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Las hermanas de Puig Antich, tras la nulidad de la sentencia: “Hace 50 años que luchábamos por esto”

El Gobierno entrega a la familia el documento que declara ilegales e ilegítimos los tribunales y jurados que juzgaron a la última víctima de garrote vil, el anarquista Salvador Puig Antich. Tenía 25 años

Hermanas de Puig Antich
Página del periódico 'El Caso', en marzo de 1974, que da cuenta de las ejecuciones de Puig Antich y Heinz Ches.
Manuel Viejo

Un médico militar certificó la muerte en la cárcel Modelo de Barcelona del anarquista Salvador Puig Antich “por parada cardiorrespiratoria por garrote” el 2 de marzo de 1974. Tenía 25 años. Fueron 20 minutos de agonía. Fue el último ejecutado a garrote vil en España: la última vez que se utilizaba un instrumento de torturas y ejecución a la par. 50 años después, en Madrid, en el hall de la entrada del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática, las cuatro hermanas de Salvador se han sentado en la primera fila para recibir una noticia. Han escuchado cómo el ministro Ángel Víctor Torres les ha dicho que el Consejo de Guerra de entonces dictó una sentencia “injusta”. Que el jurado que dictaminó esa orden estaba fuera del marco jurídico. Que Salvador fue una víctima. Que ellas también. Que lo perdieron muy joven. Y que ahora, “aunque sea un día agridulce”, el Gobierno ha declarado nulo ese proceso amparándose en la Ley de Memoria Democrática. “La democracia no es completa si no se repara”, ha dicho. “Este es un acto de reconocimiento, de reparación y de justicia”. Y le ha entregado a Inmaculada, una de las hermanas, el documento que hace oficial la nulidad del proceso judicial de su hermano.

Inmaculada se ha levantado de la silla para recoger el documento y estrechar la mano con el ministro. Visiblemente emocionada, se ha acercado al micrófono unos segundos:

—Hace 50 años que estábamos luchando por esto.

Tras un breve silencio, ha continuado: “Por la dignidad de nuestro hermano Salvador. Estamos como, no sé, emocionadas. No tenemos palabras. Gracias”. En las butacas, otra de las hermanas, Carme, se ha secado también unas lágrimas. El acto, breve, ha contado con la presencia de unos 15 medios de comunicación.

Puig Antich fue acusado de matar en un tiroteo al subinspector de la Policía Nacional, Francisco Anguas Barragán, el 25 de septiembre de 1973 en Barcelona. Un consejo de guerra condenó a muerte al anarquista. Las hermanas siempre creyeron que la condena a la pena capital fue una especie de venganza después de que el 20 de diciembre de 1973 ETA acabara con la vida del presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, en un aparatoso atentado en Madrid. Estuvo preso del 25 de septiembre de 1973 al 2 de marzo de 1974.

Tras la muerte de Salvador, y una vez instaurada la democracia, las hermanas Puig Antich han visitado en varias ocasiones la Modelo. “Hemos participado en documentales”, confesaba una de ellas a EL PAÍS hace siete años, “pero ahora no quiero volver a escuchar aquellas puertas correderas de hierro que suenan exactamente igual que entonces”. Este miércoles, al salir, han reconocido ante los medios que esto supone una reparación para todas. “Lo hemos pasado fatal. Hemos luchado mucho. No hemos parado”, ha reconocido Carme. “Esto ha supuesto que, 50 años después, ha llegado el momento que pensábamos que iba a tardar más. Ya tenemos algo y es muy importante. Salvador no era un asesino”.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.
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