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Cádiz, la ciudad que ha perdido casi un tercio de su población en tres décadas

Un cóctel de gentrificación turística, falta de suelo, paro y altos precios desangra a la localidad, que ya es la capital con menos habitantes de Andalucía

Una mujer con un perro con la camiseta del Cádiz es fotografiada por una turista.
Una mujer con un perro con la camiseta del Cádiz es fotografiada por una turista.JUAN CARLOS TORO
Jesús A. Cañas

El gaditano Marcos Collado ve todos los días el perfil de Cádiz desde la terraza de su casa en El Puerto de Santa María, como quien vislumbra un hito inalcanzable. “Ya solo voy por allí como si fuese un turista, para quitarme el gusanillo”, tercia el hombre. Hace 19 años que él y su mujer se vieron obligados a sumarse a una diáspora de vecinos que, desde los años 90, ha llevado a la capital a perder 45.000 habitantes, casi un tercio de los que llegó a tener. El padrón oficial publicado el pasado 26 de diciembre ha confirmado que la merma está lejos de parar. En solo un año, Cádiz ha pasado de las 113.066 personas a 111.811. Un cóctel de falta de suelo, paro, altos precios y gentrificación turística desangra a la ciudad en la que todos quieren vivir.

La tendencia negativa de este año ha roto una nueva barrera psicológica. Cádiz ya es la capital andaluza menos poblada, tras caer por detrás de Jaén por 77 vecinos. El dato es aún más agrio, si se tiene en cuenta que la provincia gaditana en su conjunto ha crecido 1.250.539 habitantes, hasta 3.758 vecinos más y casi todas las localidades del entorno de la Bahía de Cádiz crecen o se mantienen. Es decir, que el problema demográfico es tan local que el alcalde de la capital no pone paños calientes en reconocer la gravedad: “Es una mala noticia. Esta es una tendencia que viene sufriendo la ciudad desde hace años”.

Tantas décadas que ya, en 1995, el sociólogo Manuel Arcila, profesor de Geografía de la Universidad de Cádiz, levantó ampollas al advertir en su Atlas de la provincia de Cádiz que la capital llegaría a una cifra similar a la que ha alcanzado el último padrón. El problema es que la predicción él la trazó para 2040 y, al final, ha resultado que es “la que tiene ya ahora”. “En aquel momento, causó una repercusión horrorosa y, al final, ha pasado hasta antes”, explica el sociólogo. Arcila se quita importancia del hallazgo y asegura que lo que ocurre en Cádiz tiene dos causas principales, el movimiento natural de la población propia de los países desarrollados—con la caída de la natalidad y el envejecimiento—, combinado con un saldo migratorio que en el caso de Cádiz es ajustadamente negativo: “Esto no tiene una única causa, pero no se puede decir que sea sorprendente”.

La capital gaditana rozó su máximo poblacional en la década de los ochenta y hasta 1991, cuando superó la barrera de los 154.000 habitantes. A partir de la década de los noventa, comenzó su sangría. Eran los años en los que la crisis económica, el paro y las reconversiones industriales comenzaron a golpear a la ciudad. Tampoco ayuda la falta de suelo que ya acuciaba en la capital por aquel entonces y que comenzó a encarecer la vivienda. Todos esos contratiempos se han consolidado con las décadas —aunque la tasa de desempleo llegó a superar el 34% en la crisis de 2012, la de hoy sigue por encima del 20%—. “Cádiz no tiene oferta económica que atraiga a los migrantes y tampoco tenemos una oferta de vivienda a precios razonables que hace que esa población que venga se quede”, apunta Arcila.

Collado, que se define a sí mismo como “un superviviente” que le echa mano a lo que sea de trabajo, ha vivido en sus carnes buena parte de ese análisis. En 2014, su mujer y él optaron por comprarse un piso en la cercana localidad de El Puerto, donde acabaron teniendo un hijo. “Las condiciones de mi piso eran inasequibles en Cádiz por tamaño y el precio que nos costó”, apunta el gaditano. Collado ha sido profesor de inglés y hoy compagina sus encargos de acuarelista con su participación en el montaje de un inmenso jardín vertical en Icon of the Seas, el crucero más grande del mundo que hace unos días abandonó los astilleros de Cádiz. Gracias a aquella experiencia, tuvo que trabajar unos meses en Helsinki. “Estaba todo muy bonito, pensado para el lujo. Cuando he vuelto, he visto que Cádiz no se diferencia tanto de aquello. Eso repercute en los precios, en la capacidad del gaditano en permitirse algo”, se queja el trabajador.

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Y ese es justo el nuevo factor en la ecuación del que habla Arcila, preocupado por la gentrificación turística que ha venido a dar la puntilla demográfica a una situación, ya de por sí, complicada. La proliferación de hoteles, apartahoteles y, especialmente, viviendas de fines turísticos ha sacado del mercado de venta y alquiler numerosos pisos para primera vivienda y ha elevado aún más su precio. De los 1.724 pisos que se ofertaban como vacacionales en 2021, se ha pasado a los 2.788 en este 2023, según datos del registro de la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía. Es decir, que hay un piso turístico por cada 40 gaditanos que quedan viviendo en Cádiz. “Eso hace que la población se vaya fuera y por eso los municipios del entorno o ganan o se mantienen estables”, explica el sociólogo.

Cádiz tiene muy complicado revertir la tendencia actual. Ninguno de los indicadores socioeconómicos tiene visos de cambiar, las viviendas de renta libre que se construyen cada vez están más enfocadas a personas de alto poder adquisitivo y a los gaditanos con recursos más exiguos solo les queda intentar recurrir a alquileres sociales o las pocas promociones que se construyen de protección oficial. Desde 2016, la capital sufre más defunciones que nacimientos y tiene una edad media superior a los 47 años, la más alta de la provincia. Arcila ya vislumbra superar más barreras psicológicas, como la caída por debajo de los 100.000 habitantes: “Si no cambia el saldo migratorio es complicado que cambien los movimientos naturales”.

El problema es que, cuando ese descenso se dé, la pérdida también será económica y administrativa, ya que la ciudad perderá ingresos del Estado y el pleno pasará de los 27 ediles actuales a los 25. El alcalde García por ahora prefiere no plantearse aún esa opción: “Vamos a hacer todo lo posible para que no se siga perdiendo población a medio plazo y no se supere esa cifra”. Por ahora, la nueva corporación del PP ha decidido mantener la ordenanza que reguló y puso coto a las viviendas turísticas, ideada por Adelante Cádiz. Aunque la oposición ahora denuncia que no se está aplicando con el suficiente celo, el regidor defiende que están actuando en los casos en los que no cumplen la norma y lo informan a la Junta para que retiren la licencia de esa vivienda. “Lo que está claro es que esa normativa no era la panacea y no era la que podía venir a solucionar todos los problemas de la vivienda”, señala el alcalde.

El nuevo Ayuntamiento defiende también sus propias recetas, como recuperar las expropiaciones de fincas vacías abandonadas (un instrumento que asegura que no se ha usado en los últimos ocho años de José María González, Kichi); además de construir más viviendas de VPO y alquiler social con promociones públicas municipales y defender que se construya más renta libre. “Si hay una mayor oferta, hay más posibilidades de poder encontrar una vivienda en esta ciudad y que evite la salida a otras poblaciones”, asegura García. Collado ya se marchó, pero cada vez que mira por su terraza el perfil de su Cádiz natal, no puede evitar sentir nostalgia y deseo por regresar: “Mi sueño, si me tocase una lotería, sería comprarme una casa en la Alameda [una zona del centro]. Pero, honestamente, es difícil volver”.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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