El hombre que guardaba un arsenal en su habitación
La Policía Nacional detiene en Málaga a un treintañero que compraba armas inutilizadas, las trucaba para que pudieran disparar fuego real y las vendía a organizaciones criminales
Tiene 30 años, trabaja en una empresa pública y vive con sus padres. A simple vista, era un treintañero más en uno de los barrios residenciales de Málaga, Teatinos, al norte de la ciudad. Nadie sospechaba, ni siquiera su familia, que tenía una doble vida. En su habitación guardaba un completo arsenal con armas de fuego que incluía hasta 40 pistolas y fusiles de guerra listos para ser utilizados y otras tantas de aire comprimido para su trucaje. El hombre las adquiría inutilizadas y luego las modificaba para que pudieran hacer fuego real utilizando técnicas que han sorprendido incluso a los agentes de la Policía Nacional que lo arrestaron el pasado 20 de junio. “Tiene unos conocimientos increíbles”, cuenta uno de ellos. El hombre, que responde a las iniciales J. B. V. y que ya está en prisión, tenía entre sus clientes a organizaciones criminales asentadas en la Costa del Sol.
Su conocimiento sobre armamento y su dedicación a la compra y venta de armas en internet ya había hecho que distintos grupos policiales lo tuvieran en su órbita en varias actuaciones. De hecho, había sido investigado dentro de una operación en la que fueron detenidas varias personas que vendían armas y cartuchos a través de distintas páginas web. Él salió limpio en aquella ocasión, pero el pasado abril volvió a ser el objetivo principal de una investigación dirigida por el Grupo de Respuesta Especial para el Crimen Organizado (Greco) en la Costa del Sol.
A pesar de su trabajo, mostrar un perfil bajo y no alardear de lo que hacía, los policías comprobaron que el ahora arrestado utilizaba plataformas de compraventa para publicar anuncios en los que se ofrecía a comprar armas inutilizadas y material relacionado con ellas. Luego, en casa, les borraba el número de serie y las manipulaba para que pudieran hacer fuego real. Otras veces adquiría armas de aire comprimido o airsoft —réplicas perfectas de armas reales que disparan bolas de plástico a gran velocidad— que trucaba para que pudieran disparar munición real. En su dormitorio contaba con maquinaria muy especializada y balanzas de precisión que le permitían incluso elaborar cartuchos con pólvora. Luego ponía anuncios en internet —con palabras en clave— para venderlas a distintos clientes por precios que iban de los 1.500 a los 2.500 euros. Entre ellos había desde clanes locales hasta organizaciones criminales de narcotraficantes con base en la Costa del Sol.
Sorpresa policial
La investigación permitió averiguar que el 20 de junio el joven tenía previsto realizar una transacción en las cercanías de su domicilio. Los agentes montaron un dispositivo policial para seguirle. Iba vestido con ropa militar y llevaba una bolsa de loneta negra y grandes dimensiones, por lo que sospecharon que podría llevar varias armas. Cuando se encontraba en el aparcamiento exterior de un supermercado, los agentes le sorprendieron. En la bolsa portaba un subfusil y dos pistolas, además de una tercera en el bolsillo del pantalón, municionada y lista para disparar. Fue detenido allí mismo.
En el registro de su domicilio los agentes encontraron 80 armas. Los informes de la Policía Científica han confirmado ya que 40 de ellas estaban listas para disparar fuego real y no se descarta que haya más puesto que el resto están siendo aún analizadas. “Jamás habíamos encontrado algo así ni a una persona con este nivel de conocimiento”, explican fuentes de la investigación, que destacan la importancia de sacar de la circulación armas que pueden ser utilizadas en cualquier de los tiroteos que ocurren con cierta frecuencia en la Costa del Sol. Este viernes, la Policía Nacional las ha mostrado en la Comisaría Provincial de Málaga.
El arsenal que guardaba contaba con 23 armas de fuego —entre ellas dos subfusiles, ocho rifles, seis pistolas semiautomáticas, seis revólveres y una escopeta—, 35 armas de airsoft —nueve fusiles, dos subfusiles, nueve ametralladoras, once pistolas semiautomáticas, tres escopetas y un lanzagranadas—, además de ocho armas de fogueo, once armas históricas y tres armas prohibidas. También había más de un millar de cartuchos, cajas con munición, balas, vainas, postas, pólvora y numerosos cargadores para diferentes armas, además de siete bayonetas, una granada de mano de airsoft, uniformes policiales y militares, así como 9.250 euros en efectivo y dos teléfonos móviles.
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