Ir al contenido
_
_
_
_

La increíble historia del ‘Agente Samsam’: la Audiencia Nacional lo condenó por ser del ISIS, pero era un espía danés

Una sentencia histórica obliga a Dinamarca a admitir que Ahmed Samsam, que pasó tres años en prisiones españolas, era en realidad su informante infiltrado: “La investigación en España fue de gilipollas”, afirma el condenado

Ahmed Samsam, ciudadano danés de origen sirio condenado por yihadismo en España a pesar de que era informante encubierto de los servicios de inteligencia daneses, el 4 de septiembre de 2025 en Copenhague (Dinamarca).
Braulio García Jaén

Cuando el ciudadano danés de origen sirio Ahmed Samsam aterrizó en Copenhague el 10 de diciembre de 2020, había pasado tres años y medio rodando por cárceles españolas, condenado por terrorismo yihadista, y le quedaban dos años y medio más por cumplir en Dinamarca. Sin embargo, esperándolo junto a su abogado, había dos agentes del Servicio de Inteligencia de la Defensa (FE) danés, con los que había trabajado como informante infiltrado en Siria. “Perdónanos, nosotros no pudimos hacer nada”, le dijeron, refiriéndose a su condena por la Audiencia Nacional española. “Uno de ellos tenía los ojos como si fuera a llorar”, recordaba este jueves desde su casa en Copenhague Samsam.

Los agentes querían llegar a un acuerdo y cerrar el asunto con discreción, ya que la condena se basó sobre todo en esos viajes a Siria, cuya motivación los jueces españoles desconocían. Pero este martes, cinco años después, una sentencia del Tribunal Supremo de Dinamarca obligó a los servicios secretos (FE y PET, por sus siglas en danés) a publicar un comunicado inédito y con un puntito humillante: “Sobre la base de la decisión del Tribunal Supremo, PET y FE deben reconocer que Ahmed Samsam, en sus viajes a Siria en 2013 y 2014, colaboró con los servicios de inteligencia y recibió honorarios y otras prestaciones a cambio de proporcionar información”.

“Eran mis dos últimos controladores”, recordaba este jueves Samsam (Holbaek, Dinamarca, 35 años), sobre los dos espías que lo recibieron en el aeropuerto. Hijo de un dentista y una ama de casa sirios que huyeron de la dictadura de Hafiz el Asad y se refugiaron en Dinamarca en 1988, y superviviente de una juventud caótica de bandas, tráfico de drogas y pequeña delincuencia, en 2012 Samsam viajó al país de sus padres para luchar contra Bachar el Asad, heredero del régimen. Luego volvió tres veces más, pero ya a sueldo de los servicios secretos daneses y para recabar información que ayudara a evitar atentados en Dinamarca, algo que dichos servicios se negaban a admitir oficialmente.

Cuando en 2015, sus controladores —los agentes de plantilla que captan y trabajan con los informantes— le pidieron que se infiltrara en el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), renunció porque “no estaba dispuesto a arriesgar su vida por algo con lo que no estaba de acuerdo”, según la sentencia. ¿Cómo pudo entonces la justicia española condenarlo por integrar el Estado Islámico?

“La investigación en España fue una investigación de gilipollas, y perdona la palabra”, dice Samsam para resumir el proceso que arrancó con su detención mientras estaba de vacaciones en la costa del Sol en junio de 2017 y que en menos de un año acabó con su condena en la Audiencia Nacional. Una foto suya con una bandera negra y un versículo del Corán hecha, según él, cuando aún no existía el ISIS, fue considerada por el tribunal como propaganda de la organización islamista. “Dijeron sin ninguna prueba que yo era un terrorista del ISIS. Yo nunca he luchado con el ISIS”, subraya Samsam.

Las imágenes y conversaciones de esos viajes pagados por los servicios secretos, recuperadas de sus móviles por la Guardia Civil, se convirtieron en prueba de cargo contra él, además de conversaciones con su novia y amigos fuera de contexto, según él. El dinero que, según admite el Supremo danés, sus controladores le enviaban a través de Western Union, la Guardia Civil lo atribuyó a redes terroristas.

Condenado a ocho años como integrante de organización terrorista, los tres y medio que pasó en cárceles españolas los recuerda con horror. Ni siquiera está seguro de por cuántas pasó. “Me cambiaron muchas veces para romperme psicológicamente”, señala. “De toda esa miseria, salió algo bueno: aprendí a hablar en castellano”, concede.

Una vez que la condena española fue firme, en 2019, y dada la negativa de las autoridades danesas a reconocer oficialmente su vinculación como informante, a Samsam solo le quedaba intentar que un tribunal obligara al Estado danés a reconocer dicha vinculación para reabrir el caso en España. Y eso es lo que consiguió el martes.

Secretos y verdades

Pero más allá de los errores de la instrucción y el juicio —que sistemáticamente descartó el relato de Samsam por increíble— la condena de Samsam no se entiende sin el lugar que los servicios secretos ocupan en la mayoría de las democracias: la ley les garantiza el secreto de sus operaciones y eso los deja al margen del proceso penal, que es público. Y a menudo actúan al margen incluso del resto de cuerpos de seguridad.

Ahmed Samsam, en Copenhague este jueves, 4 de septiembre de 2025.

