Ir al contenido
_
_
_
_

El Gobierno sufre, pero el PP sale a su rescate

Feijóo se enreda con Mazón y con el fiasco en el Senado, pero el frente judicial se agrava para el PSOE

Carlos E. Cué

Es casi una constante de la legislatura más complicada de los últimos años. Cada vez que el Gobierno está pasándolo mal por alguna de las múltiples crisis políticas o judiciales que ha tenido, alguna de ellas gravísima como la del caso Koldo-Ábalos-Cerdán, llega la oposición, y en vez de rematarlo, le ayuda a remontar por errores no forzados o discusiones internas que debilitan el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo.

Esta semana ha sido un claro ejemplo. En teoría iba a ser un infierno para el Gobierno: Junts rompía con el PSOE el lunes y Pedro Sánchez tenía el jueves una delicada comparecencia en el Senado sobre corrupción. Pero el PP —y en parte también Vox— acudió al rescate del Ejecutivo. Fue la semana del hundimiento político definitivo de Carlos Mazón, que fue abroncado en directo por las víctimas en el funeral de Estado por los fallecidos en la dana.

Esa escena desgarradora, que inquietó a muchos barones del PP presentes y otros que lo veían por la tele, volvió a poner en primer plano la decisión de Alberto Núñez Feijóo, incomprendida incluso en sectores amplios de sus propias filas, de no intentar forzar la caída de un presidente achicharrado que hace un daño difícil de calcular a la marca PP y genera un gran ruido interno en el principal grupo de la oposición.

Por si eso fuera poco, la comparecencia de Sánchez, que el PP colocó precisamente al día siguiente del funeral por las víctimas de la dana en Valencia para intentar apagar los ecos de la crisis de Mazón, se volvió contra los populares porque el presidente salió vivo y el debate, también en medios conservadores, no se centró solo en la falta de respuestas de Sánchez, sino sobre todo en el fiasco de Alejo Miranda de Larra, el portavoz del PP, que lejos de acorralar al presidente, le ayudó con un interrogatorio caótico y atropellado en el que no le dejaba contestar ni siquiera para que pudiera meter la pata, como esperaba el PP para denunciarle por falso testimonio.

Un ministro admite que en el Ejecutivo había mucha preocupación con la comparecencia, porque el formato era muy malo para Sánchez, acostumbrado a tener toda la ventaja en el Congreso de hablar ilimitadamente, con una presidenta de su partido moderando el debate y sin poder ser nunca interrumpido, al contrario de lo que pasaba en el Senado. Algunos incluso temían un resbalón importante. Pero fue lo contrario. “Nadie esperaba que Sánchez estuviera tan cómodo. No es su mejor terreno. Y era un asunto muy sensible donde era fácil cometer errores. Aspirábamos como mucho a un empate. Pero salió mucho mejor de lo que entró por el desastre de los de enfrente”, señala este ministro. En el PP, por el contrario, creen que lo importante, al margen de cómo saliera, es la imagen de un presidente en una comisión de investigación por corrupción, y aseguran que el objetivo se cumplió porque Sánchez sale desgastado y esta cuestión, eje de la oposición de Feijóo, se mantiene viva.

Una vez más, y en especial por errores de la oposición y por el rechazo que genera la alternativa PP-Vox, el Gobierno asegura que respira bastante tranquilo en el frente político. La ruptura con Junts es un problema serio, pero en La Moncloa creen que podrán seguir sacando leyes y decretos adelante siempre que sean positivos para Cataluña, la condición que han puesto los independentistas. Los datos económicos siguen siendo positivos —el FMI sitúa a España como la economía avanzada que más crece por segundo año consecutivo, la bolsa alcanza su récord, las grandes empresas ganan más dinero que nunca, en especial energéticas y bancos— y Sánchez está dispuesto a seguir aunque sea sin Presupuestos.

Pero el Gobierno sigue teniendo un enorme agujero de recorrido incierto en el frente judicial. Justo cuando el Ejecutivo se estaba regodeando por el fiasco del PP en la comisión de investigación —“al PP le ha salido tan bien lo del Senado que la noticia son las gafas de Sánchez”, resumió el siempre hábil Gabriel Rufián, de ERC—, llegó de nuevo un golpe duro del Tribunal Supremo, que pide a la Audiencia Nacional que investigue posibles delitos alrededor de los pagos en metálico del PSOE a José Luis Ábalos cuando era su secretario de organización.

