La salida de Ryanair del aeropuerto de Girona deja en el aire 100 empleos
Ante la retirada de la empresa irlandesa, el aeródromo se queda sin vuelos, técnicamente cerrado
Un ir y venir de camiones han dejado patente esta semana que Ryanair desmantela su infraestructura en el aeropuerto de Girona. De los almacenes donde solía faenar el personal de mantenimiento ya ha desaparecido cualquier rastro de recambios o lubricantes. La aerolínea de bajo coste llegó a tener 12 aviones en Vilobí d’Onyar y le dio brío al tráfico aéreo, hasta alcanzar más de cinco millones y medio de pasajeros anuales.
El anuncio de que, el próximo verano, operará ocho vuelos no disipa las dudas acerca del futuro de la base que la aerolínea fijó allí en 2004. Queda en el aire el futuro de más de un centenar de trabajadores para quienes su puesto de trabajo depende de la actividad que Ryanair conserve en Girona. Si la aerolínea opta por cerrar la base, la plantilla necesaria queda bajo mínimos, sin tripulaciones ni equipos técnicos y con apenas un pequeño retén para los equipajes.
“Siempre he sido muy positivo, incluso cuando el año pasado amagaron con cerrar la base pensé que era una estrategia de la empresa para que aceptáramos pasar a fijos discontinuos, pero ahora, la verdad, veo el asunto bastante mal”, confiesa un empleado que acepta conversar bajo condición de anonimato. Acumula 15 años de experiencia en Ryanair y ejerce de supervisor de cabina. Una compañera suya abunda en que “la base de Girona siempre está al filo de la navaja, con mucha incertidumbre sobre si la cerrarán”.
Ambos trabajadores han aceptado la propuesta de la empresa para trasladarse a Barcelona. Una opción apenas secundada por una docena de empleados de la base de Girona. “No compensa irse a Barcelona, pierdes dinero”, manifiesta Lidia Arasanz, representante de la Unión Sindical Obrera de Cataluña (Usoc) en Ryanair. Los turnos de trabajo para el personal de aire incluyen, más allá de las jornadas con vuelo programado, días de guardia. La empresa limita a una hora como máximo el margen que tiene el trabajador para acudir al aeropuerto, una vez que recibe la llamada de aviso. “Está claro que si te trasladan a Barcelona te tienes que buscar un lugar donde vivir allí, porque en una hora no llegas”. La portavoz sindical denuncia que, pese a ello, la compañía no ha ofrecido ninguna retribución extra al personal que acepta desplazarse.
Los trabajadores que no se han trasladado están en un ERTE y a la espera que la aerolínea concrete cuáles son sus planes y si recupera la infraestructura retirada. La rutina fijaba que durante el invierno se trasladaban parte de los aparatos, pero nunca antes había dejado a cero su equipamiento de vuelo.
Perdido el trajín que genera la aerolínea irlandesa, el aeropuerto de Girona se ha convertido en un páramo. No hay rastro de vuelos comerciales. La compañía dirigida por Michael O’Leary percibe cada año 3,5 millones de euros procedentes de administraciones catalanas por operar vuelos desde Girona.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.