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La pedrea granadina de los fastos del 92

Una exposición cultural y el acelerón de la autovía son los únicos reflejos que dejó la muestra sevilla en la ciudad de La Alhambra

Expo 92 Andalucia
Los Reyes eméritos en la inauguración de la exposición 'Al-Andalus: las artes islámicas en España', en 1992, en Granada.
Javier Arroyo

La Expo 92 llegó a Granada un mes antes que a Sevilla. El 19 de marzo se inauguró en la Alhambra la exposición Al-Andalus: las artes islámicas en España. El 20 de abril, lo hizo la muestra universal sevillana. Excepto esos 32 días, el resto del año la ciudad de Granada estuvo mirando y viajando a Sevilla.

Esa exposición fue la cuota asignada a Granada por el plan Andalucía 92, diseñado para “irradiar los beneficios del 92 a toda la comunidad”, según explicaba en EL PAÍS, Javier Torres Vela, entonces consejero de Cultura del Gobierno andaluz que diseñó el plan. Un reparto de beneficios escaso que se compensó porque proyectos que estaban en marcha desde hacía años se terminaron entonces o, incluso, por carambolas de última hora. Así llegó la A-92 a las puertas de Granada, se terminó el Palacio de Congresos o se aprobó el Parque de las Ciencias.

Jesús Quero, alcalde de Granada en 1992, recuerda que la celebración pasó para la ciudad “sin pena ni gloria” y menciona la llegada de la autovía A-92, de la que se inauguraron numerosos tramos ese año, como algo relevante en el ámbito de las infraestructuras y el estreno de la muestra Al Andalus en el ámbito cultural. “Y poco más… bueno, tuvimos muchos visitantes en la ciudad que pasaron por aquí porque habían estado antes en Sevilla”.

La exposición que recuerda el alcalde repasaba los ocho siglos de arte musulmán en España y se realizó con el mejor socio posible, el Metropolitan Museum de Nueva York —que luego mostró en su sede una versión ligeramente más pequeña—. El 7 de junio se cerró la muestra y los fastos del 92 terminaron en Granada. Quero explica que por entonces ya estaba decidida la celebración del Campeonato Mundial de Esquí para 1995 —que hubo que retrasar un año por falta de nieve— y ahí sí hubo grandes avances. Y entre una celebración y otra, recuerda, “pasaron muchas cosas, casi todas malas, porque nos cayó una crisis económica brutal en la que las principales empresas de la ciudad tuvieron serios problemas”.

Más allá de Al Andalus, no obstante, Granada vivió dos hechos positivos. El primero fue la inauguración del Palacio de Congresos, un ensayo general a pequeña escala de la inauguración de la Expo sevillana porque se celebró un día antes de la apertura en Sevilla con la presencia del Rey emérito, doña Sofía, el entonces príncipe Felipe, su hermana Cristina, el presidente de la Junta, Manuel Chaves, el ministro Narcís Serra, etc. Un grupo que al día siguiente repetiría actuación en Sevilla. Pero el Palacio de Congresos tenía su origen en 1987, cuando se creó el consorcio responsable de su construcción y gestión.

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También la decisión de construir el Parque de las Ciencias coincide en el tiempo con la Expo, aunque sin relación directa con ella. De hecho, es el resultado de unas sobras. En aquella época, recuerda Quero, se estaban diseñando los nuevos accesos a la Alhambra y en uno de los tramos se había diseñado un gran viaducto que sobrevolaría lo que hoy se denomina El Serrallo. “Aquello nos pareció que tenía muchas dificultades y un gran impacto ambiental y optamos por hacer túneles en vez del viaducto”.

Ese ahorro, “700 u 800 millones” dice, sirvió para que el ayuntamiento granadino impulsara un proyecto que tenía sobre su mesa para construir un museo científico. “Nos costó mucho conseguir que el dinero de la carretera no construida nos lo dieran para eso, pero, después de mucho luchar, conseguimos 750 millones de euros. Con eso y un poco más, construimos la primera fase del museo”, rememora el exalcalde. El Palacio de Congresos, que nació como una entidad pública, es hoy una institución privada que lucha por sobrevivir. El Parque de las Ciencias ha multiplicado su espacio y su oferta.

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