En el Ejecutivo se temen que esto pueda ser el inicio de una investigación por financiación ilegal del PSOE. No le ven ninguna base, porque insisten en que se puede demostrar que todo el dinero en efectivo que se pagó salió de las cuentas en el banco del PSOE, pero temen que esa apertura de investigación, simplemente por ese titular, pueda abrir una nueva crisis con algunos socios. Ese movimiento ha provocado una fuerte indignación en el PSOE y en el Gobierno contra un juez al que hasta ahora nadie había criticado ni siquiera en privado, Leopoldo Puente, que lleva el caso de Ábalos por ser aforado.

El frente judicial además no termina ahí: el lunes se abre el juicio contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Hace unas semanas en el Ejecutivo veían imposible una condena porque no ven ninguna prueba contra él, pero ahora algunos ya dudan, dada la dinámica que se percibe en el Supremo. Y los procesos contra Begoña Gómez y David Sánchez, la esposa y el hermano del presidente respectivamente, también siguen adelante.

“No hay oposición política”, resume un ministro. “No tienen fuerza, el PP y Vox no nos hacen daño, son muy flojos. Solo tenemos una oposición real en la justicia, con movimientos extraños como el de este viernes en el Supremo. En el peor de los casos, lo que probarían los datos es que Ábalos tal vez estafó al PSOE con sus facturas, pasó algunas incorrectas, pero el estafado no es el que delinque. No tiene sentido. Nuestra verdadera oposición está en la justicia”, remata este integrante del Ejecutivo.

Otro miembro del Gobierno coincide en esta idea, muy extendida en el Ejecutivo, de que la verdadera oposición la hacen algunos jueces, y añade que los únicos que ponen en aprietos a la coalición son los socios de investidura, sobre todo Junts y Podemos, y los tribunales, porque del PP no viene nada inquietante, al revés, a veces ayuda. De hecho esta semana difícil con el juicio al fiscal general, el PP también sufrirá porque habrá comparecencias en el Congreso de las víctimas de la dana que calentarán la del propio Mazón el 17.

El Gobierno y el PP se enfrentan pues a sus propias debilidades, unas externas y las otras internas, pero el Ejecutivo tiene algo poderoso cuando las noticias judiciales no se lo arruinan: el control de la agenda política. Durante septiembre y buena parte de octubre eso funcionó, ahora se ha debilitado pero el Ejecutivo tiene material preparado para recuperarlo. Lo que no controlan ninguno de los dos son las elecciones, que volverán a marcar en breve el ambiente político español con los comicios adelantados en Extremadura.

El PP confía en dar un golpe fuerte a un PSOE que en esta comunidad está muy debilitado tras el fallecimiento de su último gran líder, Guillermo Fernández Vara, y un relevo que no termina de cuajar y ahora está imputado en el caso del hermano de Sánchez como Miguel Ángel Gallardo. Estas elecciones serán el inicio de una secuencia que seguirá en Castilla y León en invierno y terminará en Andalucía en primavera. El PP confía en buenos resultados para poder consolidar la idea del cambio de ciclo y la debilidad del PSOE, pero el ascenso de Vox puede jugarle malas pasadas. Los socialistas aspiran por ejemplo a volver a ser primer partido en Castilla y León, aunque muy lejos de gobernar.

Las elecciones en Extremadura van a tener una primera consecuencia política: se retrasará a 2026 la conferencia de presidentes en Asturias, prevista para este año, porque coincidiría con la campaña extremeña. Pero sobre todo servirán para medir el pulso de la gran batalla entre PP y Vox y la resistencia del PSOE y de su fragmentado espacio a la izquierda, que aquí sí concurrirá unido.

Y ahora sí ya parece de verdad inminente, probablemente para el Consejo de Ministros del 11, previo paso por el Consejo de Política Fiscal y Financiera, la presentación de la senda de déficit, paso previo de los Presupuestos que mostrará las casi nulas posibilidades de aprobarlos. Las próximas semanas serán pues una muestra de las debilidades del Gobierno, sobre todo la parlamentaria con su incapacidad de aprobar unas Cuentas en toda la legislatura, pero también de la oposición, cada vez enredada en un túnel sin salida llamado Carlos Mazón, del que es tan responsable Feijóo como Santiago Abascal, el gran apoyo del líder alicantino que ya lo ha dejado claro: si Mazón cae, habrá elecciones en la Comunidad Valenciana, Vox no apoyará a nadie más. Y ese parece ser precisamente el motivo de bloqueo del propio Feijóo, al menos de momento.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos E. Cué
Es corresponsal político de EL PAÍS, encargado de la información del Gobierno y de los viajes del presidente. Antes fue corresponsal en Buenos Aires y está especializado en información política, siguiendo a distintos gobiernos y a varios partidos. Ex alumno del Liceo Italiano de Madrid, se licenció en Economía y cursó el máster de EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_