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Una montaña de preguntas

La Agrupación Señor Serrano presenta en el Grec ‘The Mountain’, un espectáculo de bricolaje teatral sobre la búsqueda de la verdad

Toni Polo Bettonica
Un ensayo de 'The Mountain'.
Un ensayo de 'The Mountain'.Jordi Soler

La confianza y su relación con la verdad. Este es el tema en el que nos sumerge la Agrupación Señor Serrano en The Mountain (8, 9 y 10 de julio, en el Lliure de Montjuïc, dentro del Grec), un juego escénico marca de la casa en el que un Vladimir Putin en carnes de mujer (las de la actriz Ana Pérez Moya) nos hace de Virgilio, de guía, de sherpa en la subida a la montaña, a ese Everest desde el que, nos aseguran (nótese el uso de la tercera persona del plural: esa persona siempre incógnita que nos asegura tantas cosas…), se contempla la verdad.

Esta compañía de teatro de Barcelona, que se define como una república y tiene a un presidente, Àlex Serrano, un primer ministro, Pau Palacios, y una jefa de gabinete, Barbara Bloin, se caracteriza por crear “producciones originales sobre aspectos discordantes de la experiencia humana contemporánea”. Y los “aspectos discordantes” entre los que elegir son muchos: “Esta vez nos hemos mirado alrededor y hemos descubierto a grupos que tuercen la idea de noticia [de verdad] hacia su lado”, explica el primer ministro, Palacios.

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“La filosofía que transmitimos es la de salir de la caverna y escalar la montaña para poder contemplarlo todo, la visión platónica y aristotélica de la búsqueda de la verdad, una búsqueda continua, inalcanzable”, explica Àlex Serrano. “Porque al llegar a la cumbre, lo que conseguimos es plantearnos más preguntas”. Empezando por las más obvias: ¿Realmente lo vemos todo claro? O… ¿hay nubes que no nos permiten verlo todo? “Hay una especie de toma de partido por nuestra parte, claro, pero nada dogmática ni panfletaria”, añade Palacios, creador del espectáculo junto con Serrano y Ferran Dordal.

La selección de Putin como duce ya es inequívoca. “En realidad la lista de aspirantes a este personaje es muy larga, cualquier líder capacitado para manipular, para conducirnos hacia sus intereses es válido”, remarca Serrano. Y recuerda que se trata de luchar, como hacía el crítico norteamericano H. L. Mencken, contra la idea de que cada problema tiene una solución fácil, simple y… equivocada. “Esa es la idea de reducir el mundo a problemas sencillos buscando a un culpable de todo”, apuntan Palacios y Serrano.

La trama de The Mountain enreda a otro personaje real, Orson Welles. “Lo que hizo con su Guerra de los mundos fue un gran ejercicio de manipulación de audiencias”, dice Palacios. “En los años 30 la radio era el nuevo medio de comunicación, el equivalente ahora a las redes sociales, probablemente. Pero nosotros no denunciamos nada, nos interesa que el espectador salga del teatro con ganas de plantearse preguntas, de que ejercite el músculo de la confianza”.

El tercer personaje que aparece por esta montaña de preguntas es el escalador George Mallory, que no se sabe (nótese ahora el uso del impersonal) si llegó a la cima del Everest en 1924 o si murió antes de alcanzarla. “Cuando se encontró el cuerpo de Mallory, el 1999, no se pudo confirmar al 100% si había logrado su empresa”, cuenta Pau. “Sencillamente queremos cuestionarnos lo que nos explican, preguntarnos si es verdad lo que damos por supuesto”.

Un momento de la representación de la obra, con cámaras y maquetas.
Un momento de la representación de la obra, con cámaras y maquetas.Jordi Soler

Mil y un ingenios de bricolaje teatral y audiovisual hilvanan este viaje. Es la marca de la casa. La misma ingeniería con la que construían y destruían una casa de corcho en tiempo real en Brickman Brando Bubble Boom, en una inteligente y feroz crítica del drama de la vivienda y de la pobreza; o la que nos introducía a través de microcámaras y maquetas en las casas del terrorista más malvado y peligroso del mundo (aseguran) en A House in Asia; o las sugerencias de Birdie, o las irreverencias de Kingdom. “El escenario queda dividido en pequeños escenarios, con mesas, tarimas, objetos, pantallas, cámaras, maquetas…”, revela Àlex. “Es cierto que con el tiempo vamos amplificando nuestro lenguaje, esta vez contamos con un dron”.

La situación sanitaria no solo ha reducido la sala Fabià Puigserver del Lliure de Montjuïc a un aforo de 250 personas. También ha robado tiempo a la compañía. “Normalmente hacemos muchos pases ante público antes de estrenar, pero esta vez solo hemos tenido un contacto con el público, en Groningen (Holanda), el 13 de marzo…”. ¡Llegaron a España sin problemas pero por los pelos! Aunque no todos. Pau Palacios, que vive en un pueblo en los Alpes italianos, tocando con Austria, vivió una aventura: “Tuve que coger dos aviones para llegar a Austria y crucé la frontera a pie…”, explica. Pero esa es otra verdad por descubrir.

Un proyecto para niños

El confinamiento no le ha sido del todo inútil a la Agrupación. En sus funciones de padre de niños de entre 5 y 10 años, Serrano y Palacios aprovecharon para presentar ante los alumnos del colegio de sus hijos el siguiente proyecto de la compañía, Prometeus. “Consta de siete piezas de 45 minutos sobre mitología clásica y contemporánea”, explica. “Hablamos de Prometeo… y de Frankanstein… y de Julian Assange. De Antígona… y de Pussy Riot. El espectáculo, en el que ya estábamos trabajando, se ha gestado online, como ha mandado el estado de alarma, y con piezas de Lego, pero por supuesto también se representará en vivo”.

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Sobre la firma

Toni Polo Bettonica
Es periodista de Cultura en la redacción de Cataluña y ha formado parte del equipo de Elpais.cat. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la sección de Cultura de Público en Barcelona, entre otros medios. Es fundador de la web de contenido teatral Recomana.cat. Es licenciado en Historia Contemporánea y Máster de Periodismo El País.

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