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Un oasis gaudiniano en la Vila de Gràcia

La Casa Vicens vuelve a abrir potenciando el concepto de vivienda-oasis que Gaudí expuso en un documento autógrafo

Una chica durante su visita a la Casa Vicens.
Una chica durante su visita a la Casa Vicens.

Fue la primera casa de Antoni Gaudí y la última en abrir sus puertas al público cuando se convirtió en museo en 2017 y también ahora después del confinamiento. El motivo ha sido la voluntad de sus propietarios, el banco andorrano MoraBanc, de potenciar el concepto de oasis, especialmente actual en estos tiempos de pandemia, que convirtió la Casa Vicens en la casa manifiesto de Gaudí. El documento en el cual el arquitecto teoriza sobre la vivienda ideal y las ventajas de la casa pairal frente al apartamento, forma parte del Manuscrito de Reus, un cuaderno de notas que se custodia en el Museo Comarcal Salvador Vilaseca de Reus. Sin embargo el público puede admirar un excelente facsímil en la exposición que complementa la visita de la casa con una cronología y maquetas que ilustran tanto sus rasgos más característicos como los edificios que influenciaron al joven Gaudí en su construcción.

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El escrito, aún más valioso dada la escasa producción literaria del arquitecto y la destrucción de su archivo en 1936, empieza con una frase que muchos recordarán por haber sido parafraseada en la publicidad de una célebre marca de muebles. “Una casa es la nación de la familia”, escribía Gaudí, que en un personal feng shui habla de la orientación, la ventilación y el aislamiento que debería caracterizar la vivienda ideal. “Una casa higiénica hace a la gente más fuerte”, continúa el arquitecto, que aquí construyó su primer tejado transitable. Junto a los numerosos detalles de influencia árabe, mudéjar y nazarí, instaló también una cascada que fue eliminada en 1945 y cuya réplica ahora se expone en el Museo Agbar de les Aigües de Cornellá.

“Las características originales de la casa ya la hacen un espacio salubre, además se acabó de reformar hace tres años y las instalaciones son muy modernas”, indica Mercedes Mora, perteneciente a la generación más joven de la familia que en 2014 adquirió la casa declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2005. La rehabilitación llevada a cabo para musealizarla se basó en un retorno a los orígenes que requirió una inversión de 4,5 millones de euros. “Lo más complicado fue recuperar los elementos que se habían vendido, como la fuente con la tela de araña que decora la terraza del comedor, que estaba en Girona. También reintegramos las celosías basculantes que permiten mantener las ventanas abiertas casi todo el año, ya que las nebulizaciones de ozono para desinfectar el ambiente están reñidas con la conservación de las decoraciones pictóricas y en papier-maché”, indica Mora, que se hace cargo personalmente de la gestión de la casa, cuyo director es Emili Masferrer.

Las medidas sanitarias no han ido en detrimento del espíritu de Gaudí, que la concibió como una casa de veraneo en la Vila de Gràcia, un remanso de paz para la familia Vicens que la disfrutó desde 1885 hasta 1899, cuando fue adquirida por la familia Herrero Jover. Hasta MoraBanc no hubo más propietarios y Mercedes Mora ha desmentido tajantemente los rumores de una posible venta, confirmando el profundo compromiso de la familia con este edificio y lo que define un “mecenazgo sostenible”.

“En un consejo de administración siempre hay debate, pero estamos muy satisfechos. En 2019 superamos los 163.000 visitantes y los locales que antes rondaban el 50% se mantuvieron en un 20%. La audacia y osadía del Gaudí joven me recuerdan mucho mi bisabuelo Bonaventura Mora, que empezó como botones y nos dejó un legado basado en la excelencia, la proximidad, el respeto y la transparencia que aplicamos también a la gestión de esta casa”, explica Mora, recordando que estudiaron participar en el proyecto del Hermitage pero que finalmente lo descartaron porque no encajaba con los valores de la familia y la imagen del banco.

Ahora las entradas se adquieren solo online y hasta finales de mes a mitad de precio (8 euros) con opción de realizar la visita hasta el 31 de diciembre. “Hemos alcanzado una ocupación del 75% del aforo reducido de un tercio, en todas las franjas horarias”, concluye.

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