Cartagena incluye en su Carnaval la primera comparsa formada por personas con discapacidad visual

El Carnaval de Cartagena, declarado Fiesta de Interés Turístico Regional, ha ganado relevancia a nivel nacional en los últimos años: su certamen de chirigotas y su concurso de drag queens atraen participantes de todos los rincones del país, y su gran desfile de Carnaval, en el que participan unas 3.000 personas, es una de las fiestas que más visitantes recibe cada año en la ciudad. Este 2025 será, además, el único carnaval de España con una comparsa creada por y para personas con discapacidad visual.

“El carnaval es diversidad, es crítica, es reivindicación y es diversión, y eso somos nosotros”. Lo resume así Gemma Pozo, delegada de la ONCE en Cartagena e impulsora de la comparsa ONCE-Ilusiones, que el domingo 8 de marzo ―iba a ser este sábado 1, pero se ha aplazado por la probabilidad de lluvia― será una de las 50 agrupaciones que participarán en el desfile central de las fiestas, con disfraces, coreografía y escenografía creados para la ocasión. El grupo lo forman 33 personas, todas ellas afiliadas o trabajadoras de la entidad social.

Todos tienen discapacidad visual o algún otro tipo de discapacidades sensoriales, motrices o intelectuales, y esto es lo que hace única a esta agrupación carnavalera. “Doy por hecho que hay personas con discapacidad visual que son parte de chirigotas, de comparsas, de cofradías y de grupos festeros, que forman parte de las fiestas de sus localidades. Llevamos años luchando por tener las mismas oportunidades, y la sociedad entiende cada vez más como algo natural que formamos parte de todo. Pero esta es la única comparsa que hay en España íntegramente formada por personas con discapacidad”, explica Pozo, que llegó a Cartagena en febrero de 2023, en plenos carnavales, y se enamoró de la fiesta.

Fue ese mismo año cuando, como responsable local de la ONCE, comenzó a fraguar la idea de montar una comparsa propia ligada a la entidad, y el proyecto empezó a tomar forma real cuando conoció a Juan Salas, vendedor de cupones con un resto visual, es decir, que conserva parte de la visión, y que, en aquel momento, era el coreógrafo de una de las comparsas infantiles de la ciudad. “Nos pusimos a hablar de nuestra pasión por el carnaval, me contó su idea de hacer la comparsa y me pareció una locura maravillosa. Y aquí estamos”, indica.

En 2024, ONCE-Ilusiones se aventuró por primera vez en el desfile grande de Cartagena. En aquella ocasión, se limitaron a lucir un disfraz reivindicativo: el del icónico personaje de ¿Dónde está Wally?, cuyo jersey de rayas blancas y rojas tiene el mismo estampado que el bastón que utilizan las personas sordociegas y que utilizaron como excusa para dar visibilidad al colectivo. Este año se han lanzado a la aventura de desfilar con coreografía y escenografía propias.

Se trata, explica Salas, de un montaje con pasos de baile sencillos y que los participantes ciegos pueden seguir sin perderse gracias a un sistema de señales sonoras que él mismo ha ideado a golpe de silbato. “Un pitido indica un cambio de posición; dos pitidos, que avanzamos; tres pitidos, que hacemos nuestra escenografía. Y así sucesivamente”, detalla. Además, los miembros de la comparsa desfilan en parejas formadas por una persona invidente y otra con otro tipo de discapacidad, que ayuda a que quienes no ven avancen en la dirección adecuada y no se salgan del recorrido.

Ese es el papel, por ejemplo, de Azahara Aparicio, vendedora de la ONCE con una enfermedad mental, que ha llegado a la comparsa este año motivada por una compañera, que ya participó en el proyecto en 2024. La experiencia le está gustando tanto que no ha faltado ni a uno de los ensayos, que se llevan a cabo cada miércoles desde octubre. “Incluso me traigo a mi hija para poder conciliar. Y mi pareja, que no tiene discapacidad, también va a colaborar, llevando una silla de ruedas, por si alguien la necesita durante el desfile”, explica, ilusionada.

Será también la primera vez en un grupo de carnaval para María Rodríguez, que también es vendedora de la ONCE y que ha disfrutado de estas fiestas “toda la vida”, pero siempre desde fuera. “Para una persona que no ha visto nunca, como es mi caso, bailar es muy difícil, porque no te puedes guiar imitando los movimientos. Puedes llevar bien el ritmo escuchando la música, pero la coordinación es otra cosa. Pero es cuestión de esfuerzo, y creo que vamos a hacer un muy buen papel”, apunta. Considera la comparsa como un medio para divertirse, pero también como una oportunidad de usar la visibilidad que proporciona el carnaval para “mostrar que las personas con discapacidad también estamos en la sociedad y podemos hacer de todo”.

La misma idea la apunta también Paco Rodríguez, ingeniero jubilado con discapacidad visual, que practica teatro y natación, escribe y es amante de la radio. Rodríguez tenía en su lista de tareas pendientes la de desfilar en carnaval, sueño que cumplió el año pasado y repite este. “Espero que demos ejemplo en toda España”, dice, orgulloso, para animar a otras entidades de personas con discapacidad que tengan en mente ideas similares, pero que no se han lanzado a ponerlas en marcha: “Adelante, podéis hacerlo, igual que nosotros lo hemos hecho”.

El presidente de la Federación del Carnaval de Cartagena, Eduardo Pignatelli, ha subrayado la buena acogida que ha tenido este proyecto entre el resto de las agrupaciones carnavaleras, que se muestran encantadas de promover la inclusión. “No tenemos ningún tipo de límite para aceptar a todos los grupos, del tipo que sean. Ojalá sigan acompañándonos todos los años. Son un ejemplo de que ninguna discapacidad puede frenar a las personas, de que las personas con discapacidad pueden seguir el ritmo de la sociedad”, reivindica.

Para la delegada de la ONCE, el objetivo final de esta comparsa es que las propias personas con discapacidad crean en ellas mismas a la hora de perseguir sus metas y que la sociedad entienda que “para incluir a las personas en cualquier ámbito, solo hay que querer, que adaptarlo y hacerlo accesible”. Y también poner en evidencia que “una persona con discapacidad es una persona. No tiene más”.