Luca de Meo, de la fiesta al altar
La Barcelona empresarial homenajea al expresidente de Seat, que en julio asumirá el cargo de consejero delegado en Renault
Entre la fiesta de despedida que Luca de Meo organizó para sus amigos el pasado viernes y el homenaje que le brindó ayer la Barcelona empresarial hay dos mundos. A la primera acudió en manga corta, a la segunda con traje y corbata, marcado por la tradición del Círculo Ecuestre. Ada Colau estuvo presente el viernes pero ayer no se dejó ver ni ella ni cualquier otro político, con la excepción de Núria Marín, alcaldesa de L’Hospitalet de Llobregat. Las despedidas —no siempre tan numerosas— han pasado a formar parte del día a día del expresidente de Seat y de su mujer Silvia mientras apuran su estancia en Barcelona, “ciudad a la que estaré eternamente agradecido”, dijo el ejecutivo.
El 1 de julio De Meo tomará el cargo de consejero delegado de Renault y abandonará la ciudad en la que ayer destacaba que siempre había querido vivir. Por eso, cuando Volkswagen le propuso dejar Audi para dirigir Seat, ni se lo pensó pese a que había quién le preguntaba el motivo de pasar de una marca de alta gama a una popular.
“Me gustan los retos”, admitía ayer. De ahí, dijo, su decisión de irse a Renault, que pasa por un momento delicado en el incierto futuro del automóvil. “Espero que pueda ayudar a solucionar los temas que tiene”, se limitó a explicar, para seguir con una descripción de su carácter: “Si solo administro, me aburro”.
Amante de la música electrónica, ha disfrutado como cualquier otro del Primavera Sound y, sobre todo, del Sónar. Pero este milanés también apostó por reconectar Seat con Barcelona y no dudó en sumarse al comité ejecutivo del Círculo de Economía o participar en la reconversión del Salón del Automóvil. Es por esas razones que ayer Fira de Barcelona, Foment del Treball, el Círculo de Economía y el Ecuestre —dirigidos por Enrique Lacalle— lo colacaron en un altar. “No sé si merezco esto”, dijo, un poco frío.
“Hemos vivido momentos complejos”, dijo en un discurso breve, en una clara referencia a la situación política que Cataluña —y él— ha vivido en el último lustro. Y aseguró que a Barcelona lo que le falta es “un gran proyecto”, que podría ser la candidatura de los Juegos Olímpicos de invierno.
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