Vértigo en Port Aventura para cerrar un año nefasto

El parque Port Aventura ha pasado su Halloween más mustio. Las calabazas, la negrura y la escenografía lúgubre tan propia de Todos los Santos anglosajón se había convertido en un potente reclamo para el complejo de ocio de Salou y Vila-seca, que se llenaba a rebosar en los fines de semana de otoño. El año pasado se contabilizaron 900.000 visitas en la campaña Halloween, un empujón para que, al final de temporada, se alcanzara el récord histórico del parque, con 5,2 millones de clientes.

Pero la covid-19 frustró este año las expectativas que tenía puestas la empresa en sus espectáculos terroríficos. Era una apuesta para tratar de resarcirse de un verano de floja afluencia debido a la incertidumbre que provocó el primer fogonazo de la pandemia y la abrupta caída del cliente extranjero. Sin poderle sacar provecho a Halloween, al parque le acucian los aprietos para cuadrar los números en una temporada que estaba llamada a ser de relumbrón, coincidía con el veinticinco aniversario, pero que se ha visto ensombrecida por los nubarrones del virus. “Vamos a abrir tan pronto como podamos” afirma una portavoz de la empresa, negando la posibilidad que la dirección planteé la hipótesis de dar por concluida la campaña. La idea es abrir el parque en su totalidad, también el espacio Ferrari Land, y evaluar el ritmo de reservas y la demanda de alojamientos antes de decidir cuántos hoteles se ponen a disposición. “Pero no depende de nosotros”, se admite en Port Aventura.

En función de cuánto dure el cerrojazo impuesto por la Generalitat las expectativas para el parque pueden ser unas u otras. El complejo de ocio está cerrado desde el pasado 16 de octubre, una inactividad obligada debido a las restricciones impuestas para frenar el avance del virus y que, en teoría, se debían alargar por espacio de dos semanas. Pero la prohibición se ha alargado y la reapertura se ha retrasado al menos hasta el 14 de noviembre.

La Generalitat ha admitido que en la toma de decisiones actúa condicionada por la evolución del virus, con lo que no hay ninguna garantía sobre cuándo se podrá volver a la actividad. “Se barajan varios escenarios”, apuntan fuentes cercanas a la empresa, afirmando que la opción principal pasa por reabrir el parque y aprovechar tantas fechas como sean posibles.

Port Aventura hizo una inversión de más de cuatro millones de euros para adecuar sus instalaciones al coronavirus. Se colocaron dispensadores de gel hidroalcohólico en varios puntos, se ensancharon viales para evitar aglomeraciones y se pintaron marcas en el suelo para tratar de garantizar la distancia de seguridad entre clientes, a los que se tomaba la temperatura en la entrada y se exigía el uso de mascarilla. La inversión por los protocolos anticovid tenía que servir para afrontar una temporada, más corta de lo habitual, desde julio hasta enero.

El cierre ordenado a mediados de octubre sesgó los planes para amortizar los gastos, y ese es uno de los motivos que esgrime la empresa para no contemplar un cierre antes de tiempo. Se valora, también, el hecho que la mayoría del cliente de Navidad es de Cataluña, lo que minimiza riesgos ante la posible imposición de confinamientos perimetrales.

La plantilla, unos 1.800 trabajadores, está afectada por un ERTE pero todo el personal está avisados que puede ser requerido para reincorporarse inmediatamente al puesto de trabajo. La empresa entiende que, tras el parón, no tiene porque haber disfunciones al llegar la hora de reanudar la actividad. Cada año, al entrar en la temporada de otoño, el parque limita su horario de apertura solo a los fines de semana y no es hasta la llegada de las vacaciones escolares de Navidad cuando se recupera la rutina ininterrumpida de la temporada alta.