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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Hans Christian Andersen y cómo cuidar a los mayores

El incremento que marcan los Presupuestos para mejorar la atención a las personas mayores con dependencia es insuficiente

Operación de desinfección de la residencia geriátrica Ca n’Amell, en Premià de Mar.
Operación de desinfección de la residencia geriátrica Ca n’Amell, en Premià de Mar.Joan Sanchez

El traje nuevo del emperador o El rey desnudo es una fábula escrita por Hans Christian Andersen en el siglo XIX, como parte de una colección llamada Cuentos de hadas contados para niños. Y, como buena fábula, tiene un aprendizaje o moraleja: no tiene porqué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad.

En la fábula, un rey narcisista había caído en la trampa de un sastre que decía haberle tejido el mejor traje que podía lucir un rey de su grandeza… pero en realidad no existía tal traje. Cuando probaba el supuesto e inexistente traje, el sastre describía el diseño, los tejidos, la belleza de las costuras… ¡Pero nada existía!… ¡No había traje!... Solo las personas honradas podían ver tal traje, decía el falso sastre… Era la belleza extrema, pero solo visible a las personas honradas y rectas.

Y el sastre acabó convenciendo a todo el pueblo y al rey. Nadie se atrevió a decir lo contrario, salvo pena de no ser honrado.

Y cuando el rey salió a la calle desnudo, nadie se atrevió a decirle que iba desnudo. Salvo un niño que, en su inocencia, gritó sorprendido: “¡El rey va desnudo!” Y todos cayeron en la realidad del engaño del sastre y todos, internamente, se avergonzaron de no haber abierto los ojos antes.

Después del terrible impacto que la epidemia de coronavirus ha tenido y tendrá en las personas mayores, y viendo las soluciones que plantean tanto nuestras autoridades sanitarias y sociales como los lobbies empresariales de atención a la dependencia, pienso en Hans Christian Andersen, y ansío que comience a hablar el niño.

Y seguro que el niño dirá que el incremento que marcan los Presupuestos Generales para mejorar la atención a las personas mayores con dependencia es insuficiente. Una mejora de 700 millones de euros significa un incremento de financiación de 48,6 euros al mes por persona dependiente. Es decir 1,62 euros al día.

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No sé si el niño se atreverá a decir que estaremos dedicando el doble de dinero a compensar a la empresa que fracasó en su intento de almacenar gas en el proyecto Cástor, que a mejorar la atención a las personas más vulnerables de nuestra sociedad. Espero que sí lo diga, que los niños son atrevidos.

Seguro que también dirá que en esta supuesta mejora en los servicios no hay un cambio real del sistema de atención, potenciando de forma decidida la atención domiciliaria y ambulatoria y las viviendas adaptadas como formas de atención que pueden evitar o retrasar la atención residencial. No nos merecemos más un sistema que pasa del domicilio a la residencia sin soluciones intermedias.

Espero que ese niño diga que los servicios a estas personas se deben construir preguntándoles a ellas y a sus cuidadores. Y explicándoles a ellas y a sus cuidadores a qué dedicamos el dinero público. Sólo ellos pondrán encima de la mesa las necesidades reales que tienen, por encima de intereses políticos o económicos.

Y que diga, también, ese niño inocente y honrado que esta atención no es responsabilidad de los gobiernos del Estado o de las regiones o de los municipios… Es una responsabilidad compartida, de todas las administraciones y de los individuos que conforman nuestra sociedad, de todos. No es un tema de quién lo hace sino de qué se hace. Todas las administraciones deberían, al contrario de lo que hacen, estar dándose codazos entre ellas para ser las primeras en atender a estas personas.

El rey está desnudo. Y todos lo vemos, mirando hacia otro lado.

¡Que hable el niño ya!

José Augusto García Navarro es director general del Consorci de Salut i Social de Catalunya.

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