‘Pressure’, un corto catalán sobre el caos del mundo
El corto de Ernest Desumbila ‘Pressure. Las infintas caras del caos’, de la productora barcelonesa Sauvage.TV, nos sitúa ante un punto de inflexión
“¿Cómo sabré si es auténtica?”. “Cuando la mires a los ojos lo sabrás”. Con este diálogo breve y terrible, en el que el hombre queda petrificado ante la mirada de la mujer, comienza el cortometraje Pressure. Las infinitas caras del caos, dirigido por Ernest Desumbila, realizado por la productora barcelonesa Sauvage.TV y rodado hace un año y medio. La película, de estética apocalíptica, está disponible en abierto desde el 7 de mayo.
El corto nos sitúa dentro de 500 años, en el caos de un mundo al borde del colapso. Cinco jóvenes, guiados de alguna manera por sus ciberdioses, emprenden un último viaje para reiniciar la civilización antes de que el equinoccio acabe con todo. Nos plasma ante una realidad aterradora, con sacerdotisas ciberpunks que mueven exoesqueletos, con olas devastadoras, con monstruos mitológicos que convierten en piedra a todo aquel que los mira… y con el Mediterráneo, al final de todo, como mar de esperanza y de salvación.
Se trata de una distopía cuya interpretación puede tomar ahora, en pleno confinamiento prácticamente mundial, derroteros antes insospechados. “Históricamente las crisis han sido un punto de inflexión”, dice el director, Desumbila, autor de vídeos musicales como Thunderclouds, para la banda LSD. “Abren un portal entre un mundo que termina y otro que comienza. Por eso, aunque el tono del filme pueda parecer desolador, también es grito de esperanza que invita a ser valiente frente a cualquier obstáculo, por muy duro que sea”.
Se pueden detectar masas que idolatran la tecnología, pérdida total del contacto humano, cultos controlados por las élites y autopistas abandonadas, al más puro estilo Mad Max. Pero la violencia, el aislamiento al que nos ha sometido la era tecnológica y la codicia de los poderosos, se someten de alguna manera a la poesía: la narración, en inglés, pasa por “ese extraño deseo de tener que mirar a lo profundo del abismo” hasta descubrir que “la esperanza siempre había estado allí”. En el fondo, a pesar de la distopía, el relato tiende al optimismo: “Supe que, como flores brotando en carreteras, la belleza se levantará de nuevo. Y a los que hoy llamamos enemigos, los sacaremos a bailar”.
El otro elemento clave de la filmación es la música que acompaña al poema narrado y a las imágenes, algunas sobrecogedoras y violentas.La banda sonora es la obra maestra del compositor francés Saint Preux Concerto pour une voix. La canción, publicada en 1969, vendió más de 15 millones de copias y fue galardonada con un Disco de Oro.
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