De hecho, fue la propia policía danesa la que primero alertó a la Guardia Civil de que Samsam iba a viajar a España y que podía representar un peligro, dado su pasado de combatiente extranjero en Siria. Ni siquiera la policía danesa conocía, al menos oficialmente, las razones de sus viajes a Siria. ¿Y qué ocurre cuando el secreto es lo único que permite condenar o absolver a un ciudadano, como en este caso? Lo habitual es que la razón de Estado ignore a sus ciudadanos. En Dinamarca, por primera vez, la justicia ha obligado a los servicios secretos a confesar la verdad.

Pero si eso ayuda a entender cómo pudo ser condenado, la sentencia del pasado martes no se entiende sin otro factor que a veces escapa a cualquier regulación: el factor humano. Frente al silencio oficial —no podemos confirmar ni desmentir nada, sostenían hasta el pasado martes las autoridades danesas—, dos funcionarios del Servicio de Inteligencia Policial (PET, en danés) se jugaron su carrera y su libertad (un agente ha sido expulsado del cuerpo; y un alto mando estuvo 70 días preso) por la libertad de Samsam. “Tú nunca has sido miembro del ISIS. Eso lo sabemos muy bien”, dice ese agente en un audio que Samsam grabó y que el Supremo danés cita como prueba en su sentencia.

“Jesper fue mi primer contacto en el PET”, dice Samsam sobre el agente que más lo ha ayudado a que el público y los jueces conozcan su historia. “Tiene muy buen corazón, tiene conciencia y estaba muy triste por saber que yo estaba en la cárcel. Hizo todo lo que pudo para sacarme de prisión y filtró la información a los periodistas”, recuerda.

El nombre del agente es público en Dinamarca: Jesper Noergaard Kristensen. Su jefe en el PET, Lars Findsen, también ayudó a Samsam y estuvo 70 días preso por ello. La admisión oficial sobre la colaboración de Samsam con ambos cuerpos de inteligencia solo llegó después de la sentencia.

“En cierto sentido, esto podría verse como una derrota para los servicios secretos, y para sus jefes sin duda. Pero yo diría que puede ser beneficioso para esos servicios saber que hay límites”, opina Henrik Plaschke, profesor de Estudios Europeos y Economía Política en la Universidad de Aalborg.

“Es una sentencia histórica, algo que no había pasado en un siglo”, afirma Louise Daalsgard, la primera periodista a quien Samsam llamó desde la cárcel en España para contarle su historia poco después de que lo detuvieran y que, cuatro años después, realizó una serie documental para la principal cadena de radio y televisión pública danesa: Agente Samsam. HBO está preparando también una serie documental y otra de ficción sobre esta historia increíble.

La celebridad que Samsam ha alcanzado en Dinamarca también tiene riesgos. La propia seguridad de las fuentes es una de las razones que alegan los servicios secretos para no revelar nunca sus identidades, por miedo a que puedan ser objeto de venganzas. Samsan y el benjamín de sus seis hermanos, Osama, fueron atacados por una decena de hombres a las puertas de un “internet café” en Copenhague en 2024. “A mi hermano lo apuñalaron y le gritaron chivato, informante, rata...”, cuenta Osama. Ahmed, que muestra las cicatrices en la barriga durante la videollamada, asegura que la pelea, que empezó por una palabra más alta que otra, no habría ido tan lejos si no fuera por su fama.

La hora del Supremo

“Lo más importante es que se revise mi causa en España”, asegura. El abogado Benet Salellas, uno de los letrados del ex Secretario de Organización socialista Santos Cerdán, ha recibido el encargo de recurrir ante el Supremo español. Ese objetivo, de hecho, es el interés jurídico que la justicia en Dinamarca ha alegado para obligar a los servicios de inteligencia a reconocer a su informante encubierto.

¿Son suficientes la sentencia danesa y el reconocimiento oficial de los servicios de inteligencia para solicitar la revisión de su condena ante el Supremo español? “Indudablemente, son motivos para que autoricen la revisión. Otra cosa es que luego la estimen... Tendrán que estudiar pormenorizadamente los hechos, pero por lo que parece él no estaba en ninguna organización terrorista, sino trabajando para su país”, comenta Tomás Vicente Ballesteros, profesor de Derecho Procesal de la Universidad de Castilla-La Mancha y autor de El proceso de revisión penal en España, la obra de referencia en la materia.

Samsam no entra en detalles sobre sus meses combatiendo en Siria. “Cuando disparas, nunca sabes si el que está enfrente cae por tu bala o por la de tu compañero de al lado”, cuenta. Sobre su reciente regreso al país del que su familia tuvo que irse, celebra la reciente caída del heredero de la dictadura deHafiz el Asad. Bachar el Asad, su hijo, huyó a Rusia en 2024. “Hemos ganado. Tengo muchas esperanzas sobre el futuro de Siria”, zanja Samsam.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Braulio García Jaén
Es periodista de la sección de Investigación y autor de 'Justicia poética' (Península, 2025), por cuyo proyecto obtuvo el Premio Crónicas Seix Barral de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, y de 'El confidente y el terrorista' (Ariel, 2022). Máster de Periodismo UAM/El País y Posgrado en Política y Sociología (UCM).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_