_
_
_
_

Las diferencias de programa tensionan el futuro espacio neoconvergente

El amplio aspectro ideológico del PDeCAT, La Crida y Junts per Catalunya dificulta la concreción de propuestas

Camilo S. Baquero
El expresidente Carles Puigdemont, en una imagen de archivo.
El expresidente Carles Puigdemont, en una imagen de archivo.Albert Garcia

Una de las claves pendientes en el tablero político catalán es la reorganización del espacio donde conviven el PDeCAT, Junts per Catalunya y La Crida, una suma de alto espectro ideológico. La discusión sobre el futuro partido se ha centrado más en su organización interna y ha dejado a un lado cuál serán su ideología y programa. Todas las partes aceptan que, más allá de mantener el espíritu del 1-O, no se ha entrado en detalle.

El PDeCAT aireó, hace dos semanas, una diferencia programática. Su presidente, David Bonvehí, cargó contra el impuesto de sucesiones pactado (y votado) por Junts, ERC y los comunes. “Siempre nos hemos mostrado contrarios, es claramente confiscador, injusto y desfasado”, escribió en La Vanguardia, asegurando que afectará a “las clases medias y a las más desfavorecidas”. El Govern espera recaudar 190 millones anuales.

El desmarque con sus socios y con el Ejecutivo no es gratuito, y menos en tiempos casi preelectorales. También ejemplifica la tensión ideológica que existiría en el nuevo espacio en gestación. Pero la discusión aún no está ahí. “Las políticas reales y efectivas sobre el eje izquierda derecha tendrán sentido con las herramientas que da un Estado. De momento, gestionamos migajas”, explica Gerard Sesé, miembro de la dirección política de La Crida. “Nuestra oferta es poner en el centro cómo pueden vivir mejor los catalanes y la respuesta sigue estando en el eje España Cataluña”, defiende el portavoz de Junts en el Parlament, Eduard Pujol.

Lo cierto es que la marca JxCat, desde el 21-D (en una situación claramente excepcional), ha concurrido a todas las citas electorales, con sus respectivos programas. Estos textos, junto con la demoscopia, permite ubicar dónde está ahora el mundo neoconvergente y, sobre todo, su votante.

El Regional Manifest Project es una iniciativa, adscrita a la Universidad de Deusto, que analiza el contenido de los programas de los partidos a nivel autonómico. De esa sistematización, explica Lluís Orriols, doctor en ciencia política y profesor en la Universidad Carlos III, se desprende que el espacio convergente se ha ido desplazando progresivamente desde la derecha, en los años 80, al centro (2008-2010) y de ahí más hacia la izquierda en las últimas elecciones catalanas.

“Desde el inicio el procés, la opinión pública catalana ha virado a posiciones más ubicadas en la izquierda. Han cambiado el eje ideológicos y el nacional”, añade Mario Ríos, profesor en la Universitat de Girona y analista político. Esto se ve reflejado, añade, en la manera en que se autoubican los electores. En 2008, según el CEO, los votantes convergentes se ubicaban mayoritariamente en el centro (38,6%), en el centroizquierda (18,9%) y en el centroderecha (12,6%). Solo un 10,9% se ubicaba en la izquierda. “En 2016, la autoubicación en la izquierda se multiplicó por tres”, explica Ríos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

El último CEO posiciona a los votantes de Junts per Catalunya en un 4 en la escala de 1 (izquierda) a 10 (derecha). “Que los votantes se vean más a la izquierda no es garantía de que defiendan postulados ideológicos de la izquierda”, agrega Ríos. “Es difícil posicionarse en categorías más hacia la derecha cuando esas posiciones se asocian al españolismo, es decir, a la opción contraria en el eje nacional”, añade. De ahí la dificultad para que una propuesta catalana se abra a abrazar esa etiqueta aunque su praxis política sí se pueda categorizar así.

El expresident Carles Puigdemont defendió el jueves, en un coloquio en el digital Vilaweb, la presencia del PDeCAT. “Aquí no sobra nadie”, dijo. “CiU no existe, ni Unió, ni Convergència y sus políticas no las representa JxCat en Madrid”, agregó para aceptar después que es un reto tener que gestionar un movimiento tan heterodoxo. El programa, eso sí, no aparece por ninguna parte. ¿Cuál es el límite elástico? Orriols cree que Junts hasta ahora ha hecho programas cortoplacistas pero si quiere prolongarse en el tiempo tendrá que ir más allá. “Es un espacio que depende más de los vínculos que genera Puigdemont que de los vínculos programáticos. Eso es algo que tarde o temprano tendrán que afrontar”, explica.



Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_