“Llevo un año sin salir de casa, ¿y ahora me meten en una mesa electoral?”

A los vecinos de El Brull, un pueblo de menos de 300 habitantes a una hora en coche de Barcelona, no les ha gustado nada el resultado del sorteo para constituir las mesas electorales del 14-F. El azar ha querido que las tres personas agraciadas sean mayores de 60 años y, por tanto, con más riesgo de ser vulnerables frente al coronavirus. El alcalde, Ferran Teixidó, se lo notificó en persona. “Dos se lo tomaron mal, y uno muy mal. Tienen miedo”, explica en conversación telefónica.

La más mayor de los tres es una mujer de 65 años que ya ha se ha desplazado al juzgado de Vic a presentar alegaciones para que le eximan de esa obligación legal. “Cuando le di la carta, se quejó. Me dijo: ‘Llevo un año sin salir de casa, ¿y ahora me meten en una mesa electoral?”, dice Teixidó. Los otros dos vecinos designados seguirán los mismos pasos y recurrirán, según el alcalde. Tienen tiempo hasta el sábado, día 30.

El temor al contagio por la pandemia puede provocar más peticiones de lo habitual ante los juzgados para ser excusado. El telón de fondo es la discusión, en las últimas semanas, sobre las garantías sanitarias de la jornada electoral. El Gobierno catalán aplazó inicialmente las elecciones al 30 de mayo ante el empuje de la tercera ola de coronavirus. Pero topó con el ‘no’ de la justicia y entonces acusó a los jueces de irresponsables y de poner en riesgo la salud pública. En los últimos días, ha matizado su discurso y ahora asegura que los colegios electorales, pese a todo, serán lugares con todas las garantías sanitarias. La participación de los votantes y la asistencia de los miembros de la mesa electoral, dice ahora, es segura.

Pese a las garantías ofrecidas -como la realización de test de antígenos- diversas personas asignadas para formar parte de las mesas han alzado la voz en los últimos días en medios de comunicación y redes sociales. Tienen miedo y no quieren participar de la jornada electoral. Por eso quieren que se les excluya. Pero su petición tiene que ser atendida; de lo contrario, se enfrentan al pago de una multa e incluso pueden verse embarcados en un proceso penal.

Teixidó comprende que los vecinos a los que entregó la carta le pusieran mala cara pese a que él fue solo el mensajero. “No es la época en la que más apetece estar de cara al público, y menos si eres una persona de riesgo. Además, el confinamiento ha afectado a mucha gente”. Cree que, ante casos excepcionales como el de El Brull y otros pueblos pequeños, podrían haberse arbitrado medidas excepcionales. “Podrían dejar hacer más sorteos, para que la gente mayor no sea elegida”.

En El Brull ha ocurrido, además, que no solo los tres miembros de la mesa son mayores de 60 años, sino que tres de los cinco suplentes también lo son. Y una de ellas (una mujer) “está infectada de coronavirus”, dice el alcalde. En previsión de que titulares y suplentes se ausenten el 14-F, con luz verde de la justicia o sin ella, Teixidó intuye que le tocará pasar sentado unas cuantas horas. “Ya me he ofrecido voluntario para que si, llegado el día, falta gente, me ponga yo a la mesa”.