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Detenida una mujer que modificó su imagen con inteligencia artificial para estafar a 311 hombres en redes sociales

La acusada lograba fotos y vídeos de contenido sexual de las víctimas y luego los chantajeaba

Agentes de policía trabajan en una investigación, en una imagen de archivo.
Agentes de policía trabajan en una investigación, en una imagen de archivo.POLICÍA NACIONAL (Europa Press)
Nacho Sánchez

Un teléfono móvil, buena iluminación, aplicaciones de montaje de foto y vídeo y ayuda de la inteligencia artificial. Con eso le ha bastado a una mujer española de 26 años para engañar a 311 hombres de todo el país. La joven había creado una imagen ficticia de sí misma para su perfil en Instagram, donde llegó a acumular 13.000 seguidores. Con algunos se ganaba su confianza y, tras conseguir que le enviaran imágenes de contenido sexual, les amenazaba con difundirlas entre sus familiares y conocidos si no le pagaban. En otros casos, ofrecía sus servicios como prostituta, previo pago, pero luego no aparecía. Mediante esta actividad ilícita consiguió reunir 16.300 euros en ocho meses, hasta que fue detenida el pasado junio —aunque el caso ha sido hecho público este viernes— en su casa de una pequeña localidad de Gipuzkoa. Allí residía con su hijo de cuatro años rodeada de basura, según han explicado fuentes de la Policía Nacional. Se le imputa un delito de extorsión y se encuentra en libertad provisional.

La primera denuncia fue puesta en la Comisaría Provincial de Málaga a finales del año pasado. Más tarde llegó un caso similar y la policía comprobó que había otros dos más con numerosas coincidencias en San Sebastián. Así fue como el equipo de ciberdelincuencia de la comisaría malagueña y sus homólogos de la Policía Judicial donostiarra iniciaron la investigación. Todos los casos apuntaban al perfil de una misma mujer en Instagram. Contaba con más de 13.000 seguidores, que según los agentes eran fruto tanto de actividad publicitaria como de captaciones mediante contactos en la red social. En sus publicaciones, ella jugaba con su propio cuerpo y el retoque fotográfico, buscando atraer a los hombres. Algunos de los afectados relataron que incluso habían mantenido conversaciones con ella en directo. Otros dijeron que habían sido estafados de distintas maneras.

Su primera fórmula para captar dinero fue fingir que era una prostituta. Cuando los hombres querían contratarla, ella pedía que le pagaran por adelantado, vía bizum. Pero nunca se presentaba en el lugar pactado, que generalmente eran hoteles. La segunda forma era animar a sus seguidores a que se suscribieran a un canal privado de contenido sexual a través de mensajería instantánea —tipo WhatsApp—, también previo pago, pero que resultaba ser otra estafa. Con todo, era una tercera fórmula la que más rentable le salía: tras modificar su cuerpo digitalmente para llamar más la atención, la mujer se ganaba la confianza de los hombres. De algunos conseguía que le enviaran imágenes íntimas. Y con otros mantenía conversaciones en vídeo a través de los directos de Instagram, en las que ellos se masturbaban sin saber que ella estaba grabando la retransmisión. Acto seguido, la joven amenazaba a las víctimas con hacer públicos esos vídeos o fotografías entre su entorno personal si no le hacían un ingreso. Las víctimas lo hacían, añadiendo conceptos como “envío por acuerdo de parar amenaza” o “borra, por favor”. “En algunos casos pedía 300 euros y en otros 50, porque ella estudiaba muy bien a sus víctimas y a su entorno”, explican fuentes de la investigación.

Los agentes analizaron el perfil de la instagrammer y también la cuenta bancaria en la que las víctimas habían realizado sus pagos. En ella encontraron 311 operaciones de otros tantos hombres. “Hay perfiles de todo tipo, desde jóvenes hasta padres de familia, que son la mayoría”, señala uno de los agentes que ha participado en el caso. “Las debilidades humanas nos hacen a todos vulnerables: creemos que consumimos internet y es internet el que nos consume a nosotros”, añade. A las cuatro denuncias iniciales se han sumado otras cinco a lo largo de la investigación. Y hay otras 25 personas que han prometido denunciar, aunque aún no lo han hecho. “Es raro que quieran hacerlo, porque sienten vergüenza”, indica el especialista.

Artesana del cibercrimen

La mujer había obtenido 16.300 euros en ocho meses de actividad ilícita. Al detenerla, los investigadores constataron que su edad y sus rasgos faciales coincidían con los perfiles en redes sociales, pero no así el resto de su cuerpo. En sus publicaciones y mensajes había conseguido modificarlo gracias a aplicaciones de montaje y retoque de foto y vídeo que cuentan con herramientas de inteligencia artificial, además de la utilización de muchos filtros.

En el momento del arresto, la presunta estafadora estaba en su casa con un hijo de cuatro años, que se encontraba prácticamente en situación de desamparo, ya que la mujer había acumulado mucha basura en la vivienda. Los policías no encontraron grandes equipos informáticos. Le había bastado para llevar a cabo su actividad con un teléfono móvil, varias aplicaciones de retoque fotográfico y de vídeo basadas en la inteligencia artificial y un trípode con un aro de luz para las grabaciones. “Hoy el cibercrimen se ha democratizado: lo que antes era patrimonio de expertos, como el retoque de vídeo digital, ahora puede hacerlo prácticamente cualquiera”, subrayan las mismas fuentes. Y añaden: “Ella es una especie de artesana, porque no contaba con grandes conocimientos ni un equipo de más personas detrás, como suele ocurrir, lo hacía ella sola”.

En el teléfono de la veinteañera se localizaron las cuentas utilizadas para contactar con las víctimas, además de las imágenes que enviaba como reclamo, lo que terminó de confirmar que era la autora de los hechos. También había más de 3.500 conversaciones a través de distintas aplicaciones de mensajería instantánea y redes sociales. Tras su arresto por de un delito de estafa, la mujer fue puesta a disposición de la autoridad judicial, que decretó su libertad con medidas cautelares.

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