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La nueva vida del exvicepresidente Juan García-Gallardo

Miembros de Vox admiten que su compañero, tras dos años de polémicas, había recibido un aviso de la dirección de su partido

El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco y el ya exvicepresidente, Juan García Gallardo, el pasado mes de marzo en el parlamento de Castilla y León.
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco y el ya exvicepresidente, Juan García Gallardo, el pasado mes de marzo en el parlamento de Castilla y León.NACHO GALLEGO (EFE)
Juan Navarro

Juan García-Gallardo se estrenó con humor y acabó siendo víctima de su chiste. “La cartera espero que no me la quite ninguno de por aquí”, bromeó el flamante vicepresidente de Vox al poco de estrechar la mano del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (PP), cuando le preguntaron sobre su vicepresidencia vacante de competencias, sin consejería o cartera. El 10 de marzo de 2022 ambos inauguraron los pactos entre derecha y extrema derecha, replicados un año después en otras cuatro comunidades y un centenar de Ayuntamientos. La sonrisa de Mañueco se congeló y su socio intentó salir del paso con un “aquí con las ironías hay que tener cuidado”. Ambos cambiaron rápido de tema. Ese día firmaron 11 ejes y 32 acuerdos cuya cláusula 32, sobre inmigración, ha marcado el divorcio del primer matrimonio PP-Vox por el reparto de menores llegados a Canarias.

Fuentes del PP afirman que quienes “le han quitado la cartera” a Vox han sido ellos al regatear las demandas ultras durante dos años. Estos han roto lazos a escala nacional y los vicepresidentes se han desmarcado de sus jefes, aunque con asteriscos en casos como el de Gallardo: seguirá en las Cortes como portavoz de Vox. Esto significa un sueldo mayor, unos 100.000 euros al año frente a los 90.000 que cobraba, más libertad discursiva sin el yugo institucional y cierta calma vital: de una agenda repleta de actos oficiales al ritmo más reposado de las Cortes regionales.

La legislatura truncada se ha regido por mensajes y promesas grandilocuentes de Vox diluidos por la flema de Mañueco. Ni protocolo antiaborto, ni ley de Violencia intrafamiliar, ni ley de Concordia, esta última en tramitación aunque el mandatario ha insinuado que podría paralizarse. Gallardo pasará de sentarse a su vera a ubicarse un poco más a su derecha como portavoz de Vox tras despedirse sin rencor. “Querido presidente, [...] siempre te estaré agradecido por las numerosas ocasiones en las que, con esfuerzo, hemos conseguido ponernos de acuerdo, a pesar de nuestros distintos puntos de vista iniciales”, escribió Gallardo en su carta de adiós, aludiendo a “presiones externas” para que naufragara el gobierno, pero criticando que el PP validara el reparto de menores migrantes. “Rectificar es de sabios”, aconsejó antes de firmar la renuncia.

Fuentes parlamentarias de Castilla y León destacan que Gallardo llevaba tiempo molesto con su aliado, como reflejó en la red social X el día antes de romper: “Nos traicionaron en la defensa del derecho a la vida. Nos han traicionado colaborando con las mafias ilegales del tráfico de personas. Nuestra generosidad ha sido infinita, a pesar de los incumplimientos del pacto”.

Pese a carecer de cargo en la Junta, Gallardo compareció en una de esas salas institucionales donde emitió algunas de esas proclamas polémicas que le granjearon algún reproche de Mañueco. Allí informó de su salto a la portavocía de Vox. Abogado de profesión, entró en la Junta asegurando que perdía dinero al dejar el despacho de su padre, que defendió a la familia Ruiz-Mateos.

