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Los independentistas buscan un pacto ‘in extremis’ en el Parlament tras su mal resultado en las europeas

La Cámara catalana llega este lunes a su sesión constitutiva sin tener claro el futuro de la Mesa

El cabeza de lista de Junts xCt Toni Comín (izquierda) junto a Carles Puigdemont, durante un acto de campaña en Colliure.Foto: DAVID BORRAT (EFE) | Vídeo: EPV

El PSC ha ganado este domingo los comicios europeos en Cataluña y el independentismo catalán ha enlazado su cuarta derrota electoral como bloque, dejándose Junts per Catalunya y Esquerra Republicana más de 930.000 votos con respecto a los comicios europeos en 2014. Se trata de unos resultados que refuerzan a los socialistas políticamente, pero que empuja a los secesionistas a intentar cerrar un pacto para la Mesa del Parlament, que se elegirá este lunes en el pleno de constitución de la Cámara.

Las negociaciones para poner en marcha la legislatura catalana y el nuevo Govern se han condicionado el camino hacia las urnas de este domingo. Por un lado, el PSC y Junts, los dos ganadores del 12-M, vivieron el camino al 9-J como un largo baño de realidad ante las minas y escollos —o directamente la imposibilidad, en el caso de Puigdemont— de convertir sus respectivos buenos resultados en poder real en Cataluña. Por otro, Esquerra, Comuns Sumar o el PP pudieron ver que sus desempeños más modestos podrían condicionar tanto el fututo de la Cámara como del Palau de la Generalitat.

Tanto el socialista Salvador Illa (42 escaños) como el fundador de Junts (35 sillas) se lanzaron en la noche electoral del 12-M a decir que intentarían la investidura e instaron respectivamente a Esquerra les diera sus votos, al estar lejos de la mayoría absoluta de 68. Los 20 diputados del perdedor de esa noche (se dejó 13 escaños) tenían la llave para lograr las mayorías. Pero los republicanos, por boca del propio Pere Aragonès, anunciaron que se iban a la oposición e instaron a los dos partidos que más ferozmente le habían plantado cara a que se pusieran de acuerdo para gobernar al formar una mayoría sociovergente de 77 diputados.

La resaca electoral, combinada con la crisis interna desatada por la decisión de Oriol Junqueras de aferrarse al liderazgo de ERC, llevó a los de Aragonès a mirarse los resultados con unas gafas diferentes. Decidieron entonces separar la negociación de los cargos de la Mesa del Parlament, que se elige este lunes e implica también pactos sobre presidencias de comisiones y otros recursos de la Cámara.

ERC no tardó en abrazar la propuesta de la CUP de una mesa “antirrepresiva” y alejó así cualquier posibilidad del pacto que soñaba Illa. Socialistas, republicanos y comunes suman 68 diputados, un tripartito que permitía saldar tanto la elección del presidente de la Cámara (se elige por votación directa y, si no hay un candidato que obtenga la mayoría absoluta, se va a una segunda votación con los dos nombres que tengan más apoyos) y también el del Govern. El hasta ahora jefe de la oposición respondió aireado contra los que buscan el lío y reveló unas cartas idénticas a las que quiere el PP: que los siete sitios de la mesa se repartan proporcionalmente a los resultados: uno para ellos; tres para el PSC; dos para Junts y el restante para los republicanos.

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Los republicanos se vieron, de un momento para otro, con un pie en la presidencia del Parlament. Por un lado, era el puesto con que los socialistas pensaban con tentarles para que acepten el tripartito. Por el otro, dentro del pacto “antirrepresivo”, que los anticapitalistas extendían también a los comunes, donde el común denominador de las fuerzas que lo componían era garantizar que todos los votos contaran —como ha sucedido con el del exconsejero Lluís Puig, que ha estado en Bélgica toda la XIV legislatura y pudo participar telemáticamente— y que se pueda hablar de todo. Las cuentas “antirrepresivas” salían: la suma entre los independentistas y los de Jéssica Albiach ascendía a 65 diputados frente a los 63 que lograrían PSC, PP y los comunes de aunar esfuerzos.

Irónicamente fue una decisión relacionada con que todos los votos valgan la que ha hecho saltar todo por los aires. El pasado miércoles, el Tribunal Constitucional hizo pública su decisión sobre un recurso de amparo del PSC de 2023 sobre precisamente el voto telemático de Puig. Los magistrados dictaminaron que no es posible un voto delegado o telemático de “quien voluntariamente ha decidido eludir la acción de la jurisdicción penal española y sobre el que pesa una orden judicial de busca y captura”. La decisión judicial terminó por dar una vuelta de tuerca a un sudoku de mayorías ya suficientemente complicado de gestionar por las formaciones, interesadas en verse fuertes en campaña electoral y no por la labor de dar concesiones al rival.

La sentencia afecta tanto a Puig Gordi, que repite como diputado, como a Puigdemont. El primer gran choque de la legislatura podría venir a cuenta de que la Mesa de Edad, compuesta por un diputado de Junts, una de ERC y otra de Vox, acepta contabilizarlos pese a lo dictaminado por el TC. Sin esos dos apoyos, la suma de PSC, PP y Comuns Sumar es idéntica a la del bloque independentista más los de Albiach. Y ahí los dos votos de la xenófoba Aliança Catalana sí podrían ser claves. Nadie negocia con esa formación, o no al menos de manera pública, y podrían ellos, junto a los comunes, tener efectivamente la llave a una mesa donde el independentismo sea mayoritario.

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