La metamorfosis de Sumar
La Asamblea del partido aprueba dos resoluciones que reclaman el “entendimiento” con otras fuerzas con el objetivo de“reeditar” con “mayor capacidad transformadora” el Gobierno. La lista oficial se aprueba sin candidatura rival por falta de avales
Miles de personas aguardaban de pie y a pleno sol en julio de 2022 el comienzo del acto en una explanada del centro cultural Matadero de Madrid. Las colas para entrar se habían formado horas antes, casi no se veían banderas de partidos y Yolanda Díaz era recibida al grito de “¡presidenta!”. En medio de un clima de desafección ciudadana con la política, la figura de la titular de Trabajo y el anhelo de unidad movilizaban de nuevo a un votante hastiado de las peleas en la izquierda tras el auge posterior al 15-M. “Esto no va de partidos, no va de siglas, va de pensar un país mejor, un proyecto para la próxima década”, proclamaba la vicepresidenta en la presentación de Sumar. Dos años y medio después, el espacio vuelve a estar fracturado y las encuestas dibujan un panorama muy difícil, lastrado por la división con Podemos y el ascenso de las derechas.
Movimiento Sumar (MS), el partido instrumental que Díaz creó antes de las generales para poder presentar en listas a perfiles de la sociedad civil que surgieron de ese proceso, ha consolidado este fin de semana su metamorfosis. La Asamblea de la formación la reformula como una organización clásica más, de presencia territorial muy modesta, y que ha renunciado a ser el paraguas que integre en sus estructuras a otras fuerzas políticas (Izquierda Unida, Más Madrid, Comunes, Verdes Equo…), la idea original del proyecto. Díaz ya no está al frente y ni siquiera acudió al congreso el sábado, aunque sigue como número tres de la lista con una enorme influencia en la organización, ejercerá de coordinadora institucional y sí participa en el cierre de este domingo.
Este sábado, en Rivas-Vaciamadrid, bastión histórico de la izquierda en una Comunidad gobernada por el PP desde 1995, los 500 delegados asistentes al congreso se fotografiaban y hacían gala de sus banderas autonómicas en un ambiente festivo. Después de que el año pasado tan solo 8.179 inscritos participaran en las votaciones, el partido ha cambiado el sistema de elección. Los representantes aprobaron con el 93% de los apoyos la lista oficial encabezada por la actual secretaria de Organización, Lara Hernández, y el diputado y economista Carlos Martín, que ejercerán la doble coordinación. La candidatura rival no obtuvo los avales suficientes. Los delegados también refrendaron los documentos político y organizativo y dieron luz verde a varias resoluciones, entre otras, para impulsar las alianzas con otras formaciones de izquierdas, abrirse a la sociedad y “reeditar” con “mayor capacidad transformadora” el Gobierno con el PSOE en 2027. “El conjunto de fuerzas que fuimos capaces de construir la coalición estamos llamadas al entendimiento. Dicho entendimiento debe darse sin a priori, respetando la pluralidad de identidades y garantizando la autonomía política como base para la construcción de acuerdos”, reza el texto aprobado, que marca la hoja de ruta a seguir y apela implícitamente a Podemos en un escenario de debilidad y con el partido de Ione Belarra cada día más alejado. “Dependiendo de su encaje territorial”, opina un diputado del grupo parlamentario, “tendrá más o menos éxito. Es absurdo que intente competir con otras fuerzas autonómicas”.
“El objetivo ahora”, resume Lara Hernández en conversación con EL PAÍS, “es que construyamos una organización para contribuir y seguir aportando a la cohesión del espacio, con una vocación de abrirse a la sociedad e implementar políticas de transformación social. No dejar ese vacío a la derecha y la extrema derecha”. “En el fondo”, añade Carlos Martín, “vamos a buscar lo mismo de antes. Dejamos de ser paraguas de nuestro espacio porque el diálogo va a ser de igual a igual entre todos los partidos, pero nuestro objetivo básico dentro de ese espacio es su articulación, porque es imposible revalidar la victoria de julio del 2023 si no lo hacemos”.
El paso atrás después de las europeas
En junio de 2024, después de que Sumar lograra tres escaños en Bruselas, solo uno más que el Podemos encabezado por Irene Montero, Díaz dijo: “Siento que no he hecho las cosas bien. La ciudadanía lo ha percibido”. Entre fuertes críticas de los partidos, la titular de Trabajo dimitía así del cargo de coordinadora de Movimiento Sumar, apenas tres meses después de haber sido nombrada oficialmente en el congreso fundacional de Villaverde (Madrid). Concatenaba cuatro descalabros electorales (en Galicia, País Vasco, Cataluña y europeas) y las negociaciones para las listas a Bruselas, a cara de perro y que dejaron finalmente a IU sin representación en el Europarlamento, terminaron por soliviantar al resto de fuerzas políticas de la confluencia, que arremetieron contra las decisiones de la dirección por falta de democracia interna. Antonio Maíllo, el líder de IU aupado al puesto solo un mes antes, daba esa misma noche por muerto el Sumar de entonces: “Está superado. Ahora el protagonismo lo tendremos las formaciones que lo integramos”, sentenció. Izquierda Unida ha sido uno de los más críticos con la elección del nombre del partido de Díaz (Movimiento Sumar) y la confusión de la parte con el todo (la coalición y el grupo parlamentario Sumar en el que ellos participan).
