El rastro que resolvió el crimen de Sonia Dzouz de 40 puñaladas
El detenido por la muerte en Castellón de la turista francesa que viajaba sola en autocaravana ha sido entregado a la justicia española


La pista que llevó a los investigadores a dar con el principal sospechoso del crimen de Sonia Dzouz, la turista francesa de 63 años que murió brutalmente acuchillada el pasado verano mientras se encontraba de vacaciones con su caravana en Alcossebre (7.176 habitantes, Castellón), tardó un tiempo en llegar. Y no fue porque se pasara por alto en las primeras indagaciones, sino porque todavía no se había producido, según explican fuentes conocedoras de la investigación. Meses después de aquel crimen, ocurrido el 18 de julio de 2024, un hermano de Christian Moliner, de 48 años, denunció su desaparición y aseguró que el último día que habían tenido noticias suyas fue el 18 de julio: el día que encontraron a Sonia Dzouz muerta.
Moliner, un ciudadano francés que vivía a caballo entre el municipio de Torreblanca, a unos 12 kilómetros al sur de donde encontraron a Dzouz muerta, y una localidad cercana a Lille, en el norte de Francia, había logrado pasar desapercibido en las pesquisas hasta entonces. En el caso trabajaban los agentes de la Comandancia de Castellón, a los que se sumaron investigadores de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, encargados de los casos más complejos. Como es habitual, los agentes estudiaron el entorno y la vida de la víctima, también rastrearon por la zona, por si esos días estuvo cerca alguien con un perfil sospechoso. Moliner, sin antecedentes y sin vinculación conocida con la víctima, no llamó su atención.
Sonia Dzouz llevaba apenas dos días en la zona y antes había hecho una primera parada en Tarragona. Fue hallada sin vida en el interior del vehículo, estacionado en el camí l’Atall de este núcleo turístico perteneciente a la localidad de Alcalá de Xivert, en la costa norte de Castellón. Solía viajar con la única compañía de sus perros y conocía España, a donde venía buscando el sol. Representante médica durante 20 años, llevaba un tiempo cuidando niños y estaba a punto de jubilarse. Apenas un día antes de su muerte, envió a su hermano Serge Dzouz una foto de un plato de gambas, una copa de vino y el mar de fondo, según el diario francés Le Figaró. Pasó sus últimas horas en este pequeño núcleo vacacional de playas paradisíacas con una importante presencia de británicos y alemanes.
En la familia y en su entorno destacaban su dulzura y amabilidad. Se mostraban horrorizados por la muerte de la mujer, especialmente por haber sido apuñalada en la cara y en el cuello hasta en 40 ocasiones, según recogió la autopsia. No terminaban de creerse que hubieran podido intentar robarle, por el escaso valor que podían tener los objetos con los que viajaba en su caravana. Varios ocupantes de las roulottes que había aparcadas cerca de la víctima contaron que la habían visto en compañía de un hombre, a pesar de que ella había llegado sola al municipio.
Con el foco puesto en Moliner, los investigadores revisaron sus indagaciones. Lograron situarlo en la zona en la que Dzouz había aparcado la caravana y en un “horario compatible” con el crimen, señalan las fuentes consultadas. “Su vehículo se dirigió al lugar la tarde de aquel día y lo abandonó aproximadamente una hora después”, añaden. Además, el día de antes el sospechoso también había estado por el mismo lugar durante más de una hora. Los investigadores ya habían hecho esas comprobaciones antes, pero el coche que usó no estaba a su nombre.
Cuando los investigadores españoles fueron a localizar a Moliner, supieron que la policía francesa ya se había puesto en contacto con él por la denuncia de desaparición de su hermano y les había pedido que no dijeran nada a sus familiares de dónde se encontraba. Les dijo que se había fugado “para estar solo”. “No quería saber nada”, detallan las fuentes cercanas a la investigación.
Moliner huyó a Perpiñán (120.000 habitantes), situada al sur de Francia y primera gran ciudad francesa al salir de España desde Cataluña. Allí llevaba una vida normal, trabajando como repartidor de una empresa de alimentación, hasta el día de su arresto, el pasado 20 de agosto. Los investigadores viajaron al país vecino, donde realizaron nuevas indagaciones que volvieron a situar al principal sospechoso en el lugar del crimen. Entonces, pidieron al juzgado de 1ª Instancia e Instrucción número 2 de Vinaroz (Castellón), a cargo de la investigación, que emitiera una orden europea de detención por la que finalmente ha sido arrestado.
El viernes fue entregado a la justicia española y compareció por videoconferencia. La jueza del caso decretó su ingreso provisional en prisión comunicada y sin fianza. El arrestado, que fue conducido a una cárcel catalana, se acogió a su derecho a no declarar, por lo que no ha trascendido su versión de los hechos.
La detención del principal sospechoso ha resuelto el principal interrogante en el crimen de Dzouz, pero el caso todavía plantea incógnitas. Entre ellas están las circunstancias en las que se produjo la muerte de la turista francesa y si la fallecida y el principal implicado tenían alguna vinculación, algo que se sigue indagando, aunque no se ha encontrado ningún indicio. En la caravana no hallaron signos de que pudiera haber sufrido un robo y tampoco una explicación de los motivos por los que el homicida se ensañó con su víctima.
La investigación permaneció bajo secreto hasta la llegada del principal investigado a territorio español. Además de los agentes de la Comandancia de Castellón y la UCO, participaron en ella miembros de la Embajada de Francia en España y la Policía Judicial de la DIPN66 de Perpiñán.
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