Del agravio territorial a la defensa de los servicios públicos: Moreno y Montero afilan la campaña de Andalucía
El PP explota la receta de la confrontación con Madrid que le funcionaba al PSOE mientras mira de reojo a Vox


Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo eligieron Málaga con 48 horas de diferencia para estirar músculo con vistas a las elecciones andaluzas. La convocatoria no tiene fecha, aunque si el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, cumple con su previsión, se celebrarán en el mes de junio de 2026, agotando al máximo la legislatura de cuatro años. Pero Moreno también ha asegurado que, si Sánchez anticipa los comicios generales, adelantará la fecha y se serán conjuntas.
El líder del PP se apuntó este viernes a compartir huevos fritos con patatas en Alhaurín el Grande con los militantes del PP de Málaga, un acto que creó hace diez años el entonces presidente del Partido Popular malagueño, Elías Bendodo, para abrir el curso político en esta provincia, el fortín más seguro de los populares. Feijóo arropó así a Moreno en un acto que es más político que festivo, aunque los dirigentes se coloquen un mandil y posen con bandejas de huevos.
El presidente del Gobierno, por su parte, compartió atril este domingo con su vicepresidenta primera y candidata a la Junta, María Jesús Montero. La detención el 30 de junio del ex secretario de Organización Santos Cerdán, obligó al PSOE a trasladar a Ferraz el comité federal convocado para cinco días más tarde en Sevilla precisamente para lanzar la candidatura de Montero. La ministra de Hacienda irá intensificando su agenda en Andalucía en la carrera a las urnas, aunque no contempla dejar el Ejecutivo hasta que se vea obligada por la convocatoria electoral. Como objetivo inmediato se ha marcado presentar el proyecto de ley de Presupuestos del Estado, aunque conseguir los votos para su aprobación será ya otra cosa.
Al PP dejó de temblarle las piernas con las urnas en Andalucía cuando Moreno, contra todo pronóstico y con el peor resultado de los populares en toda su historia, fue elegido presidente con el apoyo de Ciudadanos y Vox hace casi siete años. En diciembre de 2018, los andaluces por primera vez dieron más votos al bloque de la derecha que al de la izquierda. Y, cuatro años más tarde, en junio de 2022, le dieron la mayoría absoluta no tanto al PP, sino a su candidato. Su victoria se nutrió con un 15,6% de antiguos votantes socialistas, según estimó el Centro de Investigación Sociológicas (CIS) en una encuesta postelectoral.
La principal fortaleza del PP y la principal debilidad del PSOE tiene nombre propio, el de Juan Manuel Moreno, al que el PSOE insiste en llamar Bonilla cuando en la calle le llaman Juanma. Tras seis años y nueve meses al frente del Gobierno de la comunidad más poblada de España (aunque Cataluña le pisa los talones), Moreno tiene pocos rasguños. Exprimió como nadie su exposición pública durante la pandemia y mantiene un tono moderado, correcto y sin estridencias en actos públicos pensados para él y solo para él. En la recta final de su segundo mandato se propone inaugurar todo lo inaugurable, colocar todas las primeras piedras que le han preparado y explotar su perfil más emocional. Se ha recetado para él mismo y para los demás serenidad, educación, corrección y rigor para los próximos meses. Nada de polarización.
Moreno obtiene una puntuación de 5,5, según la encuesta del Centro de Estudios Andaluces de marzo pasado y esa falta de desgaste es el principal obstáculo para que se abra paso una alternativa del PSOE, donde proclaman que el cambio político está en marcha. Aunque los socialistas dicen que salen a ganar, su meta es que su rival pierda la mayoría absoluta.
Agarrado al discurso del agravio, copiando el manual que le dejaron sus antecesores socialistas, Moreno no para de quejarse del Gobierno de Sánchez. Todos los déficits de su gestión los achaca a un solo asunto: el caducado sistema de financiación autonómica desde hace 12 años que provoca, según la Junta, un agujero de 1.500 millones de euros todos los ejercicios. Pero, tras meses de titubeos, rechaza la condonación de un 47% de la deuda andaluza con el Estado porque no está dispuesto “a perder la dignidad de esta tierra para salvar a los independentistas catalanes y al Gobierno de Sánchez”.
