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La Beckett encara el final del ciclo sobre Lluïsa Cunillé con ‘Els subornats’

La sala de Poblenou se sumerge en la mirada artística de la dramaturga con espectáculos, lecturas y debates

Toni Polo Bettonica
Una escena de 'Els subornats', en la Sala Beckett de Barcelona.
Una escena de 'Els subornats', en la Sala Beckett de Barcelona.David Ruano

Lluïsa Cunillé (Badalona, 59 años), “una de las autoras más importantes del teatro catalán”, en palabras de Toni Casares, director de la Sala Beckett, de Barcelona, protagoniza hasta mediados de febrero la programación de este espacio del Poblenou. El ciclo dedicado a la autora comprende dos obras recientes suyas, El jardí (hasta el 31 de enero), en puesta en escena de la compañía residente de la Beckett Centaure Produccions, recién estrenada en este Temporada Alta, y el estreno de Els subornats (hasta el 14 de febrero), de La Ruta 40, y una tercera obra, Piedra y encrucijada (hasta el 31 de enero), no de Cunillé sino de Paco Zarzoso, autor con quien fundó la Companyia Hongaresa de Teatre. En Els subornats, con dirección de Lurdes Barba, cuatro personajes se encuentran de manera clandestina –o quizás se refugian– en la cabina de proyección de un cine decadente, a punto de cerrar para siempre las puertas. La obra, con tono de cine negro, aborda una aparente trama de corrupción.

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Además, se ha realizado la lectura dramatizada de La nit, una obra no reciente pero todavía no estrenada; este jueves se hará la de Saturnal, una de las últimas escritas por Cunillé, y el día 11, la de Barcelona, mapa d’ombres, que se estrenó en la Beckett en 2004. De la mano de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), se están desarrollando talleres, conferencias y debates.

“Los ciclos temáticos de la Sala Beckett buscan un debate público social y político”, explica Toni Casares, director de este espacio. “La elección de Lluïsa Cunillé es una reivindicación de la mirada artística en este diálogo con la sociedad, porque si no, se queda cojo”. El uso de la palabra en escena, algo fundamental en los textos de Cunillé, es a su vez “una señal de identidad y de modernidad en el teatro actual, en el que cada vez toman mayor protagonismo efectos visuales, proyecciones, imágenes…”. Es el mismo concepto teatral que vemos en Piedra y encrucijada, la obra de Paco Zarzoso, mucho más que cómplice de Cunillé: “Es una obra excelente en la que vemos una teatralidad austera en la que la interpretación está por encima de cualquier artefacto escenográfico, de hecho, sobre el escenario solo hay una piedra. Es un gran ejercicio literario de escritura, que aporta también todo el sentido del humor del autor, que ha firmado varias obras a cuatro manos con Cunillé. Sería imposible hacer un ciclo sobre ella sin la Companyia Hongaresa”.

Por otro lado, Casares justifica la presencia de Cunillé en que “a pesar de todo lo que ha escrito, todavía tiene mucho que contar”, dice, y recuerda su gran recorrido internacional, haciendo hincapié en que ella y Sergi Belbel son los únicos autores catalanes en vida que han sido representados en La Comédie Française.

“La Cunillé no es una autora que le dé al espectador todo hecho”, considera Adriana Nicolau, filóloga y estudiante de doctorado en la UOC, donde prepara la tesis Feminismes al teatre català contemporani (2000-2019), comisaria del ciclo junto con Josep-Anton Fernàndez. “Su narrativa no suele ser el esquema tradicional de apertura, nudo y desenlace, por eso su dramaturgia incentiva varias lecturas. Tras una representación, Cunillé acompaña al espectador, no lo suelta, no le deja pensar en otra cosa. Todo esto nos da mucho material para el análisis, que es lo que hemos propuesto desde la UOC en este ciclo”. Igual que se dice que la ciencia avanza a fuerza de hacerse preguntas, más que de responderlas, la obra de Cunillé aporta más preguntas que respuestas. “Eso es lo interesante”, coincide Nicolau. “Son esos interrogantes que plantea, permanentemente abiertos, los que nos convocan a discutir sobre la naturaleza de la existencia humana”.

Cunillé, por lo tanto, según Casares, ofrece muchísimas lecturas de su obra y no llega a pontificar: “¿Quién es ella para pontificar?, se pregunta a sí misma”, dice el director de la Beckett. “Es terriblemente moral y no pretende en absoluto dar lecciones de ningún tipo. Miras una obra de Cunillé y no te preguntas que pasará al final, sino qué está pasando en el presente. Lejos de lecturas apocalípticas, nos habla de lo que pasa ahora”.

Esta manera tan abierta de entender el teatro, “en estos momentos de incertidumbre, en los que la covid nos pone ante un espejo y nos pregunta cómo estábamos viviendo, la mirada de Cunillé, descontaminada de estereotipos, ética, colectiva y reflexiva, nos lleva a pensar que lo que no se entiende es el mundo, no el teatro de Cunillé”, dice Casares.

“Ese teatro lleno de fisuras, de claroscuros y de ausencias de Cunillé es en el que pretende profundizar el ciclo”, explica Nicolau, “aportando voces de expertos, de traductores de su obra, de compañeros de viaje, como Paco Zarzoso, o de cómplices, como Xavier Albertí”. El ex director del TNC advierte de que “el teatro de Cunillé formula unas relaciones interhumanas desplazadas de lo que las convenciones llaman normalidad”.

Lluïsa Cunillé, una autora que se ha mantenido siempre distante de los medios de comunicación, ha participado con entusiasmo en este ciclo. “Se ha vaciado con los actores de sus dos obras, los ha escuchado, los ha dejado hacer…”, explica Casares. “Se ha mostrado absolutamente agradecida y receptiva”.

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Sobre la firma

Toni Polo Bettonica
Es periodista de Cultura en la redacción de Cataluña y ha formado parte del equipo de Elpais.cat. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la sección de Cultura de Público en Barcelona, entre otros medios. Es fundador de la web de contenido teatral Recomana.cat. Es licenciado en Historia Contemporánea y Máster de Periodismo El País.

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