Vivir sobre suelo contaminado: la Fiscalía confirma el daño a la salud de 4.000 vecinos de Coria del Río
Un informe judicial advierte de que los terrenos de una gasolinera emanan tóxicos que también afectan al río Guadalquivir por la descarga de aguas subterráneas
Se ha hecho esperar casi dos años, pero finalmente los vecinos de la barriada Guadalquivir de Coria del Río (Sevilla) han conocido el informe de la Fiscalía de Medio Ambiente de Madrid sobre los focos de contaminación de los que emanan 10 compuestos químicos tóxicos que sus residentes llevan inhalando desde hace casi una década con graves afecciones para su salud: desde leucemias a confusión e inquietud, pasando por otros tipos de cáncer, enfermedades respiratorias, palpitaciones o mareos. El escrito, remitido al Juzgado de Instrucción número 3 de Coria que investiga los hechos el pasado 20 de enero, es concluyente: las emanaciones procedentes del suelo en los que se ubica una gasolinera han “producido un riesgo de daño sustancial para la salud de las personas, con afección demostrada a los residentes de la barriada, debido a la presencia de compuestos orgánicos en sus domicilios, que no deberían estar de manera natural y que coinciden con los productos contaminantes encontrados en los suelos y aguas subterráneas del entorno de la estación de servicio”.
Estas conclusiones suponen cierto alivio para los 4.000 residentes de la barriada, pero la mala experiencia acumulada desde que en 2018 comenzaron a quejarse al Ayuntamiento por los insoportables olores que estaban respirando todos los días, les hace recelar. “No nos fiamos de nadie. En algún momento tendremos que ver la luz al final del túnel. Esperemos que, al menos, este informe sirva para cerrar la instrucción y empezar ya con la siguiente fase en la Audiencia Provincial”, indica Rogelia Gómez, presidenta de la Asociación de Vecinos Afectados por los Tóxicos de Coria del Río.
“Nosotros no tenemos nada que demostrar”, puntualiza. Gómez habla con conocimiento de causa, porque el informe de la Fiscalía es el último de los muchos que a lo largo de estos años han confirmado la presencia de compuestos orgánicos volátiles derivados de hidrocarburos, así como sulfato de dimetilo, una sustancia muy tóxica por inhalación. El primero de ellos fue elaborado por el Seprona en 2018, donde se recogían los análisis realizados por el Instituto Nacional de Toxicología que determinaba que la concentración de benceno en la barriada superaba en 16 veces el máximo permitido por la ley. La Guardia Civil concluía que los escapes de hidrocarburos de esa gasolinera produjeron un daño sustancial en la calidad del suelo y riesgo para la salud de los vecinos.
Este informe fue corroborado después por otros realizados por Ecologistas en Acción y la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía que, el pasado 3 de agosto, advertía de que los suelos de la estación de servicio “seguían soportando niveles de contaminación inaceptables, muy por encima de los límites fijados”, pese a las tareas de limpieza que desarrolló la propietaria de la gasolinera en los últimos 30 meses. El informe de la Fiscalía apunta a la misma línea y señala que “según lo analizado hasta ahora y dado que se han superado en más de 100 veces o más los niveles normativos de referencia para algunos compuestos, tanto en suelos como en aguas subterráneas, se debe considerar el riesgo existente para la salud humana”.
Entre las consecuencias de esa exposición “a los hidrocarburos aromáticos como el tolueno, los bencenos y xilenos”, el informe alude a los “efectos negativos para la salud como los agudos y crónicos en el sistema nervioso central”. En el documento también se enumeran “cefalea, náuseas, mareo, desorientación, confusión e inquietud, leucemia mielógena aguda, pérdida de consciencia, depresión respiratoria, irritación respiratoria, palpitaciones, mareos…, todas las enfermedades que están padeciendo los residentes de la barriada Guadalquivir.
