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Declarado culpable el hombre que mató a un viejo amigo y a un guardia civil que acudió al lugar de los hechos

La Fiscalía eleva a 60 años de cárcel la petición para Pablo Antonio S., alias ‘Chiqui’, por el doble crimen, cometido en Valladolid en 2022

Declarado culpable el hombre que mató a un viejo amigo y a un guardia civil que acudió al lugar de los hechos
Agentes de la Guardia Civil en la localidad de Santovenia de Pisuerga (Valladolid) tras el homicidio de un hombre por arma de fuego, en julio de 2022.NACHO GALLEGO NACHO GALLEGO (EFE)
Juan Navarro

El jurado popular que ha dirimido en la Audiencia Provincial de Valladolid el juicio contra Pablo Antonio S., conocido como Chiqui, lo considera culpable de asesinato por la muerte en 2022 de un antiguo amigo, al que mató a quemarropa, y de homicidio por acabar también con la vida de un guardia civil que se desplazó a lugar de los hechos. La Fiscalía ha elevado la petición de pena inicial de 58 años —como pedía al principio del proceso— a 60 por el doble crimen. La acusación particular del agente fallecido ha elevado la solicitud a 80 años de privación de libertad contra los 12 y medio reclamados por la defensa del detenido, quien alega sendos homicidios y no asesinatos alevosos, algo que rechaza la Fiscalía.

Los hechos se produjeron en Santovenia de Pisuerga (Valladolid). El 30 de junio de 2022 armaron una trifulca Chiqui, su antiguo amigo Dionisio A. P. y familiares de ambos, en la que se propinaron golpes que llevaron al segundo al hospital. Tras ser dado de alta, al día siguiente, se presentó en casa de Chiqui y este lo recibió encañonándolo y disparándolo mortalmente al torso, sin “posibilidad de defensa” por parte la víctima, ha esgrimido el fiscal durante el juicio, quien además ha detallado cómo el ahora condenado vio venir al hombre, del que en el pasado había sido amigo cercano, abrió la puerta y lo tiroteó.

Durante las sesiones ha quedado demostrado que el autor de los hechos también intentó alcanzar al hijo mayor de Dionisio, que había acudido junto a su padre al domicilio del arrestado. El fiscal ha destacado cómo este familiar de la víctima fue “perseguido” mientras Chiqui lo apuntaba con el arma, que se atascó e impidió así un posible segundo deceso. El acusado aseguró en sus declaraciones que no quería matarlo.

Tras los disparos, Chiqui cogió como rehén a su yerno, según el relato de este, y se atrincheró con él en su domicilio. La Guardia Civil cercó el inmueble y envió a un contingente de negociadores para que el hombre depusiese su actitud y liberase al novio de su hija. En el testimonio de este durante el juicio, el joven ha asegurado que temió por su vida. “Pensaba que era el siguiente”, dijo sobre las 12 horas de “lloros, pánico y ataques de ansiedad” atrapado por su captor, en las que este le ató las manos, lo encerró en la bañera, lo obligó a tragarse una tarjeta de móvil e intentó, sin éxito, cortarle varios dedos de la mano. Además, siempre según la narración del yerno, Chiqui lo usó como escudo humano y lo apostó contra la puerta del domicilio.

En otro momento del encierro, Chiqui la emprendió a tiros contra la puerta del domicilio. Al otro lado estaba el jefe de fuera jefe de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil (UEI), el coronel Pedro Alfonso Casado, que cayó muerto tras recibir un impacto de bala en la cabeza. Durante el juicio la defensa ha esgrimido que el yerno no estaba retenido contra su voluntad y además que el autor desconocía dónde estaban los agentes, pero el resto de miembros del dispositivo de la Guardia Civil han dado testimonio de que sí que lo sabía y que gritaba “¡El primero tiene un coste, los demás son gratis!”, en referencia a la muerte de la primera víctima. El ahora declarado culpable solo accedió a salir del domicilio tras recibir una dosis de metadona.

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El abogado de Chiqui, Agustín Domínguez, conocido por representar a los acusados de la violación grupal en el caso de La Manada, ha reivindicado que su cliente no cometió asesinato, sino un homicidio, al sentirse amenazado por Dionisio, y otro homicidio, por imprudencia, porque en realidad presuntamente quería solo asustar a los agentes. Tampoco ve retención ilegal en el secuestro de su yerno y solo admite la tenencia ilícita de armas. El procesado, que carecía de licencia para armas de fuego, usó un fusil Mauser con el número de serie parcialmente borrado.

Durante las sesiones del juicio, el ahora declarado culpable pidió disculpas a los familiares de los difuntos, pero la esposa del guardia civil le espetó: “Quien le puede perdonar está muerto”. El jurado popular encuentra en conjunto un delito de asesinato, otro de homicidio “en concurso ideal con atentado” así como un delito agravado de tenencia ilícita de armas. Sin embargo, lo exime de un delito de secuestro al no apreciar que hubiera pruebas suficientes de que el yerno estuviera retenido contra su voluntad.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.
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