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Perfil | El todo o nada de Miguel Ángel Gallardo

El secretario general del PSOE extremeño, procesado en la causa del hermano de Sánchez, se juega su futuro político condicionado por los tribunales en una campaña inédita y a la defensiva

Primero fueron los tomates. Luego ya la política. El secretario general del PSOE de Extremadura, Miguel Ángel Gallardo (Villanueva de la Serena, 51 años), trabajó durante muchos años en una fábrica de Tomates de Miajadas, un pueblo de Cáceres de casi 10.000 habitantes y uno de los lugares de España con mayor industria alimentaria. De hecho, a Miajadas se le conoce como la “capital europea del tomate”. Tanto es así, que existe un monumento de 15 metros en la autovía cacereña con un tomate bien enorme y bien rojo que llamó la atención del mismísimo Cristiano Ronaldo, que frenó en seco para fotografiarse. Aquí, en este pueblo a pocos kilómetros de Villanueva de la Serena, su tierra, Gallardo etiquetaba durante la veintena los tarros de cristal que uno puede adquirir en cualquier supermercado.

Ahora, con 51 años, ha llegado casi a lo más alto de la política extremeña. Gallardo, procesado en la causa judicial contra David Sánchez, el hermano del presidente del Gobierno, será por primera vez —aunque algunas voces internas apuntan ya que será la última— el candidato socialista a la presidencia de Extremadura el 21 de diciembre tras el adelanto electoral convocado por María Guardiola. El reto es hercúleo, por no decir imposible, según la opinión extendida en el PSOE: recuperar la Junta, impidiendo que el PP logre el hito de enlazar dos legislaturas seguidas, y suceder al aura de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente regional de 1983 a 2007 y al dialogante y sosegado Guillermo Fernández Vara (2007-2011 y 2015-2023), que falleció el 5 de octubre. “Los socialistas extremeños tenemos cultura de gobierno y es como si nos hubiesen caído las siete plagas de Egipto. La pérdida de Guillermo nos ha dejado una sensación de orfandad, agravada por el frente judicial. La pregunta que nos hacíamos era qué iba a ser lo siguiente... Pues hala, elecciones anticipadas”, dice un veterano del comité regional, el máximo órgano autonómico del partido, que el miércoles ratificó la elección de Gallardo por unanimidad. Pese a los resquemores de algunos cargos de la provincia de Cáceres porque no se votase en primarias, descartadas por las urgencias del calendario con la aquiescencia de Ferraz.

Hijo de un jornalero, Luis, y de una ama de casa, Antonia, y hermano de Marisol, una trabajadora del Carrefour, Gallardo entró en política sin que en su casa se hablara mucho de ella. Cuentan en su entorno que la primera vez que le dijo a sus padres que iba a dedicarse a ello, con 18 años, su padre le soltó:

—Eso no es pa’ nosotros.

Años después, Gallardo alcanzó como regidor de su pueblo seis mayorías absolutas consecutivas, la última en 2023. “Como alcalde fue espectacular, convirtió a Villanueva de la Serena en un referente”, le reconoce un consejero del último Ejecutivo de Fernández Vara, muy crítico con el actual líder territorial, que en marzo cumpliría dos años en el cargo. Sin embargo, fue en 2015 cuando alcanzó más popularidad en la región. Ese año fue elegido presidente de la Diputación de Badajoz. Antes de ser nombrado, Gallardo vio que su nombre aparecía en las quinielas de la prensa regional. Y, sin medias tintas, llamó a la dirección regional del PSOE, donde le contestaron:

—Cállate que es cierto.

