Los sanitarios van al 100% continuamente en esta pandemia, e incluso tienen que llegar al 110% cuando tienen guardias”.
Los servicios de apoyo de los centros, sin embargo, se mantienen, como en Sant Pau. “Hacemos grupos de entrenamiento que duran ocho sesiones para mejorar la gestión del estrés y la resiliencia, teniendo en cuenta que esta situación continuará”, explica Soler.
En el hospital del Mar se mantiene la plataforma de apoyo activa, que atiende llamadas y correos de los trabajadores. “En la situación en que estamos, esto es lo más parecido al ejército. Tenemos que asegurar que el personal esté al 100% porque si no, no funcionamos”, concluye Pérez.
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