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Los ocupas que echaron a los camellos de un narcopiso, a punto de ser desahuciados

Entidades del Raval acusan a las entidades bancarias de expulsar a vecinos y favorecer a los traficantes

Judith y Garazi en el bajo que ocupan en la calle Riereta del Raval.
Judith y Garazi en el bajo que ocupan en la calle Riereta del Raval.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)
Alfonso L. Congostrina

David, Judith y Garazi —los tres ocupas que viven desde hace tres años del Raval en Barcelona— saben que si el jueves no hay una gran movilización serán desahuciados. El bajo donde viven es propiedad de un banco. Durante años fue un narcopiso. Hartos de la inseguridad, los vecinos aprovecharon una pequeña ausencia de los narcos para ocupar el local y cobijar dentro a tres estudiantes. Tres años más tarde, la amenaza de desahucio sobrevuela ahora sobre los jóvenes que sirvieron de escudo contra el tráfico de drogas.

La puerta del local situado en el número 3 de la calle Riereta está adornada por un gigantesco mural donde aparece una fotografía, de cuerpo entero, de Pere Cuadrado —un anciano activista involucrado en mil y una causas dentro y fuera del Raval— levantando con ambas manos, y semblante serio, el bastón que le ayudaba a caminar. Nadie sabe si la pose que muestra en la fotografía es en señal de victoria, de protesta o de resistencia pasiva. Cuadrado es un verdadero icono de la lucha vecinal. Este martes no se desplazaba con su bastón sino con un caminador. Ha tenido que pasar por el “taller” tras algunos problemas de salud pero eso no lo frena para continuar “en la lucha”. Cuadrado salió de su casa para apoyar a David, Judith y Garazi, los tres jóvenes que viven tras la puerta adornada con su fotografía. Un mural que muestra a un símbolo de la lucha vecinal y que adorna a otro: el local de Riereta 3.

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Ese bajo es desde 2011 propiedad de una entidad bancaria. Desde entonces, ha sufrido varias ocupaciones por parte de narcotraficantes. “Les interesa mucho más tener almacenes y locales a pie de calle que en pisos”, lamenta un vecino que ya sabe cómo funcionan las mafias. En noviembre de 2017, decenas de vecinos llevaban semanas espiando a los traficantes que operaban en ese local. Aprovecharon que los camellos se ausentaron unos minutos y ocuparon el inmueble. Por primera vez, la lucha vecinal conseguía expulsar el tráfico de drogas. En el local entró a vivir David, que entonces estudiaba Filosofía, y otros dos compañeros. Pese a las presiones de las bandas, las humedades y las ratas David ha resistido y ha ido cambiando de compañeros de local/piso. El símbolo de Riereta 3 podría desaparecer el próximo jueves si se procede al desahucio.

“Los traficantes tienen aquí todas las facilidades. Los bancos y fondos de inversión se lo ponen en bandeja para que les ocupen los inmuebles y se dediquen a degradar la zona. En cambio, cuando son estudiantes o familias los que ocupan se procede a desahuciarlos para dejar pisos otra vez vacíos y que las bandas puedan volver a ocuparlos”, lamenta Ángel Cordero, de Acció Raval.

David critica el futuro desalojo: “Una vivienda o un local vacío en el Raval no se puede permitir con la cantidad de desahucios que hay semanalmente en el barrio dejando a familias en la calle”. Judith estudia Antropología y vive desde hace meses en el local: “Hemos intentado que nos hicieran un alquiler social pero no ha habido manera. A nuestro vecino de Riereta 1 lo desahuciaron hace unas semanas y ahora el local vuelve a ser un narcopiso”.

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El Consejo de Ministros ha aprobado este martes la prórroga automática de los contratos de alquiler y la paralización de los desahucios por impago de la renta hasta el 31 de enero. En el caso de Riereta 3 no se paralizará el desahucio por este supuesto porque es una ocupación. “Lo que se está haciendo con el Raval es indigno. Aquí hay un bloque con piscina en el tejado y en el bloque de al lado los vecinos pasan hambre. Las patrias somos los que vivimos y las administraciones deberían protegernos”, lamenta Rita González, de Raval Rebel.

La Caracola, otra orden de desalojo

El espacio ocupado La Caracola, también en el barrio barcelonés del Raval, da refugio a varias mujeres mayores que no tienen recursos. La Caracola está situada en una nave del pasaje Bernardí Martorell. En esa misma nave se encuentran otras entidades como el Espacio del Inmigrante, El Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes y el Sindicato de la Vivienda del Raval. Antes, el espacio había sido un gran narcopiso. La Caracola tiene una orden de desahucio abierta que se efectuará entre el 1 y el 15 de octubre.

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