“Gallardo convirtió la Diputación en una administración moderna, que prestaba servicios directos a los ciudadanos en los municipios”, concede otro dirigente distanciado con Gallardo, que pone como ejemplo que, en su primera legislatura, impulsó una normativa para eliminar los vestigios franquistas de los municipios, que condicionó a recibir ayudas de la Diputación. “Hasta el PP aceptó en muchos de sus ayuntamientos. Ha sido muy valiente, decidido y muy echado para adelante”, destaca. Otro cargo socialista, que por entonces estaba a piñón con Gallardo y ahora en las antípodas, resalta que “renovó” la Diputación y en su primera etapa “concitó muchísimo consenso incluso entre los alcaldes del PP”. “Hizo mejorar muchísimo la provincia, apostando por la digitalización del campo y las energías renovables... El problema es que el poder le transformó. Su estilo es o conmigo o contra mí”, sentencia.

La Diputación le sirvió a Gallardo de trampolín para ganar la secretaría general de su federación en marzo de 2024 tras la retirada de Fernández Vara, que había ganado las elecciones de 2023 pero con un resultado insuficiente ante la mayoría absoluta de PP y Vox en la Asamblea de Extremadura. Guardiola fue investida como la primera presidenta de la comunidad mientras el PSOE se reseteaba en la oposición, donde las costuras son más visibles que cuando se gobierna. Esas tensiones internas se plasmaron en los dos procesos de primarias que ha librado Gallardo: se impuso en ambas con un respaldo del 56,23% y del 62,61% —la última en enero de 2025, ya como imputado, un mazazo que se produjo días antes del último Congreso Federal del PSOE en Sevilla—, pero perdiendo en la provincia de Cáceres con un apoyo inferior al 35%. “La situación es inédita. Sin precedentes. A las tiranteces orgánicas hay que añadirle que ha sido muy torpe en su defensa. La imagen que dejó su gestión de los tiempos cuando decidió aforarse pesa mucho”, lamenta un diputado autonómico, que explica que Gallardo pudo haber tomado el acta de diputado en junio de 2024 aprovechando la renuncia de Fernández Vara, que pasó a ser senador por designación autonómica. “Fue la oportunidad idónea para que asumiera el escaño y se hiciera un relevo simbólico... Encima el caso de David Sánchez no existía entonces. Vamos a estar la campaña a la defensiva”, lamenta.

El escándalo del caso del hermano de Pedro Sánchez ha zambullido a Gallardo, y con él al PSOE extremeño, en el ojo del huracán mediático tanto nacional como regional por presuntamente haber enchufado al hermano del presidente en la Diputación de Badajoz. Las críticas, lejos de amainar, se han recrudecido. Lo mismo que el fuego amigo, aunque el adelanto electoral ha provocado un cierre de filas formal, que puede saltar por lo aires en función del resultado dentro de siete semanas. Mientras, los estrategas de la campaña extremeña se devanan los sesos con un candidato a la espera de la fecha de juicio por la presunta comisión de los delitos de prevaricación administrativa y tráfico de influencias.

“Lo veo jodido”, cuenta un alto cargo del PSOE de Cáceres. “Él hizo las cosas mal cuando salió de la Diputación de Badajoz, con prisas, y sus críticas permanentes y reproches a los tribunales por su causa no nos beneficia… Nadie le cuestiona, pero tenía que haber dado un paso al lado”. Otras voces consultadas apuntan que cualquier cifra que no sea 28 diputados, los actuales, será un “fracaso”.

Gallardo cuenta con el respaldo del delegado del Gobierno en Extremadura, José Luis Quintana, que fue el alcalde de Don Benito, con quien lideró la fusión —ahora suspendida— entre Villanueva y Don Benito. “Le veo con muchas ganas”, cuenta Quintana. “En política no se puede saber, pero he visto gente triunfadora que fracasa en un mes y gente hundida que triunfa en un mes. Las cosas pasan tan deprisa que aquí nunca lo sabes. La población es tan voluble que los votos cada vez se deciden más en el último momento”. El sueño del PSOE es que Guardiola no logre la mayoría absoluta, vuelva a depender de Vox y quede en una situación de bloqueo. Gallardo se juega su futuro político el 21 de diciembre con, en principio, una sola bala. Todo. O nada.

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