Cataluña encara el verano con menos incendios en tres décadas
Las intensas lluvias y una temperatura por encima de lo habitual provocan una campaña inaudita
Este verano se han producido un centenar de incendios en Cataluña. Desde enero, la cifra asciende a 180, con unas 70 hectáreas afectadas. Es una campaña “buena”, asegura el técnico de Grupo de Actuaciones Forestales (GRAF) Josep Pallàs, porque “no queman los bosques en general”. Un verano inaudito, “difícil de predecir”, que el técnico atribuye al cambio climático, con una gran cantidad de lluvia acumulada este año y las temperaturas dos grados por encima de lo normal. “Si sigue la tendencia, podría ser el año con menos incendios en más de tres décadas”, destaca Pallàs.
El temporal Gloria, a principios de año, dejó grandes cantidades de agua. “Enero fue el más lluvioso de la historia”, detalla Pallàs. Febrero fue muy caluroso y abril, el más lluvioso de los últimos 15 años. Las lluvias de junio retrasaron los trabajos en el campo, y, con ello, la campaña de incendios de verano (del 15 de junio al 15 de septiembre) que suele empezar con la quema de rastrojos, y los fuegos que provocan las cosechadoras, por ejemplo, al saltar una chispa que sale al rascar con una piedra. Se han dado “incendios pequeños que no han corrido”, resume. “La describimos como una campaña que no empieza pero tampoco quiere acabar”, define Pallàs.
“El territorio está hidratado, por eso se están dando menos incendios”, explica. Las buenas cifras se deben también a la rápida actuación inicial que se hace cuando se detecta un conato. Se aborda con “el tren de salida”: tres camiones, un helicóptero bombardero y uno de mando. También ha influido que el combustible fino “no estaba predispuesto” a arder por las lluvias.
En agosto, se han declarado una veintena de incendios causados por relámpagos, la mayoría en el Pirineo. En la última década, el 26,8% de los incendios fueron intencionados, el 11,7%, por quemas agrícolas y solo el 9,5% a causa de relámpagos, según datos de los Agentes Forestales. En lo que va de año, se mantienen los mismos porcentajes.
”Si no hubiera caído tanta agua todo el año, la situación hubiera sido mucho más complicada porque el combustible como cereales o hierbas de cunetas se ha doblado en comparación con otras campañas, ha llegado a 60 centímetros. Y debido al confinamiento, tampoco se ha cortado como otros años”, detalla el experto.
Habitualmente, se producen más incendios en comarcas como el Segrià, —este año es donde ha habido más incendios, 14, con 3′98 hectáreas— sobre todo causados al arar los campos en verano. Los dos empordàs y las Terres de l’Ebre también acostumbran a tener más incendios o más días de riesgo de incendio forestal debido a que los vientos de Tramontana y Mistral, que soplan en cada zona respectivamente, secan el terreno. Eso facilita la iniciación de un fuego y, en caso de que arda, lo propagan a mayor velocidad.
La duda será qué ocurrirá la siguiente temporada. “Todo lo que no habrá quemado este año es poner material en el almacén, y cuando llegue un incendio tendrá posibilidades de ser de mayores dimensiones”, advierte el técnico del GRAF. Y señala que los “incendios puntuales” que no afectan a viviendas, sirven para que “el bosque se regenere”. “El arbolado viejo, adaptado a otros tiempos y otras temperaturas debe desaparecer para dejar paso a bosques preparados para las situaciones que vendrán”, explica. Pallàs augura que con el cambio climático “pasarán más cosas” y fenómenos como el Gloria “serán a menudo”.
En estos momentos el Alt y Baix Empordà entran en valores de sequía. El hecho de que los próximos días lleguen unos de viento hace posible que se pueda declarar algún incendio. “Si hay fuego y viento, quizás algún incendio todavía nos podría complicar la vida”, lamenta Pallàs.
Los peores años: 1986, 1994, 1998 y 2012
El nefasto 2020 podría convertirse en el año con menos incendios desde 1986 si mejoran las cifras de 141 hectáreas (ha) forestales quemadas en 312 fuegos de 2018. Los peores años fueron 1994, 1986, 1998 y 2012 con 75.702’10, 65.811’71, 18.361’10 y 15.025’67 hectáreas quemadas respectivamente. En la última década, el 2012 fue el peor año. Dos incendios a mediados de julio en el Alt Empordà se cobraron varias vidas, algunas de personas que huían del fuego. Solo en 2012, 2016 y 2019 se superaron las 2.000 ha. La última década ha sido de bonanza con pocos incendios y de escasa magnitud, pero los servicios de prevención y extinción de incendios siguen alerta.
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