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El portavoz adjunto del PP, Miguel Ángel García, pide tiempo para su nuevo homólogo de Vox: “A lo mejor nos encontramos con un Gallardo más agresivo o quizá tranquilo, como el grupo de Vox, y chapeau”. García reconoce que en su puesto “no tienes la presión de ser Gobierno ni te meten el micrófono para hablar de algo que ha pasado hace cinco minutos” y confía en la “lealtad” de Vox en los temas coincidentes, aunque advierte: “Tendremos discrepancias y quizá ahora con más virulencia”. En cambio, otro miembro del PP, que pide anonimato, sospecha que su nuevo cometido inflamará al joven político, de 33 años: “Ahora puede hacer lo que mejor se le da, vociferar”.

La ruptura con el PP, augura Luis Tudanca, líder autonómico del PSOE, implicará pocos cambios. Si acaso, ahora el aspersor de Gallardo también salpicará a su exsocio: “Seguirá siendo el mismo. No parece que el papel institucional le frenara mucho, aunque ahora repartirá su odio. En todo caso, se incorporará al cementerio de vicepresidentes en el que Mañueco está convirtiendo las Cortes”.

Esta dimisión acarrea un escenario insólito, con dos exvicepresidentes en el parlamento. La primera víctima de Mañueco, Francisco Igea (ex de Ciudadanos), al disolver Mañueco la Junta y llamar a las urnas para acabar abrazado a Vox, plantea una primera revelación: “Veremos si era campeón o no de debate”, algo de lo que presumía Gallardo. Igea considera que “un tipo con un megáfono ante una sede [la del PSOE en las algaradas contra la amnistía] muy institucional no es” y que “nunca se ha quedado con las ganas, pero ahora podremos verlo aún más bronco”. Su predecesor se pregunta si ejercerá como oposición con preguntas al presidente y a los consejeros y duda si su vida será mucho más relajada: “No tenía muchas funciones y ejercía casi más de portavoz”.

Miembros de Vox admiten en privado que su compañero, tras dos años zambulléndose en charcos dialécticos, había recibido un aviso desde Madrid. La dirección pellizcaba al niño bonito, apadrinado por el líder, Santiago Abascal, reclutado cuando este buscaba un delfín para Castilla y León. El vicepresidente percibió fuego amigo cuando en abril el diario Abc publicó un reportaje con fuentes de Vox criticándolo y ensalzando al presidente de las Cortes, su compañero de partido Carlos Pollán. Voces anónimas cargaban contra ese estilo faltón: “Gallardo es incontrolable, cuando tiene un micro delante se desata. Ahora no necesitamos eso. Hay que potenciar otro tipo de perfiles”. El aludido pidió, y obtuvo, respaldo de los suyos. Tras ese episodio ganó relevancia Pollán, que sigue al mando del Parlamento y con peso específico con sus futuras decisiones hacia el PP. Gallardo acató y se centró en un mantra, la migración, con constantes alusiones a los “moros”.

Rutinas

El cambio alterará también sus rutinas políticas. Fuentes parlamentarias aseguran que “como portavoz trabajas como quieres” y que raramente estos acuden a las cansinas comisiones, reservadas para procuradores sin dedicación exclusiva, cuyo sueldo depende de asistir a esas ponencias. Gallardo esquivará además los actos que se celebran por todo Castilla y León, una comunidad con una red de carreteras tortuosas. Fuentes de la Junta deslizan que últimamente el equipo de Mañueco contraprogramaba eventos para darle al presidente los importantes y “fastidiar” a su segundo con temas menores o de peor horario.

Gallardo también viajaba a Europa para representar a la comunidad en discusiones regionales, labor que ya no desempeñará. Sí podría desplazarse de nuevo a Polonia y Hungría, donde acudía a encuentros de los partidos ultraconservadores, aunque Polonia haya cambiado de signo en los últimos meses. Los participantes de este reportaje, anónimos o no, reseñan un dato que Gallardo destacó al despedirse: acaba de ser padre. Por tanto, remata una fuente, agradecerá el sosiego: “Lo lógico es que se lo monte bien, se centre en el Pleno y en tener agenda propia fuera de las Cortes, va a estar muy tranquilo”.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.
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