Los partidos habían llegado ya con tiranteces a la asamblea de marzo de ese año, después de que se hiciera público que Movimiento Sumar renunciaba a implantarse en Cataluña y en buena medida en Madrid. “Lo que no queremos es que nos pisen nuestro fregado”, explicaban coloquialmente entonces desde la dirección de Más Madrid. Ese desarrollo asimétrico entre comunidades soliviantó a IU, de carácter federal, pero con mayor fuerza en Andalucía y Asturias, y el debate sobre la integración de las formaciones en las estructuras de Sumar se pospuso para la siguiente asamblea, prevista entonces para otoño. La renuncia de Díaz hizo que todo saltara por los aires.
Ismael González, ex responsable de Organización federal de IU encargado de llevar las negociaciones de todo el proceso con el entonces jefe de gabinete de la vicepresidenta, Josep Vendrell, opina: “La hipótesis de construir un espacio aglutinador de la izquierda de ámbito estatal no era fallida, lo que falló fue la forma de aglutinar”. “Sumar corrió hacia una unidad orgánica cuando no había mimbres para ello. Sí los había para una coalición. Es un debate que requiere de tiempo, para que las propias organizaciones puedan decidir de manera democrática”, añade González, ahora alejado de la política nacional.
Las elecciones de junio funcionaron de revulsivo y enterraron definitivamente aquel modelo. La crisis por la dimisión de Íñigo Errejón volvió a servir par señalar una toma de decisiones en su día poco democrática. El portavoz parlamentario había sido elegido en febrero por el núcleo de Díaz y sin contar con la opinión del resto de fuerzas del grupo. Su renuncia entre acusaciones de agresión sexual cayó como una bomba en toda la izquierda, abrió otra crisis en Más Madrid y sirvió también para retrasar los planes de la Asamblea de MS. Errejón, uno de los líderes intelectuales de la formación, había redactado el primer documento político y el escándalo forzó a cambios inmediatos, como la elaboración de un protocolo contra el acoso.
¿Y ahora qué?
“Quien no quiera estar, lo tiene que explicar”, dijo la vicepresidenta este enero, cargando sobre Podemos la responsabilidad de la ruptura. La fractura complica las aspiraciones de revalidar un Gobierno con el PSOE tras una legislatura ya de por sí muy compleja: sin Presupuestos ni mayoría parlamentaria asegurada, en un contexto de incremento del gasto en defensa que divide a los socios y penaliza a las formaciones de izquierda y con constantes choques en la coalición, el último a cuenta de la tributación del salario mínimo, que se saldó con la victoria para este año de Trabajo después del enfrentamiento público con Hacienda. Fue un espaldarazo para los de Díaz a las puertas de su Asamblea. “Para eso estamos en el Gobierno, para dar las peleas que tocan”, presumió el portavoz, Ernest Urtasun, en una apertura en la que tildó a España de “aldea gala”, pidió utilizar la recaudación fiscal “récord” de 2024 para “impulsar la agenda social” y sacó pecho de su utilidad: “La España progresista la estamos construyendo desde Sumar”, aseveró.
La nueva Ejecutiva del partido se perfilará en las próximas semanas. Mientras que el ascenso de Hernández, que ocupaba hasta ahora el cargo de secretaria de Organización, era una elección consensuada desde hacía tiempo, el de Martín fue una sorpresa de última hora, decidido directamente por Díaz. La formación había pedido hasta en cuatro ocasiones a Rosa Martínez, secretaria de Estado de Derechos Sociales, que asumiera el puesto, pero esta declinó. Dentro de la actual dirección, hay quien cuestiona el nombramiento de Martín y no ve con buenos ojos ni que un partido que se define como “plurinacional” tenga dos coordinadores madrileños ni su posicionamiento público el verano pasado contra el acuerdo para la financiación singular de Cataluña entre el PSOE y ERC (que Sumar, la coalición, apoya). Otros parlamentarios ajenos a MS creen, sin embargo, bueno el “contrapeso” al exceso de relevancia hasta ahora de los Comunes dentro del partido. Él minimiza la discrepancia: “Es normal que haya debate sobre un asunto básico como es el cómo se financian los servicios públicos que gestionan las comunidades. Lo vamos a abordar con soluciones plurales”, señala.
Sin estar al frente de la coordinación orgánica, Díaz aún debe decidir si vuelve a concurrir a las generales, una propuesta que debería contar con el aval del resto de partidos. Y el escollo fundamental sería Podemos. “Sigue siendo la líder en el ámbito de Gobierno. Eso no ha cambiado, es un liderazgo reconocido por el conjunto de la sociedad”, subraya Lara Hernández, que en todo caso resuelve: “Todo lo que ella quiera ser dentro de Movimiento Sumar, lo será”.
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