El agravio prende rápido en Andalucía y Montero es la principal interlocutora con las formaciones independentistas que apoyaron la investidura de Sánchez. El PP la tilda de “traidora” por avalar una financiación singular para Cataluña, que según ERC significa una cosa y según Montero, otra. También la llama “mentirosa”. El Partido Popular tiene, según afirmó Moreno el pasado jueves, “libros” con lo que dijo la socialista cuando era consejera andaluza y con lo que dice y hace ahora como ministra y candidata, para buscarle las contradicciones.
Aunque la fotogenia de Moreno se mantiene más o menos intacta, la gestión de su Gobierno presenta flancos débiles, el principal, el de la sanidad. Las protestas que canalizaban los sindicatos han saltado a calle: 20.000 personas se manifestaron en abril en Sevilla convocados por Marea Blanca y 57.000 han firmado una iniciativa legislativa popular para blindar la sanidad pública. A la par, la actual gerente del Servicio Andaluz de Salud (SAS) y sus dos antecesores están siendo investigados, a raíz de una denuncia del PSOE, por la adjudicación de contratos sanitarios por la vía de emergencia ―sin publicidad y concurrencia pública― cuando ya el decreto que avalaba esa vía había decaído tras la pandemia. Han sido llamados a declarar en noviembre, el mismo mes en el que el PP andaluz celebrará su congreso regional que revalidará el liderazgo de Moreno y con los tambores electorales más fuertes.
El PSOE fía toda su estrategia de oposición a la denuncia sobre el deterioro de los servicios públicos que, según Montero, el PP quiere hacerlos “inviables” porque opta por la “privatización”. El presidente andaluz alega las cifras presupuestarias récord de la sanidad andaluza (un 55% más desde que gobierna) y niega que haya más conciertos con la privada que en la etapa socialista. En 2024, la Junta destinó el 3,7% del presupuesto del SAS a conciertos, mientras en que el último año de Gobierno socialista fue de 4,1%. Y rebuscando en los boletines oficiales Moreno ha sumado hasta 500 millones autorizados en su día por Montero para conciertos. Pero los 3.700 millones de euros que, según estiman los socialistas, han ido a la privada no han logrado desatascar las abultadas listas de espera diagnóstica y quirúrgica.
El liderazgo de Montero ha pacificado el PSOE andaluz, pero no ha logrado movilizar al electorado socialista, según las encuestas del Centra, el llamado CIS andaluz. El último sondeo de junio, realizado en pleno estallido de la presunta trama corrupta de Cerdán, lo colocaba por debajo de su actual marca, que es la peor de toda su historia. Los datos que maneja el PP sitúan incluso al PSOE como tercera fuerza, detrás de Vox, en Almería y Huelva.
Vox será la gran pesadilla de Moreno si no obtiene mayoría absoluta. Todas las encuestas dicen que el popular ganará y la única duda por ahora es si alcanzará los 55 escaños, que le daría la tranquilidad de valerse por sí mismo durante otros cuatro años. El partido ultra presenta a Moreno como una suerte de “blanqueador” del PSOE. El PP dice que el ascenso de Vox en las encuestas no sale de sus filas, sino de la izquierda. “Hay gente que le gusta lo que dice Vox, pero a la hora de votar sabe que lo que propone no es ejecutable”, afirman en las filas populares aparentando cierta tranquilidad.
A la izquierda del PSOE aún no está claro si habrá dos o tres ofertas más. Podemos va a celebrar una consulta entre su militancia para decidir si permanece junto con IU y Movimiento Sumar en la coalición Por Andalucía. IU está decidida a lanzar en octubre la candidatura para que no les ocurra lo que la última vez cuando llegaron tarde al registro de coaliciones. En la dirección andaluza de Podemos apuestan por la continuidad: “No hay razón andaluza para que no se reedite un proyecto unitario”, afirma José Manuel Gómez Jurado, coportavoz del partido, aunque en la dirección estatal la opinión va en sentido contrario. Adelante Andalucía irá en solitario.
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