_
_
_
_
FINANCIACIÓN AUTONÓMICA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un salto federal ambicioso, pero no al vacío

Muchos de los que hoy critican el pacto entre socialistas y republicanos lo seguirán, y querrán aplicárselo también en casa, como ha sucedido siempre en la construcción del Estado autonómico

El presidente de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès, y su vicepresidenta, Laura Vilagrà, a su llegada a la última reunión del Govern antes del parón veraniego, este martes en Barcelona.
El presidente de la Generalitat en funciones, Pere Aragonès, y su vicepresidenta, Laura Vilagrà, a su llegada a la última reunión del Govern antes del parón veraniego, este martes en Barcelona.Andreu Dalmau (EFE)
Xavier Vidal-Folch

El pacto entre los socialistas y los republicanos para investir president de la Generalitat a Salvador Illa supone un largo salto en el camino a la España federal, pero no al vacío. Muchos de los que hoy lo critican lo seguirán. Querrán aplicárselo también en casa, como ha sucedido siempre en la construcción del Estado autonómico.

El texto deja incógnitas e imprecisiones, y alguna incertidumbre. Pero nada que no pueda encauzarse por las vías legislativas e institucionales correspondientes (Parlament, Congreso, Consejo de Política Fiscal y Financiera, Senado), si quieren ser artefactos de convivencia y no de ruido o imprecaciones.

El autogobierno fiscal o cesión de impuestos a las autonomías alcanza con este hito su éxtasis. Es normal que proliferen los recelos. Cuando en 1993 se cedió el 15% de la recaudación del IRPF, se dijo que España se rompía. Cuando en 1996 se acreció esa cesión al 30%, España languidecía. Cuando en 2001 José María Aznar cedió a Jordi Pujol el 33% de igual impuesto a cambio de su investidura, también hubo ladridos, pero en sordina. Y aumentaron cuando en 2009 se aumentó la corresponsabilidad fiscal de las autonomías a tres impuestos, entre ellos el IRPF y el IVA, al 50%.

Lo de ahora es un paso más, en la misma senda. Cierto que más contundente y ambicioso: prefigura la recaudación completa de todos los impuestos para la comunidad que los origina: aunque nada concrete sobre el de sociedades. Pero, sobre todo, estipula un doble peaje trascendental: los catalanes seguirán pagando, aunque de otra manera, sendos peajes en contraprestación a los servicios que les presta el Estado (Defensa, política exterior...); y una contribución solidaria para la nivelación de los territorios menos prósperos, ampliando lo que ocurre (si bien modestamente) en el concierto vasco y el convenio navarro.

Mientras eso se cumpla, estamos dentro de la esfera constitucional, aunque pueda Cataluña desgajarse de la LOFCA: sin problema, es una mera ley, reemplazable o reformable. No hay en esencia peligro de insolidaridad, descohesión o desguace de las subvenciones a los territorios receptores de fondos de cohesión internos.

Claro está que todo depende del grado. La excelencia o inconveniencia de la operación se verá según varios parámetros. Primero: que sea suficiente para los catalanes, guardando la “ordinalidad” por la que el más solidario (y son los terceros en esa virtud) no acaba en penúltimo lugar a la hora de la financiación per cápita, como ahora. Segundo, que puedan replicarla otras autonomías interesadas, como siempre hicieron. Y tercero, que el Estado (o sea, la Administración General del Estado), no se quede en los huesos para prestar erga omnes los servicios que tiene atribuidos. Eso dependerá de cómo y en cuánto se fije la “cuota de pertenencia” a ese Estado, y de cómo y en cuanto se establezca el apoyo a los meridionales: la solidaridad es un imperativo moral permanente, pero no de cuantificación fija e inmutable.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Antes de enredar, protestar y subvertir, tomemos ejemplo de los vecinos. El Tribunal Constitucional de la Alemania Federal, con sede en Karlsruhe, tiene formulada la doctrina según la que la cesión de competencias (hacia “arriba”, la UE) se ancla en el dilema de si la RFA retiene suficientes competencias como para ahormar el futuro económico del país. Por fortuna es una discusión reservada a quienes sumen y resten. Envidiosos, pescadores en río revuelto e insultadores profesionales, abstenerse.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_