Además de la afección en la salud de las personas, la Fiscalía concluye que los suelos del entorno de la gasolinera “han sufrido un daño sustancial por contaminación de hidrocarburos totales del petróleo” y señala como causante directo a “los vertidos producidos desde los tanques enterrados de la estación de servicio que contenía hidrocarburos del tipo gasolina, gasoil y aceites minerales que se encontraban en mal estado”. Pero, además del suelo, el documento también advierte de “daño sustancial” en la calidad de las aguas subterráneas del entorno, que se han visto contaminadas por la gasolinera y de las aguas superficiales del río Guadalquivir, por la descarga natural de esas aguas subterráneas contaminadas a su cauce o a otros asociados.
Lo que sí descarta la Fiscalía es la presencia de otros focos contaminantes, que es lo que habían pedido los vecinos y Ecologistas en Acción al ministerio público que analizara y para lo que se estaba esperando ese informe. Los residentes están seguros de que de los pozos negros que ves industriales de la barriada también podrían emanar sustancias tóxicas, pero el estudio del ministerio público estipula que de los resultados obtenidos del único cuya ubicación se ha podido localizar “han resultado conforme a la norma y no se observan signos de contaminación de los compuestos investigados”.
Una vez que se ha conseguido incorporar a la causa el informe de la Fiscalía de Medio Ambiente, Gómez indica que lo único que quedaría es que los médicos forenses examinaran a todos los afectados. “Queremos agilizar este proceso”, sostiene la portavoz. Ella considera que este paso no sería necesario si la jueza tuviera el informe epidemiológico de los 138 vecinos que presentaban afecciones relacionadas con la inhalación de los gases tóxicos y que están siendo atendidos de manera exclusiva por el departamento de Medicina Interna del Virgen del Rocío. La Consejería de Salud se comprometió a realizar un estudio epidemiológico para analizar los síntomas y los efectos de esa exposición, que los vecinos han pedido. El hospital aseguró en 2022 que no podía facilitárselo al estar el procedimiento judicializado, pero la propia jueza que instruye la causa penal tampoco lo tiene y lleva un año reclamándoselo a la Dirección General de Salud Pública. “Si tuviéramos el estudio, no sería necesario el examen forense”, cree Gómez.
“Un mínimo de humanidad”
El tiempo pasa y las afecciones de los vecinos empeoran. “Yo misma llevo unos meses con unos dolores terribles en los pies, los brazos y los hombros, he tenido tres desgarros en la vista en el último año, problemas de insomnio grave, nervios, pérdida de la noción, y ya los problemas digestivos ni los pienso”, cuenta Gómez. “Al menos estoy viva, hace unas semanas murió un vecino de 50 años”, se lamenta con una profunda carga de ironía y de tristeza.
“Si se sabe desde el minuto uno que esto está así, ¿por qué nos están dejando morir? ¿No hay nadie que tenga un mínimo de humanidad para resolver este problema?”. Su pregunta va dirigida contra los responsables de la gasolinera, de las consejerías de Salud y Medio Ambiente, pero especialmente apunta al Ayuntamiento. Los vecinos de la barriada consideran que la actitud del alcalde ha sido pasiva, tanto a la hora de minimizar las consecuencias de la exposición continuada a los gases tóxicos, como en la demora a la hora de declarar el espacio de la gasolinera como suelo contaminante. “Ha tardado más de un año en ejecutar el mandato del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía” recuerda Gómez.
Porque además del procedimiento penal, la Sala del Contencioso Administrativo del TSJA ha estudiado la declaración de la zona como suelo contaminante, una declaración que el Ayuntamiento archivó en 2021 y que el alto tribunal andaluz ordenó reactivar en noviembre de 2023. Su decisión la reiteró el pasado 21 de mayo, pero no se cumplió hasta el pasado 21 de noviembre a través de una resolución a la que se opuso la empresa titular de la gasolinera, cuyo recurso fue desestimado el pasado 23 de enero.
Las lluvias que han dejado las últimas borrascas han vuelto irrespirable el barrio. “No se podía estar dentro de las casas. La sensación era horrible”, describe Gómez. Los vecinos no se resignan a levantarse todos los días cansados, con dolor de cabeza y un regusto metálico aprisionando su garganta. “No podemos continuar así”, se lamenta.
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